[1]Uno de los viajes misioneros que más han impactado mi vida fue aquel que hice hace algunos años atrás a Nicaragua, especialmente en la frontera con Honduras. Recuerdo que una vez estando en ese bello país, mi corazón latía de ver a tantas personas necesitadas del conocimiento del amor de Cristo. Yo sólo quería aprovechar cada minuto hablando y sirviendo a estas personas a fin de mostrarles el amor de Dios a cuanta gente fuera posible. Sin duda, siempre recordaré esa experiencia misionera.
Recuerdos de este sentir estuvieron muy presentes en mi corazón el domingo pasado cuando bauticé a Jayson y Anthony, unos hermanos gemelos adolescentes provenientes de Honduras. Ellos llegaron a los Estados Unidos en 2019 junto con la primera caravana de inmigrantes de ese año y llegaron hasta nuestra iglesia por algunas conexiones familiares. Es impactante conocer su historia y testimonio, de cómo ellos tuvieron que salir de su país solos, huyendo de los conflictos sociales y pandillas que querían reclutarlos, y de la manera que conocieron a Cristo y hoy sirven al Señor en nuestra iglesia. Durante el servicio de sus bautismos, la mamá de Jayson y Anthony junto con su familia en Honduras lloraban de emoción al ver la transmisión en vivo y de cómo ellos afirman su fe en Cristo al ser sumergidos en el agua.
Al reflexionar en esta historia, vemos que, así como Jayson y Anthony hay muchos inmigrantes que viven la misma historia. Salen de sus países recorriendo una travesía muy peligrosa buscando mejores oportunidades, pero muchos de ellos no sólo encuentran mejorar sus condiciones de vida al llegar a los Estados Unidos, sino también llegan al conocimiento de la vida eterna a través de Cristo Jesús (Juan 17:3).
Hoy por hoy Estados Unidos es el país con mayor número de latinos que están más receptivos al evangelio; cerca del 20% [2] de los latinos en este país ha recibido el mensaje de esperanza y salvación para sus vidas. En historias como la de Jayson y Anthony podemos darnos cuenta de que las misiones están viniendo a nosotros, y la iglesia latina tanto en Estados Unidos como en México puede hacer “misiones desde casa”. Creo que dentro de las situaciones negativas de la crisis migratoria que se vive en los Estados Unidos, hay un propósito divino de que estos migrantes también experimenten una jornada espiritual en sus vidas. Es nuestra labor como iglesia estar preparados para llevar a todas estas personas a los pies de Cristo. Algunas formas de hacer misiones en nuestro propio oikos (casa) incluyen:
- Vea oportunidades de servir en su comunidad donde están llegando personas de otros países como puertas para presentar el evangelio de Cristo.
- Únase a esfuerzos misioneros de otras iglesias, asociaciones, albergues y otras organizaciones que sirven a inmigrantes en términos de ir, dar y orar. Especialmente aquellos que sirven para aligerar la crisis en las ciudades fronterizas.
- Infórmese de personas que hayan llegado al país por conexiones familiares con miembros de su congregación a quien su iglesia pueda ministrar.
- Tenga una atención en particular por inmigrantes y sus familias que estén visitando su iglesia.
- Tenga en cuenta que el idioma español es esencial para ministrar a los migrantes.
¿Qué esfuerzos está realizando su iglesia para alcanzar a los inmigrantes que están llegando a su comunidad? ¿Cómo puede usted estar involucrado en este esfuerzo misionero? ¿Está orando por ellos, para que lleguen al conocimiento de Cristo Jesús?
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