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¿Realmente resucitó Jesús de entre los muertos?

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NOTA EDITORIAL: El artículo siguiente acerca de la resurrección de Jesucristo es una adaptación de la nueva Biblia Apologética de Estudio publicada por B&H Publishing Group de LifeWay Christian Resources de la Convención Bautista del Sur. Los más de 100 artículos de la Biblia de estudio y sus otras características se concentran en defender la fe cristiana. William Lane Craig es un profesor investigador de filosofía en la Escuela de Teología de Talbot en La Mirada, California.

NASHVILLE, Tenn. (BP)–Para contestar la pregunta acerca de la resurrección de Jesús desde una perspectiva histórica, primero debemos determinar qué hechos concernientes al destino de Jesús de Nazaret pueden ser establecidos creíblemente con base en la evidencia y en segundo lugar considerar cuál es la mejor explicación de esos hechos. Por lo menos cuatro hechos relacionados con el destino del Jesús histórico son ampliamente aceptados hoy por los historiadores del Nuevo Testamento.

Hecho 1: Después de Su crucifixión, José de Arimatea enterró a Jesús en una tumba. Este hecho es altamente significativo porque muestra que tanto los judíos como los cristianos conocían la ubicación de la tumba de Jesús. Los eruditos del Nuevo Testamento han establecido el hecho de que Jesús fue puesto en una tumba con base en evidencias como las siguientes:

1. El entierro de Jesús se atestigua en la información (de antes del 36 d.C.) que fue entregada por Pablo en 1 de Corintios 15:3-5.

2. El relato sobre el entierro se muestra de manera independiente en el material que Marcos usó para escribir su Evangelio.

3. No es probable que sea un invento cristiano debido a que a inicios del movimiento cristiano había una entendible hostilidad en contra de los líderes nacionales judíos, y José de Arimatea, era miembro de la suprema corte judía que condenó a Jesús.

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4. La historia del entierro es sencilla y no tiene ninguna señal de haber sido desarrollada como una leyenda.

5. No existe ninguna otra historia sobre un entierro que compita con ésta. Por ésta y otras razones, la mayoría de los eruditos del Nuevo Testamento concuerdan que Jesús fue de hecho enterrado en una tumba por José de Arimatea.

Hecho 2: El domingo después de la crucifixión, un grupo de mujeres que lo seguían encontró vacía la tumba de Jesús. Entre las razones que han llevado a muchos eruditos a esta conclusión están:

1. Al decir que Jesús fue “enterrado, Él resucitó al tercer día,” la antigua información trasmitida por Pablo en 1 de Corintios 15:3-5 implica una tumba vacía.

2. El relato de la tumba vacía también cuenta con múltiples e independientes testimonios en Marcos, Mateo y el material fuente de Juan; algunos son de épocas muy tempranas.

3. El relato de la tumba vacía en Marcos, nuestro relato más antiguo, es simple y no tiene señales de haber sido adornado para ser una leyenda.

4. Ya que en la cultura patriarcal judía el testimonio de las mujeres era considerado como poco fiable, el hecho de que las mujeres, en vez de los hombres, fueron los testigos principales de la tumba vacía se explica mejor cuando se considera verdadera la narrativa.

5. La respuesta judía más antigua que se conozca acerca de la proclamación de la resurrección de Jesús, es decir, sus “discípulos llegaron de noche y lo hurtaron mientras nosotros estábamos dormidos” (Mateo 28:12-15), fue de hecho un intento por explicar por qué hacía falta el cuerpo y por lo tanto presupone que la tumba estaba vacía.

Por éstas y otras razones, una mayoría de eruditos sostienen la fidelidad del testimonio bíblico acerca de la tumba vacía de Jesús.

Hecho 3: En múltiples ocasiones, y bajo variadas circunstancias, diferentes individuos y grupos vieron vivo a Jesús después de Su muerte. Este hecho es reconocido casi universalmente entre los eruditos del Nuevo Testamento debido a las razones siguientes:

1. Ya que es tan antiguo como el hecho de que Pablo conocía en persona a los involucrados; la lista de testigos oculares de las apariciones de Jesús resucitado que Pablo cita en 1 Corintios 15:5-8 garantiza que tales apariciones sucedieron.

