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Nacido bajo la dura cúpula del comunismo, pastor nunca renunció a Jesús en su camino de Cuba


Años después de comprometerse a seguir a Cristo en su niñez, plantar iglesias y fundar institutos bíblicos bajo el duro régimen de Fidel Castro en Cuba, Misael Rodríguez se encontró lavando ollas y sartenes en un restaurante de comida rápida en el área de Dallas sin todavía tener alguna propuesta de regresar a cumplir con el llamado para el cual fue creado.

“En una ocasión comencé a llorar y le dije al Señor: ‘Estaré aquí todo el tiempo que tú quieras para mantener a mi familia,’” recuerda Rodríguez que le dijo a Dios un día mientras lavaba los platos en el restaurante, “‘pero anhelo servirte en el ministerio’. De repente, todo a mi alrededor quedó en silencio y me invadió una enorme paz. Mientras lloraba, Dios sanó mi alma.”

El Señor no sólo lo sanó, sino también le abrió una puerta.

Al día siguiente, Rodríguez recibió una invitación de Lakepointe Church en Rockwall para ayudar a plantar un campus hispano en Mesquite. En el 2014, alrededor de un año después de ayudar a iniciar el campus de Lakepointe en Mesquite—que había crecido a 85 asistentes regulares—Rodríguez fue llamado a servir como pastor del ministerio hispano para Hillcrest Baptist Church en Cedar Hill, a unas 20 millas al suroeste de Dallas.

El camino hasta allí fue fructífero, aunque difícil.

Rodríguez nació y creció en Cuba en la década de 1970, cuando el régimen comunista de Castro era fuerte. Los cristianos eran duramente hostigados, incluidos los niños en las escuelas.

“Cada vez que empezaba el curso escolar, recibía burlas, ataques e intimidación por el mero hecho de ser cristiano,” cuenta Rodríguez. 

Rodríguez recuerda que cada primer día del año escolar, la directora de la escuela pasaba por cada salón para identificar a los niños religiosos y les pedía que se levantaran para que sus compañeros pudieran mofarse de ellos. “Recuerdo que una vez nos pusieron delante de los 500 alumnos del campus [para que pudieran] abuchear a todos los niños religiosos,” recuerda, “pero no renuncié a mi fe.” 

Rodríguez, animado por el predicador de una cruzada evangelística, empezó a seguir a Cristo a los seis años y respondió al llamado al ministerio en el 1980 durante un retiro de preadolescentes. Tras graduarse de una escuela técnica donde aprendió a ser electricista, empezó el seminario teológico y al terminar sus estudios se casó con Mayra Góngora, con quien tiene tres hijos. Una vez terminado el seminario, fue destinado a su primer pastorado en un pequeño pueblo cubano llamado Taguayabón, en la provincia de Villa Clara. Muchas vidas fueron impactadas por el ministerio que Dios puso en sus manos. Se involucró activamente en la evangelización personal y, junto con un grupo de jóvenes pastores, fundó un instituto bíblico que sigue formando a líderes laicos en la actualidad.

Después de seis años en Taguayabón, Rodríguez trasladó a su familia y comenzó a servir en la Iglesia Bautista Betania en una ciudad más grande de la provincia de La Habana llamada El Cotorro. Dios les bendijo duplicando el número de miembros de su iglesia, e iniciaron una escuela para formar líderes de alabanza en cooperación con la Convención Bautista de Cuba Occidental y la Junta de Misiones Internacionales (IMB).

Misael Rodríguez y su esposa, Mayra. Foto enviada

Su familia hizo una parada más antes de venir a los Estados Unidos, siendo llamados a servir como pastor de la Iglesia Bautista Cristo Reina en Alamar, La Habana. La ciudad, construida por Castro para los trabajadores de la región, prohibía la práctica de cualquier religión. Así que los residentes que vivían allí tomaban el transporte público para ir a una iglesia en otra ciudad, pero con el tiempo, dicho transporte dejó de estar disponible.

En respuesta a esta necesidad, Rodríguez cuenta que su futura suegra y su esposa empezaron a celebrar un culto familiar en su casa. El culto creció rápidamente y no sólo los vecinos, sino gente de toda la ciudad, empezaron a asistir para adorar a Dios allí. De su iglesia casera nacieron cinco iglesias bautistas, y hoy hay unas 30 iglesias cristianas de diferentes denominaciones en Alamar gracias a la iniciativa de estas mujeres de fe, dijo Rodríguez. 

Mientras pastoreaba en Alamar, Rodríguez recibió en dos ocasiones a grupos misioneros de la Academia Cristiana Prestonwood de Plano. El director de la academia en ese momento y su esposa, ofrecieron hospedar a la familia de Rodríguez en su casa si alguna vez decidían emigrar a los EE.UU. Aceptaron la invitación poco después de que la suegra de Rodríguez falleciera, y Rodríguez tomó un puesto para trabajar en el servicio de comida en Prestonwood.

En los meses que siguieron, comenzó a trabajar en el restaurante de comida rápida donde recibió una paz de Dios que finalmente lo llevó a Hillcrest.

Una iglesia que se siente como en familia

Nirian Cabrera y su esposo, Manuel Pérez, pastor de la Iglesia Bautista Roca Eterna en Casa Blanca, La Habana.

Hillcrest es una iglesia multicultural que ofrece servicios en tres idiomas: inglés, español y chino. Aunque la verdad de Dios se presenta en tres idiomas, cada grupo tiene las mismas declaraciones de misión y visión: “Amar y servir a Dios, y amar y servir a los demás”.

El ministerio hispano de Hillcrest se formó después de que un grupo de hermanos hispanos se mudara a la iglesia y preguntara a su pastor, Mike Simmons, si podía proporcionarles servicios de traducción, cosa que hizo. Unos meses más tarde, se añadió un culto completo en español y Bruno Molina—que ahora trabaja como asociado de evangelismo entre creencias e idiomas para la Convención de los Bautistas del Sur de Texas—fue llamado a servir como pastor interino. La asistencia al culto en español aumentó a unas 95 personas cuando Molina terminó su interinato, aproximadamente un año después, Rodríguez respondió al llamado para unirse a la iglesia como su próximo pastor. 

Rodríguez describe a los líderes de Hillcrest en español como servidores con “pasión y extraordinario compromiso”. Estos líderes ayudan a establecer el ambiente para que la congregación sea una iglesia acogedora que hace que los asistentes “se sientan como en familia.” La iglesia cuenta con algunas 90 personas los domingos y, durante la semana, las familias se reúnen en hogares ubicados en diversas ciudades de la región para estudiar materiales de discipulado.

Además de ser una congregación creciente y acogedora, Rodríguez dijo que Hillcrest en español es una iglesia en donde la oración es fundamental.

“Hemos visto muchos milagros a través de la oración: personas secuestradas en otros países milagrosamente liberadas, enfermos sanados, medicinas costosas provistas, milagros en la provisión de viviendas y otras necesidades financieras”, dijo. “Todo gracias a la oración y a la generosidad de la iglesia”.

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  • Por Arlene Sanabria