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RESURRECCIÓN: Debido a la tumba vacía …

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NOTA DEL EDITOR: J.D. Greear es el presidente de la Convención Bautista del Sur y pastor de The Summit Church en Raleigh-Durham, C. del N.

DURHAM, N.C. (BP) — El tercer día después de la crucifixión de Jesús, un grupo de mujeres fue a su tumba. Pero en lugar de encontrar un cuerpo muerto vigilado por fuertes guardias romanos, encontraron guardias temerosos que se veían “como hombres muertos,” y la tumba vacía.

Jesús había resucitado de la muerte. En este hecho descansa cada aspecto de la fe cristiana.

Si la resurrección de Jesús es real, es el comienzo de todas las cosas cristianas. Y si no lo es, es el fin porque todo lo demás que creemos es un engaño.

Si esa tumba en Jerusalén realmente está vacía, entonces todo lo demás en nuestra vida de repente luce diferente. Lo que de otra manera amenaza destruirnos ya no tiene poder definitivo. La oscuridad que promete tener la última palabra no tiene la última palabra.

Debido a la tumba vacía …

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La culpa no tiene la última palabra en nuestra vida.

Aparte de Dios, estamos condenados. Nuestra culpa ante Dios merece la ira que vimos derramada en la cruz. Pero debido a Cristo colgado en esa cruz por nosotros, todo el castigo de nuestro pecado ha sido absorbido. De manera que ahora podemos decir, con el apóstol Pablo: “Ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

La injusticia no tiene la última palabra.

Vivimos en un mundo lleno de injusticia. Cada uno de nosotros ha estado equivocado, algunas veces de manera horrible. La injusticia es tan penetrante que casi nos acostumbramos a ella. (Nadie tiene que enseñarles a mis hijos la frase: “¡Eso no es justo!”) Pero Dios nunca se acostumbra a la injusticia. Y la tumba vacía es la promesa de que Dios anulará toda mala intención trayendo verdadera justicia al mundo. El derecho fluirá como las aguas, y la justicia como arroyo inagotable (Amós 5:24).

Las adicciones no tienen la última palabra.

Tal vez tus adicciones han arruinado tu carrera, tu salud, tu familia e inclusive tu propia vida. Quizá estés tan envuelto en la adicción que ni siquiera te puedes imaginar una salida. La resurrección significa que el poder de Dios está disponible para ti hoy. E inclusive si luchas hasta el día de tu muerte en contra de la adicción, la resurrección es una promesa que Dios te levantará a una nueva vida — a una vida completa, a una vida abundante — con su Hijo.

El dolor no tiene la última palabra.

Los teólogos cristianos medievales a menudo llamaron este mundo “un valle de lágrimas.” Ellos sabían que muchos de nosotros tratamos de ignorar: Todo lo que amamos finalmente se desmorona. Las enfermedades crónicas torturan nuestro cuerpo. Los abortos espontáneos nos llenan de dolor. Enfermedades como Alzheimer nos hacen observar con dolor como la mente de nuestros seres amados se desvanece, inclusive cuando sus cuerpos siguen existiendo. Como dijo Víctor Hugo: “Aquellos que no lloran, no ven.”

Sin embargo, la resurrección nos muestra que ese dolor tiene una fecha de expiración. La tumba vacía es la promesa de que Jesús nos llevará a un lugar donde cada lágrima es enjugada y no habrá más llanto.

La desesperación no tiene la última palabra.

No importa cuán oscura te parezca la noche ahora mismo. ¿Cuándo fue más oscura que después de que el Hijo de Dios fuera asesinado a manos de hombres pecadores como tú y como yo?

Pero mientras que los seguidores de Jesús daban vueltas en sus camas el sábado en la noche, el plan de Dios estaba en funcionamiento. Los hombres y mujeres que se fueron a la cama desesperados se encontraron a la mañana siguiente con una sorpresiva esperanza — la misma esperanza que está disponible para nosotros hoy. Si Jesús está vivo, él puede traer la aurora de la resurrección a tu vida. En tanto Jesús esté vivo, hay esperanza para ti.

La muerte no tiene la última palabra.

Cuando Jesús murió, sus enemigos pensaron que ellos habían dicho la última palabra sobre la vida de él. Su resurrección probó lo contrario. Y para todos aquellos que murieron en Cristo, el aguijón de la muerte se volvió una insignificancia. Debido a la resurrección, el apóstol Pablo pudo mirar la muerte a la cara y burlarse de ella: “Muerte, ¿dónde está tu victoria? Muerte, ¿dónde está tu aguijón?” (1 Corintios 15:55).

Billy Graham falleció el año pasado. Pero años antes de su muerte, pronunció una profunda declaración que muestra lo que significa confianza en la resurrección. Dijo: “Un día ustedes van a oír que Billy Graham murió. No lo crean. Yo estaré más vivo que nunca, solamente habré cambiado de dirección.”

Si Jesús pasó por la muerte y emergió en la resurrección, la última palabra en nuestra vida ya no pertenece a los poderes de la oscuridad. Ni a la culpa, ni a la injusticia, ni a las adicciones, ni al dolor, ni a la desesperación, ni a la muerte — tampoco al engaño, a la pérdida, a la pobreza, a la vergüenza, al abuso — ni ningún otro mal que nos podamos imaginar puede separarnos del poder de Cristo revelado esa primera mañana de pascua de resurrección.
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