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Moribundo hospital de misión disfruta nueva vida

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ASUNCIÓN, Paraguay (BP) — Cuando en 1988 Marlin Harris llegó a Paraguay como misionero bautista del sur la misión era clara: guiar la transición del hospital de misión a una institución bautista operada por paraguayos.

Sin embargo, durante una de las primeras reuniones de Harris con los líderes bautistas paraguayos, un líder de la convención se paró y dijo: “Hay un elefante en este salón, y ese es que ustedes están tratando de darnos el hospital bautista, y está en tan mal estado que no lo queremos.”

“Hombre,” se dio cuenta Harris, “tenemos un largo camino por delante.”

Harris, quien había ayudado a administrar hospitales en Mississippi y Texas, evaluó las necesidades del hospital. El sistema de contabilidad necesitaba ser completamente puesto al día para tener estabilidad financiera. Pero lo que era más importante, la administración necesitaba ser reorganizada para involucrar más a los paraguayos en la administración.

Harris identificó a líderes clave con la habilidad conceptual y la madurez para manejar más responsabilidad, dijo, pero se dio cuenta que necesitaba a una persona más en el lugar.

Un intermediario puso a Harris en contacto con el hijo de un pastor argentino llamado Ernesto Simari, un sólido hombre de negocios que deseaba trabajar en el ministerio. Harris contrató a Simari como su asistente.

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“Era una aventura de fe sabiendo que yo estaba contestando un llamado de Dios,” dijo Simari. “Comenzamos a trabajar bajo un liderazgo participativo, y definimos la visión y la misión del hospital, lo que nos dio una clara visión de adonde necesitábamos ir.”

Poco después de la llegada de Simari, Harris y su familia regresaron a EE.UU. para cuidar a la madre enferma de Harris. El hospital quedó al cuidado de Simari y de la nueva administración paraguaya. Pasó casi un año antes de que Harris pudiera regresar.

“Recuerdo cuando caminé [de regreso] hacia el hospital,” dice Harris. “Simplemente pude sentir que las cosas eran diferentes… ellos habían podido salir adelante.”

El pugnante hospital de misión se había transformado en un total centro médico con una reputación de excelente cuidado médico y trato justo. Fue esta credibilidad la que inspiró a un grupo local de profesionales médicos de instituciones no evangélicas a acercarse a Harris con una idea.

“Ellos dijeron: ‘Queremos comenzar un instituto del corazón, y no sentimos que ninguna otra institución de la ciudad pueda sacarlo adelante excepto esta institución,’” dice Harris.

Harris y Simari no habían considerado llevar al centro médico en tan especializada dirección, pero no podían ignorar la significancia de la petición.

Para generar el ingreso necesario para una estabilidad financiera, el centro médico ya había construido 20 cuartos privados para pacientes. Crear un instituto del corazón significaba hacerse cargo de un proyecto adicional de un millón de dólares.

“Era riesgoso en ese momento,” dijo Harris. “Pero era simplemente una decisión de fe, y sentimos que Dios quería que lo hiciéramos.”

Un año después de su creación, el instituto del corazón realizó el primer trasplante con éxito en Paraguay en 1996. La historia del procedimiento atrajo una publicidad sin precedente al centro médico — y también guió al paciente a Cristo.

Casi todos los del personal del hospital tienen una historia para compartir acerca del encuentro de pacientes con Jesús en el centro médico.

Los capellanes comprenden una rama de la estructura administrativa del centro médico. Seis capellanes de tiempo completo mantienen presencia las 24 horas en el hospital para proveer consejería a las familias de los pacientes y asegurarse de que cada paciente tenga la oportunidad de escuchar el evangelio.

“Cerca de 16.000 pacientes al mes caminan a través del hospital,” dijo Harris. “Esta es justo una tremenda oportunidad para el evangelismo y para compartir el evangelio. Usualmente esas personas están en un momento muy vulnerable en el que realmente necesitan escuchar algo del Señor.”

El centro médico asegura que este legado del ministerio médico continuará a través de la Universidad Centro Médico Bautista. En un campus adyacente al hospital, más de 900 estudiantes obtienen títulos en enfermería, terapia ocupacional, medicina familiar, salud mental, educación pastoral clínica, enseñanza universitaria y administración hospitalaria. Pero una característica añadida de la Universidad es el entrenamiento espiritual que provee a todos los estudiantes.

“Creo que el mayor legado que puedo dejar es la formación de hombres y mujeres que son competentes, compasivos y comprometidos con la institución,” dice Simari, quien ahora es el director general del centro médico. “[Ellos] nos permiten emprender grandes cosas para Dios.”

Harris dejó el campo a finales de 1998, y ahora enseña español en un colegio secundario en Alabama. Una vez pensionado, él estableció la Fundación Centro Médico Bautista, la cual ha levantado cerca de $800.000 para apoyar al hospital y financiar becas universitarias. El hospital es financieramente sólido, pero la fundación mantiene a Harris conectado a la institución donde invirtió dos décadas de su vida.

El centro médico no lo ha olvidado.

“Para el hospital bautista, la transición ha sido gradual y efectiva a tal nivel que hoy podemos ver un hospital autosuficiente, gracias a esa transición gradual de formación de profesionales,” dice el reverendo Odenir Figueiredo, capellán de la universidad. “Fue hecho en el lapso correcto.”

En casos similares en otros países, las transiciones raramente han sido exitosas. Pero en el caso del Centro Médico Bautista de Paraguay, la transición no solamente funcionó, sino que trajo beneficios inesperados. El centro médico está ahora proliferando y fomentando el evangelio a través del cuidado médico que provee.

“Desde que salí en el 98, el liderazgo ha estado realmente a cargo de bautistas paraguayos,” dice Harris. “Esto les ha dado a los nacionales un mayor sentido de identidad — ese es su trabajo; ellos ya no dependen más de los misioneros estadounidenses.”

En 2011, Harris regresó a Paraguay para celebrar el bicentenario de la nación con sus amigos en el centro médico. Fue un tiempo para todos los que estuvieron en la transición de reflexionar sobre el trabajo que Dios ha hecho allá — y continúa haciendo hoy.

“El Centro Médico Bautista existe de manera que podemos llegar a las personas y contarles sobre Jesús,” dice Figueiredo. “Y creo que hemos logrado este principio básico dejado por los misioneros.”
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Tristan Taylor escribe para la Junta de Misiones Internacionales en la Américas.