- Baptist Press - https://www.baptistpress.com -

Los candidatos políticos y su fe

[1]

NASHVILLE, Tenn. (BP)–El Artículo VI de la Constitución de los Estados Unidos dice, “Los Senadores y Representantes antes mencionados y los miembros de las varias legislaturas estatales, y todos los oficiales ejecutivos y judiciales, de los Estados Unidos así como de los varios estados, deben vincularse bajo juramento a apoyar esta constitución, pero nunca se exigirá un examen religioso como un requisito para ningún cargo civil o público en los Estados Unidos.”

Nuestros Padres Fundadores prohibieron que una persona sea una persona de cualquier fe o de ninguna en particular a fin de ejercer un cargo oficial o público en los Estados Unidos. En lugar de ello, debemos elegir a los oficiales públicos con base en su carácter, su registro de póliza pública, sus posturas ante las pólizas y su visión para el país.

En el famoso discurso que John F. Kennedy dijo hace casi 50 años haciendo referencia a su fe religiosa y su candidatura a la Casa Blanca hizo énfasis en que aunque en 1960 era un católico la víctima de sospechas, en otros años los blancos [de la sospecha] habían sido un judío o un cuáquero o un unitario o un bautista debido a su fe.

De hecho, tal como Kennedy le recordara a la nación, fue la persecución de bautistas en la Virginia del siglo XVIII lo que inspiró a Thomas Jefferson y a James Madison a aprobar el Estatuto de Libertad Religiosa de Virginia. En otras palabras, la discriminación en contra de una persona perteneciente a cualquier fe abre la puerta a la discriminación de las personas de todas las fes.

Mientras que el Gobernador Mitt Romney ha sido criticado de vez en cuando por su fe mormona, el Gobernador Mike Huckabee es el blanco más reciente. Huckabee ha sido criticado por grupos feministas debido a que mientras servía como gobernador de Arkansas, él y su esposa endosaron declaraciones afirmando la postura confesional sobre la familia de acuerdo con la convención Bautista del Sur. Estas declaraciones aparecieron en el diario USA Today y en la revista World.

En 1998, la Convención Bautista del Sur añadió un artículo a su Fe y Mensaje Bautistas, la declaración confesional de la denominación, con referencia a la familia y al matrimonio. En ese entonces, los sacerdotes y sacerdotisas de la precisión política, aquellos garúes que se creen la policía de lo que puede o no decirse en la sociedad estadounidense, tuvieron una pelea colectiva ya que la Convención Bautista del Sur se atrevió a decir que un esposo “debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia” y que una esposa “debe someterse a sí misma, con gracia, al liderazgo de su esposo, tal como la iglesia se somete voluntariamente a la dirección de Cristo.”

[2]

Quizá puedan recordar que la mayoría de los editorialistas de los diarios y revistas noticiosas también estuvieron vacilando, imprimiendo caricaturas retratando a los bautistas del sur como hombres de Neandertal en la época moderna, con sus nudillos arrastrando por el suelo, vestidos con pieles animales y con garrotes agarrados con sus peludas manos.

Yo tengo una perspectiva un poco única acerca de este tema ya que fui miembro del comité al que se le pidió que redactara el artículo sobre la familia para someterlo a la consideración de la convención, la cual lo aprobó en 1998. Es una afirmación muy clara con respecto a lo que la Biblia enseña sobre la familia. La mensajeros electos por la convención, provenientes de iglesias locales por toda la nación, reunidos curiosamente en Salt Lake City, adoptaron de manera abrumadora el artículo sobre “La Familia” como el Artículo XVIII de su declaración confesional.

A manera de apoyo, numerosos prominentes líderes evangélicos de todo el país endosaron una declaración conjunta que afirmaba: “Bautistas del sur, tienen razón. En una época donde el divorcio está destruyendo el fundamento de nuestra sociedad, ustedes han tomado una postura valiente por los principios bíblicos de la vida familiar y matrimonial.” Ahora, casi ocho años después, estas feministas están atacando a Mike Huckabee, etiquetándolo como anti-feminista y anti-mujeres ya que firmó esta declaración como apoyo al artículo sobre la familia de la Fe y Mensaje Bautistas.

