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Pueblo camaronero de Luisiana mantenido a flote por la oración


VENICE, La. (BP)–Los residentes de la pequeña comunidad de Venice, Luisiana, no están seguros de su futuro en medio de los reporteros que han abarrotado el pueblo más meridional del estado para cubrir el masivo derrame de crudo en el Golfo de México.

“Hay bastante caos. Tenemos aquí gente de todas partes del país — muchos reporteros. He hablado con reporteros de España y de Alemania. La caravana de automóviles del presidente vino hace unos días,” le dijo Steve McNeal, pastor de First Baptist Mission (Primera Misión Bautista) en Venice, a Baptist Press el 4 de mayo.

Al mismo tiempo, la gente que dependía de la industria camaronera y de la industria del deporte de pesca en Venice para obtener su ingreso teme los embates que puedan ser propinados a sus negocios.

“Hay gente que no sabe de dónde va venir su próximo dólar,” dijo McNeal, quien también trabaja como bombero. “Una cosa buena es que hay mucho trabajo de limpieza. Es un trabajo duro y sucio, pero trae dinero. Así que supongo que algunos que inclusive no tenían trabajo en el pasado ahora lo están consiguiendo.”

British Petroleum, la compañía que alquila la plataforma petrolera en alta mar que explotó el 20 de abril y se hundió hasta el suelo marino, ahora está contratando gente de la localidad para que ayuden a remover el crudo que amenaza los pantanos y las riberas del Golfo de México.

“Muchas de estas personas han camaroneado toda su vida, y ahora van a tener que hacer algo diferente. Todo lo que han querido hacer es camaronear, así que hay un trauma emocional, supongo, lo mismo que algunos que no saben qué va a pasar mañana o la próxima semana,” dijo McNeal.

El martes, el crudo todavía no había llegado a Venice, y la forma más obvia en la que el pueblo había sido afectado era que las calles, los hoteles y restaurantes estaban llenos de representantes de los medios informativos que intentaban comunicar la historia al resto del mundo, dijo el pastor.

“Definitivamente hay un olor en el aire. Las aguas están muy encrespadas, y creo que ellos están tratando de airear el petróleo y el viento lo está recogiendo,” dijo. “Se puede oler de alguna manera. No es un olor horrible o algo así.”

McNeal explicó que Venice está a cerca de 40 kilómetros de donde el crudo está tocando tierra, mayormente en las áreas pantanosas del delta donde vive poca gente.

La First Baptist Mission, que los domingos tiene un promedio de asistencia de 12 personas, actualmente se reúne en una sala, dijo McNeal, pero un edificio propio está en construcción. Un par de equipos de voluntarios están programados para colaborar en junio.

“Quisiera poder tener programados varios equipos más para que vengan a ayudarnos a construir tal vez un poco más rápido de manera que podamos entrar y comenzar a alcanzar a la gente,” dijo McNeal.

A cerca de una cuadra de la iglesia hay una estación de limpieza de pájaros y otra fauna silvestre que se espera que sea afectada por el crudo.

“No parece que haya mucha actividad allí. Parte del entrenamiento que están dando a la gente que va a ser parte de la limpieza es cómo determinar qué hacer con un animal que encuentren,” dijo McNeal.

Los miembros de la iglesia auspiciaron un improvisado servicio de oración poco después de que el crudo comenzó a dirigirse a su rumbo, y varias personas que normalmente no asisten hicieron una corta visita.

“Podemos orar con ellos, y eso alivia su angustia por un rato,” dijo McNeal.

First Baptist Mission todavía está tratando de determinar cuál papel pueden desempeñar si el petróleo llega a tierra como lo esperan.

“Es probable que continúe meses o quizá años. Así que vamos a tratar de finalizar el edificio de la iglesia tan pronto como sea posible de manera que tengamos una mejor instalación en la cual hacer cualquier cosa que Dios nos guíe a hacer,” dijo McNeal. “No sabemos exactamente todavía cuáles oportunidades se van a abrir para nosotros además de orar.”

Cuando habla con la gente de la comunidad, el pastor encuentra a aquellos que se preguntan si sus vidas van a ser totalmente destruidas por el crudo, y él les recuerda que Dios es el que tiene el control.

“Esto no sorprende a Dios. Él tienen un plan y algunas veces solamente tenemos que ser flexibles para aceptar su plan,” dijo McNeal.

El domingo, un equipo de comunicaciones filmó parte del servicio de adoración y luego entrevistó a McNeal, y éste pudo enfatizar el poder de la oración en una situación abrumadora como es el derrame de crudo.

“Pude básicamente decirles que hemos estado orando y que desde que estamos orando las cosas han cambiado. Uno de los días que oramos fue inmediatamente después de que se enteraron de que no iba a haber más camaroneo, entonces oramos y el siguiente día anunciaron que iban a usar a los camaroneros como parte de la limpieza y que les pagarían una buena suma para usar las embarcaciones de ellos y su tripulación para salir y limpiar,” dijo McNeal.

“Hubo otro miembro de la iglesia que estaba trabajando con otro hombre construyendo un nuevo atracadero para los camaroneros, el cual la comunidad realmente necesitaba. Él tenía todo invertido en esto y ahora de pronto no habría uso para el atracadero. Así que pensaba que posiblemente no recobraría su inversión, y ahora resulta que es probable que BP le alquile esa instalación.”

“Todo eso sucedió justo después de que oramos, y yo pude compartir con los reporteros que la oración funciona,” añadió McNeal. “Él quería saber sobre qué estaba predicando yo, y le dije que en Cristo todas nuestras necesidades son llenadas y que no necesitamos preocuparnos. Todo va a salir bien.”

Cuando los bautistas del sur miran la cobertura del derrame de crudo en las noticias, McNeal los insta a orar por Venice y por la gente a lo largo de la costa cuyas vidas han sido impactadas por el desastre.

“Hay mucho desasosiego y muchas oportunidades para que nuestra iglesia siga la dirección de Dios para que él nos muestre dónde está trabajando y unirnos a él allí para hacer algo bueno de esto,” dijo.
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Erin Roach es escritora del personal de Baptist Press.

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  • Por Erin Roach