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Puede comenzar con un sándwich


NEW YORK (BP)–Es un frío y lluvioso sábado en la ciudad de New York, y Vaughn McLamb les sirve humeantes tazas de caldo de pollo a los indigentes, adictos, inmigrantes y pobres de la ciudad que están reunidos en el Parque Tompkins Square ubicado en el bajo este de la cuidad.

Sean puertorriqueños, chinos, europeos del este o de otro trasfondo étnico ellos llegan por un almuerzo gratis en el parque (FLIP por sus siglas en inglés), un ministerio provisto por la Iglesia Bautista East Seventh y los Ministerios Comunales Graffiti. La Iglesia Graffiti, como se conoce comúnmente, ha estado sirviendo en el bajo este desde 1974. A cargo está Taylor Field, misionero y pastor de la Junta de Misiones Norteamericanas.

Cada fin de semana, Field y un grupo de la Iglesia Graffiti se colocan en el parque para alimentar a los hambrientos.

“Creemos que Dios nos ha llamado a alcanzar a aquellos que han ido a parar a un callejón sin salida,” dice Field. Graffiti alimenta a 10.000 personas al año, con la ayuda de iglesias compañeras y el Fondo para el Hambre en Norteamérica de NAMB. El Fondo para el Hambre en Norteamérica absorbe el 20 por ciento de las donaciones destinadas para el Fondo para el Hambre Mundial de los Bautistas del Sur; el restante 80 por ciento es usado en los ministerios para el hambre de la Junta de Misiones Internacionales.

“Sentimos cómo parte del evangelio está llegando en una forma física, y esa es una gran necesidad en nuestra comunidad,” dice Field. “No es algo teórico, no es algo para discutir. Es algo tangible que cada persona puede hacer y todos podemos integrarnos.”

Field ha visto mucho en los 23 años que ha vivido en el bajo este junto con su esposa Susan y sus dos hijos. Él recuerda cuando el parque era un lugar de carpas llenas de indigentes que vivían en albergues provisionales. Recuerda cuando en la mayoría de las cuadras del vecindario lo que había eran edificios abandonados y lotes baldíos. Ahora el parque es un espacio verde y limpio y los edificios han sido reacondicionados y sirven como condominios que cobran un alquiler elevado.

“Es una historia de dos ciudades,” dice Field. “Tenemos gente con ingresos altísimos que vive justo enseguida de gente que no tiene nada. Ellos ni siquiera se ven de vez en cuando.”

Además de los cambios en el vecindario, Field ha visto cambios en los individuos que han vivido en las calles alrededor de Graffiti. Uno de esos individuos es Vaughn McLamb.

“Creo que Vaughn es una de esas personas que en sí es una historia de resurrección donde se ve el poder de la resurrección de Dios en él,” dice Field. “Creo que parte de lo ameno de lo que hago es tener la oportunidad de ver estas cosas espectaculares que Dios hace en la vida de la gente.”

El primer encuentro de McLamb con Graffiti fue en el almuerzo gratis en el parque hace más de 10 años. En ese momento, McLamb estaba al otro lado de la mesa. Era adicto a las drogas y vivía en las calles.

Cuando era joven, McLamb podía manejar su adicción y mantener un trabajo fijo. Pero cuando quedó atrapado en el ciclo de la adicción y la negación, las cosas empeoraron y nadie quiso darle trabajo. Anduvo de fumadero de crack en fumadero de crack y de albergue en albergue. A través de las décadas de duro vivir y malas decisiones, McLamb sabía que Dios quería algo mejor para él. Él cargaba una desgastada Biblia, la cual leía durante sus momentos más oscuros.

“Siempre quise ser útil en el Reino de Dios,” dice McLamb. “Pero tenía muchos otros dioses que me distraían.”

McLamb se mantuvo leyendo la Biblia y Dios no lo soltó. “Leí tanto la Biblia que me fue llenando y creó en mí algo que finalmente me permitió levantarme de la alcantarilla en la que me encontraba. El poder de la Palabra de Dios no puede ser expulsado de un fumadero de crack.”

Lentamente, McLamb comenzó a gatear para salir de la alcantarilla hacia la voluntad de Dios. Ahí fue cuando encontró FLIP.
“Comenzó con el sándwich y los que me lo daban — como si quisieran que yo lo tuviera,” recuerda McLamb. “No tuve que rogar, explicar o disculparme por estar en la fila.”

Ese día, McLamb obtuvo más que un sándwich que calmara su estómago que gruñía. Los voluntarios lo invitaron a un estudio bíblico al otro lado de la calle. Tomó el sándwich de mortadela y se sentó durante todo el estudio bíblico.

“Eso volvió a encender esa creencia en Cristo que estaba tratando de atiborrar con las fallas y los comportamientos y las drogas y todas las excusas,” recuerda McLamb.

Comenzó a asistir a la iglesia en Graffiti. Semana tras semana escuchaba los sermones, y las cosas comenzaron a conectar. “Cuando Taylor me preguntó si quería dar el siguiente paso y ser bautizado, yo dije sí, hagámoslo.”

Eso fue hace 10 años. “Cristo está trabajando en mí,” dice McLamb. “Y está poniendo distancia entre ser un verdadero desarrapado y no ser un desarrapado.”

Hoy en día McLamb está sobrio, es salvo y bautizado. Y cada sábado va a la cabeza del ministerio de alimentación de la iglesia.

“Este ministerio me permite trabajar con otros y con la iglesia,” dice McLamb. “Dios ha usado mi experiencia pasada y me ha cincelado formándome en alguien que puede trabajar en ciertas partes de este ministerio.

“Golpea yacer en la banca de un parque diciendo: ‘Mi vida está terminada. No tengo propósito. Eché a perder mi vida tanto que ya no se puede hacer nada.'”

Además de encabezar el programa de almuerzos, McLamb se encarga del ropero de la iglesia, supervisa el cuidado del edificio y dirige un estudio bíblico.

“Vaughn es uno de los maestros más ungidos que yo haya visto,” dice Field. “Se prepara bien y tiene un sentido de lo que Dios está haciendo en su vida y en la vida de otros.”

Y todo comenzó con un almuerzo gratis.

“Cuando nos acercamos con un sándwich, es una manera de decir que creemos en ti como persona y que sabemos que esta es una necesidad inmediata que tienes,” dice Field. “Es una forma de hacer contacto con la gente y de poder mirarlos a los ojos.

“Cuando veo lo que Dios ha hecho en la vida de Vaughn y veo cómo ha acercado a otras personas al Señor, puedo decir por experiencia propia que no hay nadie que esté tan alejado.”
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Carol Pipes escribe para la Junta de Misiones Norteamericanas. Para saber más sobre la Iglesia Graffiti, visite www.graffitichurch.org. Para hacer donaciones al Fondo Mundial para el Hambre, visite www.namb.net/hunger. Para ver un video acerca de Taylor Field y otros misioneros de NAMB, visite www.namb.net y presione en la galería “Missionary Focus.”.

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  • Por Carol Pipes