2. En los Evangelios, los relatos de las apariciones proveen testimonios múltiples e independientes de esos eventos. Incluso en más escéptico de los críticos reconoce que los discípulos habían visto a Jesús vivo después de Su muerte.

Finalmente, Hecho 4: Los discípulos originales, de repente y con sinceridad, creyeron que Jesús había resucitado de entre los muertos, a pesar de tener toda predisposición para lo contrario. Considere usted la situación que enfrentaron los discípulos después de la crucifixión de Jesús:

1. Su líder estaba muerto y las expectativas mesiánicas judías no esperaban que el Mesías, en lugar de triunfar ante los enemigos de Israel, sería vergonzosamente ejecutado como un criminal.

2. Según el Antiguo Testamento, la ejecución de Jesús lo exponía como un hereje, un hombre maldito por Dios.

3. Las creencias judías acerca de la vida después de la muerte no daban lugar para que alguien pasara de la muerte a la gloria ni para la inmortalidad antes de la resurrección general de los muertos en el fin del mundo.

Aún así, los discípulos originales de repente creyeron tan fuertemente que Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos que hasta estuvieron dispuestos a dar su vida por esa creencia.

Ahora llegamos a nuestra segunda preocupación: ¿Cuál es la mejor explicación de estos cuatro hechos? En su libro “Justifying Historical Descriptions,” el historiador C.B. McCullagh hace una lista de seis pruebas que los historiadores aplican para determinar la mejor explicación para un conjunto de hechos históricos determinado. La hipótesis dada por los testigos — “Dios resucitó a Jesús de entre los muertos” — pasa las seis pruebas:

1. Tiene una magnitud interpretativa grandiosa. Explica por qué la tumba fue encontrada vacía, por qué los discípulos vieron las apariciones postmortem de Jesús y por qué surgió la fe cristiana.

2. Tiene un gran poder explicativo. Explica por qué el cuerpo de Jesús no estaba ahí, por qué la gente le vio resucitado en repetidas ocasiones a pesar de haber sido ejecutado públicamente con antelación, etc.

3. Es plausible. Dado el contexto histórico de la vida y milagros inigualables de Jesús, la resurrección tiene sentido, tomada como una confirmación divina de aquellos milagros radicales.

4. No es ad hoc o artificial. Requiere sólo una hipótesis adicional: que Dios existe.

5. Va de acuerdo con las creencias aceptadas. La hipótesis “Dios resucitó a Jesús de entre los muertos” no provoca conflictos con la creencia aceptada por la gente de que las personas no resucitan de entre los muertos de manera natural. Los cristianos aceptan tal creencia tan entusiasmadamente como aceptan la hipótesis de que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos.

6. Sobrepasa por mucho cualquiera de sus teorías rivales al cumplir con las condiciones del 1 al 5. A través de la historia, se han ofrecido varias explicaciones de los hechos como alternativas – la teoría de la conspiración, la teoría de la muerte aparente, la teoría de la alucinación, etc. Los eruditos contemporáneos han rechazado casi de manera universal tales hipótesis. Ninguna de las teorías naturalistas, de hecho, ha atraído a un número considerable de eruditos.

Por lo tanto, la mejor explicación de los hechos establecidos parece ser que Dios sí resucitó a Jesús de entre los muertos.

Tenemos bases históricas firmes para contestar nuestra pregunta con una respuesta afirmativa. La ruta histórica no es, sin embargo, la única avenida que nos lleva al conocimiento de la resurrección de Jesús. La mayoría de los cristianos, quienes no han tenido los recursos, entrenamiento o tiempo libre para conducir una pesquisa histórica acerca de este evento, han llegado al conocimiento de la resurrección de Jesús a través de un encuentro personal con el Señor vivo (Romanos 8:9-17).
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