En su discurso del 6 de diciembre de 2007 (mismo que la revista Time sugirió podría ser el momento tipo Kennedy para Romney), el Gobernador Romney dijo ante la multitud reunida en la Biblioteca Presidencial George H. Bush, “Una persona que se postula para la candidatura de un cargo político no debería ser el mayor vocero de su fe o denominación en la vida pública.”

Si yo hubiera estado aconsejando al Gobernador Romney, le hubiera dicho que dijera, “Miren, si quieren saber lo que cree la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, llamen a Salt Lake City. Si quieren saber cuáles son mis valores, mis creencias, y cómo influencian mi vida, mi carácter, mi servicio público, mis pólizas y mi visión para América, llamen a mi oficina o vayan a la página web de mi campaña electoral.”

Si yo fuera Mike Huckabee, diría, “Escuchen, no tenemos que pasar un examen religioso para tener un puesto oficial. Yo soy un bautista del sur y me suscribo a la confesión de fe de la Convención de los Bautistas del Sur. Si quieren saber lo que creen los bautistas del sur, llamen a un pastor local bautista del sur o lean la Fe y Mensaje Bautistas. Si quieren saber cuáles son mis posturas en cuanto a pólizas, llamen a mi oficina o vayan a mi página en internet.”

Entonces yo retaría a mis críticos feministas diciendo, “No tienen derecho a acusarme de ser anti-mujeres por ejercer mi derecho constitucional protegido de expresar libremente mi fe al declarar lo que creo acerca del plan de Dios para la familia. A menos que ustedes puedan encontrar evidencia de mi prejuicio hacia las mujeres en declaraciones de pólizas públicas o en mi registro como gobernador de Arkansas (y no encontrarán esa evidencia), entonces ustedes se están inmiscuyendo en una intolerancia antirreligiosa al atacarme por expresar mis creencias acerca de cómo los esposos y las esposas han de cumplir sus roles en la relación voluntaria al que algunos llaman matrimonio y yo llamo matrimonio santo.”

Tal como el entonces Senador Kennedy no gastó tiempo defendiendo el catolicismo, sino el derecho de un católico a la candidatura para la presidencia, el Gobernador Huckabee y el Gobernador Romney no deberían pasar tiempo defendiendo las creencias religiosas de sus respectivas fes. En su lugar, como lo hiciera Kennedy antes que ellos, deberían afirmar su derecho a ser candidatos y a ser juzgados con base en sus registros y sus visiones para el futuro del país.

Pedir a los gobernadores Huckabee o Romney explicar y defender los detalles de su fe personal es de facto un examen de fe para ejercer un cargo oficial, y eso es anticonstitucional –y no refleja la cultura americana. Mike Huckabee ha dicho que es una persona de fe, que su fe lo define. Eso significa que su fe impacta su vida, da forma a su carácter y lo guía cuando enfrenta crisis y asuntos de la vida.

Cómo su fe ha moldeado su carácter, vida y visión es justo discutir en un debate político. Sin embargo, no son temas apropiados para debatir las afirmaciones teológicas precisas de su fe personal, el análisis o escrutinio de un candidato en la campaña por la presidencia.

No hay un examen religioso para un cargo oficial en este país. No juzgamos a los candidatos con base en su fe o en la falta de ésta; les juzgamos por cómo esa fe o la falta de ella impacta sus vidas, carácter, conciencia, postura en pólizas públicas y su visión por el futuro del país.

Mientras discutía este tema, un reportero me hizo una pregunta provocativa: ¿Aplicaría usted exámenes similares para la candidatura de un extremista musulmán?”

“Sí, lo haría,” le respondí. “No rechazaría a alguien que es seguidor del islamismo radical [simplemente] por ser un seguidor del islamismo radical; lo rechazaría como un candidato a un cargo oficial porque su fe en el islamismo radical impacta su carácter al decirle que está bien que bajo ciertas circunstancias mate a la gente que no está de acuerdo con él. Lo rechazaría porque su fe le da una visión para América como una república musulmana que sofocaría la disensión, negaría la libertad religiosa, y haría que todo aquel que no fuera musulmán sea un ciudadano de segunda clase. Así que yo no lo rechazaría a un musulmán con base en su fe en el islamismo radical, lo rechazaría por el cómo su fe impacta su carácter, conciencia, vida y postura sobre pólizas públicas.”

De esa manera es como nuestros Padres Fundadores se imaginaron que fuera, y de esa manera debe ser.
–30–
Richard Land es el presidente de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de los Bautistas del Sur.