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¡Sí se puede! El regreso a clases y la participación de estudiantes, maestros, padres de familia cristianos y la iglesia.

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EL PASO, Texas (BP)–“¡Sí se puede!” es un lema que muchos lo han usado en diferentes lugares para motivarse al éxito en los deportes y en la política. Pero realmente quien inventó este lema fue el apóstol Pablo cuando escribió a los desanimados hermanos filipenses: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Acostumbrados a vivir en una cultura que tiende a abreviar las ideas es válido decir “¡sí se puede!” con la misma intención que tuvo el Apóstol.

Al inicio de las actividades escolares es importante recordar este lema de acción y victoria: “¡Sí se puede!”. Mientras algunos maestros dicen que no se puede orar en las escuelas públicas, otros con fe y decisión han dicho ¡sí se puede! y oran con otros maestros antes de comenzar las clases o al terminar el día de trabajo; mientras algunos dicen que no se puede leer la Biblia y dar testimonio de la fe cristiana en las escuelas públicas, otros con fe y valentía han dicho ¡sí se puede! y han logrado conseguir permiso para celebrar estudios bíblicos con los alumnos que deseen quedarse después que terminan las clases o con grupos de padres de familia; y otros forman grupos de oración y estudio bíblico a la hora de la comida.

Mientras algunos estudiantes que asisten a la iglesia dicen que no se puede ser cristiano dentro de la escuela por la presión de los amigos, otros estudiantes llenos de convicción dicen ¡sí se puede! y como Daniel han dicho de corazón “no nos contaminaremos” (Daniel 1:8).

Mientras algunos padres de familia cristianos han sido dominados por la actitud cultural que “todos los adolescentes son rebeldes”, otros con obediencia a la Palabra y confiando en el poder de Dios oran con sus hijos al salir de sus casas o mientras los llevan a las escuelas. Son padres que siguen las instrucciones de la Palabra para la orientación y dirección de sus hijos (Malaquías 4:6). Son padres que junto con sus hijos celebran un tiempo devocional todos los días para aprender lo que Dios quiere de cada miembro de la familia (Deuteronomio 31:13). Son padres que han entendido que la verdadera educación de los hijos comienza en la casa, especialmente con el ejemplo (Deuteronomio 6:4-9).

Mientras algunos piensan que la única manera de hacer la obra misionera es viajando a lugares lejanos, otros han entendido bien que la orden dada por Jesucristo: “id y haced discípulos a todas la naciones” comienza en el lugar donde uno vive, trabaja o estudia. En este sentido, algunas familias, maestros y estudiantes cristianos, junto con iglesias comprometidas, han comenzado a orar por las escuelas donde estudian sus hijos. Otros hacen visitas a las autoridades educativas de la escuela o el distrito escolar y manifiestan su interés en apoyar espiritualmente las actividades educativas que desarrollan.

Mientras algunos estudiantes llevados por verdaderas necesidad económicas y en algunos casos solamente motivados por el consumismo cultural, abandonan la escuela y se dedican a trabajar, otros con iguales necesidades y con la misma tentación cultural de tener cosas, deciden junto con sus padres hacer un esfuerzo para seguir estudiando hasta lograr una mejor educación.

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Hay una variedad de posibilidades para que el regreso a clases de niños, jóvenes y adultos sea una gran celebración de “¡sí se puede!”. Las siguientes ideas se pueden desarrollar en forma permanente tanto en el contexto familiar como en el ministerio de la iglesia:

1. Compartir testimonios de estudiantes, maestros o padres de familia acerca de las victorias logradas en la escuela en lo académico, o en cuanto a las oportunidades de testimonio que han tenido.

2. Estimular a los estudiantes que han logrado calificaciones excelentes.

3. Involucrar a estudiantes y maestros en matemáticas y otras materias para desarrollar un ministerio de tutoría o de ayuda a estudiantes de la comunidad.

4. Desarrollar un plan de entrenamiento o consejería para los padres de familia que enfrentan situaciones difíciles con sus hijos.

5. Como iglesia participar en el reconocimiento y premiación a estudiantes y maestros distinguidos que hacen las escuelas al terminar el año escolar.

Como cristianos no debemos conformarnos a las cosas que nos ofrece el sistema cultura en que vivimos (Romanos 12:2). Estamos llamados a vivir en el “¡sí se puede! que nos enseña la Palabra de Dios. Como cristianos debemos dejar de echarle la culpa al gobierno o a los sistemas educativos; más bien, debemos orar, aportar ideas, participar en las reuniones de los padres de familia y en las juntas escolares para ser agentes de cambio. Porque en el poder de Jesucristo, “¡sí se puede!”.
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Para ayudar a los padres y a los estudiantes a poner en práctica el “¡sí se puede!”, recomendamos los siguientes libros publicados por Editorial Mundo Hispano : Manual para consejeros de jóvenes, Josh McDowell; Devocionales para la familia, Josh McDowell ¡No sueltes la cuerda!, Gilberto Gutiérrez; Pregúntame cualquier cosa, J. Budziszewski.
Web site de Casa Bautista de Publicaciones: http://editorialmh.com/casabautista/index.html