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Madre atribulada, ahora en transición hacia una vida en Cristo


NOTA DEL EDITOR: El domingo 17 de enero, es el Día de la Santidad de la Vida Humana en la Convención Bautista del Sur.

AUSTIN, Texas (BP)–Sierra, una niña de 9 años, todavía se pone un poco nerviosa si su mamá no llega a tiempo casa. Pero en estos días, mami está tan cerca como una llamada a su teléfono celular.

“Siempre contesto cuando ella me llama,” dice Amanda Ortiz. “Le aseguro que no vivimos como antes y que no debe preocuparse.”

Ortiz está en el proceso de permitir que Dios reconstruya su vida—una vida que tomó un mal camino cuando ella misma estuvo controlándola.

Cuando tenía unos 20 años, Ortiz se había recuperado. La adicción a las drogas, el abuso y la disfunción dominaban su años de adolescencia y ella no quería lo mismo para sus hijos.

“Sentí que tenía mi vida bajo control. Era una esposa y madre dedicada e incluso me consideraba cristiana,” dice. “Pero por dentro, me encontraba en un viaje de picada, en dirección de una crisis en mi autocontrol.”

Ortiz quería desesperadamente estar con Sierra y su hijo Jordan. Se prometió a sí misma que nunca sería como su propia madre—una adicta a las drogas—que perdió a sus hijos a manos de Child Protective Services cuando Ortiz tenía tan solo 3 años.

Aún así, a mediados del 2007, Ortiz regresó a la drogadicción; su esposo se fue, llevándose a Sierra y Jordán; y ella estaba en la cárcel—otra vez—por robar dinero para continuar su mal hábito. “Perdí el control por completo,” dice. “Toqué fondo y perdí todo lo que tenía un significado en mi vida.”

Ella estaba sola—o por lo menos eso pensaba—hasta que la evaluación rutinaria de salud en la cárcel reveló que llevaba una pequeña vida dentro de ella.

“Estaba tan asustada,” recuerda Ortiz. “Tenía miedo de lo que le había hecho a mi bebé por usar drogas mientras estaba embarazada. Tenía miedo de dar a luz en la cárcel y no poder proveer sustento para ella cuando estuviera en libertad.”

Ortiz necesitaba un cambio. No sólo un cambio en el comportamiento o las circunstancias, si no un cambio del corazón. Encontró este cambio en un estudio bíblico llamado “El camino hacia la libertad.”

“Finalmente aprendí el significado del verdadero arrepentimiento y del sometimiento,” dice. “Ahora decidí poner a Cristo antes que todo y en cada opción, cada decisión que haga en mi vida. Sé que sin Él estoy perdida.”

Dios está reconstruyendo la vida de Ortiz. “Perdí la cuenta de las bendiciones que Dios me ha dado desde que le dí mi corazón verdaderamente,” dice.

Su sentencia fue reducida para que pudiera estar en libertad antes de que naciera Eliana el 11 de diciembre del 2008. Dios proveyó una cariñosa familia cristiana que la aceptó hasta que tuviera un hogar propio.

Y después Ortiz conoció a Lorna Fike, una misionera de Mission Service Corps que trabaja con el Centro de Recursos para Embarazadas (Austin). “No tenía ropa y ni cuidado médico cuando salí de la cárcel,” dijo Ortiz. “Este centro me ayudó con lo material, problemas de Medicaid y ánimo espiritual, Se convirtieron en mi familia.”

Lo más importante, Dios ha restaurado la relación entre Ortiz y sus hijos.

“Puedo mostrarles el amor y atención que antes no pude mostrar,” dice. “Y tengo mucho cuidado de lo que les enseño. Se trata de amarlos y plantar unos cimientos fuertes e sus corazones.”

Las cosas van bien para Ortiz y sus hijos. La pequeña Eliana celebró su primer cumpleaños y está comenzando a caminar y hablar. Sierra es una estudiante sobresaliente en su escuela primaria y Ortiz estuvo muy entusiasmada al saber que recientemente se le otorgó la custodia conjunta de su hijo Jordan.

“Dios ha sido tan bueno con nosotros,” dice. “A veces me preocupo del futuro, pero cuando veo hacia atrás y admiro por todo lo que hemos pasado con Dios, sé que Él nos llevará por el resto del camino.”

El Centro de Recursos para Embarazadas en Austin jugó un papel vital en ayudar a Ortiz.

La Junta de Misiones Norteamericanas se asocia con 270 centros de recursos para embarazadas por todo Estados Unidos. El año pasado esos centros recibieron 156,292 visitas de mujeres en crisis de embarazo. Ya sea que ayudan a estas mujeres a elegir no abortar a su bebé, o ayudar a una adolescente a ser madre o ayudar a una joven madre atribulada a pasar de la vida en la cárcel a la nueva vida en Cristo, estos centros de recursos para embarazadas están ahí para proveer esperanza y sanación en el nombre de Jesús.

Gracias a los centros para embarazadas de la JMN, casi 7,000 bebés se salvaron de ser abortados en el 2009. Además, más de 3,900 mujeres aceptaron a Cristo cuando el personal de los centros de embarazo compartió el evangelio con ellas.

Casi 6.3 millones de mujeres enfrentan una crisis de embarazo en los Estados Unidos cada año, según la Campaña para Prevenir el Embarazo de Adolescentes y Embarazo no Deseado. Más de 1.3 millones de estos embarazos terminan en aborto. Los centros de recursos para embarazadas existen a nivel nacional para decirles a estas mujeres que en Cristo hay esperanza y un futuro para ellas y sus bebés.

El 17 de enero, los bautistas del sur observan de nuevo el Domingo de la Santidad de la Vida Humana, marcando el 37º aniversario del día en que la Suprema Corte de los EE UU tomó la decisión de Roe vs Wade. Para obtener ideas acerca de cómo conectarse con un centro de recursos para embarazadas o para comenzar uno en su comunidad, visite www.namb.net/pregnancy y www.nambforlife.net.
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Jami Becher escribe para la Junta de Misiones Norteamericanas. Este artículo fue tomado de la revista On Mission, publicada por la JMN.

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  • Por Jami Becher