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Ser fuerte no es suficiente, Quietud

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El rey no se salva por la multitudes del ejército, ni
escapa el valiente por la mucha fuerza. Salmos 33.16

NASHVILLE, Tenn. (BP)–Desde que apareció el carro tirado por caballos para la guerra, hasta los misiles teledirigidos, las superpotencias han sido derrotadas tanto por estrategias novedosas como por las traiciones. No basta con estar armadas o ser fuertes.

Por el año 1958 una gran zona montañosa de Cuba estaba dominada por rebeldes que no tenían ley, ni piedad. Clodovaldo era un estudiante del Seminario que atendía una iglesia en aquella zona y periódicamente tenía que viajar a Santiago para tomar clases. En una ocasión que regresaba a su campo misionero muy contento, a plena luz del día le tendieron una emboscada. Él venía solo y desarmado, solo llevaba una Biblia y un libro de texto. Alrededor de él aparecieron unos 15 jóvenes soldados rebeldes que lo encañonaron con armas largas. Lo acusaron de ser un delator ante las autoridades del gobierno y dijeron tener orden de matarlo. Clodovaldo alegó que él solo de rodillas tenía más poder que todos ellos. Dicho esto soltó los libros y se puso a orar de rodillas en voz alta. Cuando terminó la oración abrió los ojos y estaba solo. El Espíritu de Dios los disuadió de perpetrar el crimen.

El que está en nosotros es más poderoso que el que está en el mundo. Ni el jefe de gobierno, ni el mayor de los ejércitos, ni el más fuerte entre los poderosos, puede superar el poder del Espíritu de Dios.

El Señor cuida a los que le temen y en época de hambre los mantiene con vida. Es admirable ver que al que confía en Dios, no le falta el poder para actuar conforme a su voluntad, ni le faltan los recursos para subsistir, no es que tenga abundancia, ni que se destaque por su propio poder, sino que no carece de lo que es necesario, y que nada se puede armar en su contra que finalmente prevalezca. Jesús dijo: “No temáis, manada pequeña, que a vuestro Padre celestial le ha placido daros el reino” (Luc.12.32).

Hoy día tenemos libertad para servirle con todas nuestras fuerzas. Lo importante es que todo lo que hagamos, sea de palabra o de hecho, lo hagamos todo en el nombre de Cristo (Col. 3.17).
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Este escrito fue publicado originalmente por la revista Quietud® en el número correspondiente al otoño de 2011.Si desea saber más sobre la revista Quietud visite www.lifeway.com/espanol

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