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Por el poder de Dios, Quietud


NASHVILLE, Tenn. (BP) — Diariamente enfrentamos situaciones difíciles y pruebas y con frecuencia nos sentimos impotentes cuando no podemos hallar solución para nuestros problemas. La mayoría de las veces encaramos la situación con nuestra experiencia y la autosuficiencia que nos parecen que son factores positivos que nos habilitan para triunfar. ¡Pero no es así!

No olvidemos que para Dios no hay imposibles. Cuando nos parece que la tormenta nos destruye, que todas las puertas están cerradas, que no encontramos fuerzas para continuar adelante, Dios está presente. Él prometió estar con los suyos todos los días hasta el fin del mundo. Su gracia se hace presente y su poderosa mano nos sostiene. Como creyentes debemos reconocer que solo el poder de Dios resulta eficaz para vencer y resolver las pruebas y las experiencias amargas que trastornan nuestra paz y tranquilidad mental y espiritual. Ese imponderable e inconmensurable poder nos lo ofrece, únicamente, el Espíritu de Dios.

Andrés y Jenny, un matrimonio joven, perdieron su casa debido a la crisis financiera. Se vieron obligados a entregar la casa al banco, que les financió la hipoteca, y no tenían familiares ni amigos que les pudieran ayudar. Vinieron a la iglesia y contaron su situación. Entre las personas que escucharon el relato de Andrés y Jenny estaba una anciana que vivía en un edificio de personas de bajos recursos económicos, la cual logró que la administración del edificio le concediera permiso para alojar al joven matrimonio por dos semanas. Todos los días ella hacía que la pareja se arrodillara a orar con ella antes de salir a buscar empleo. En la oración la anciana pedía trabajo y un techo para sus protegidos, pero sobre todo, ella decía: Señor, permite que tu Espíritu viva en ellos. Al domingo siguiente, Andrés y Jenny se rindieron al Señor. Aquel día, un hombre desconocido, visitó la iglesia por primera vez y pidió que le dejaran hacer un anuncio. Él estaba buscando una pareja joven para administrar un hogar de huérfanos. Dios respondió la oración de la anciana.
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Este escrito fue publicado originalmente por la revista Quietud® en el número correspondiente al otoño de 2012.

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  • Por Pedro Pared