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Sobrevivientes de Japón aprenden a reír de nuevo


OFUNATO CITY, Japón (BP)–Un silencio cae en el salón cuando los estadounidenses de extraña apariencia llegan. Los japoneses discretamente chequean el brillante cabello rojo. Cuchichean sobre la ropa demasiado grande y los colores primarios que visten. Se tocan la nariz, comparándola mentalmente con la roja y redonda de sus visitantes.

El equipo de la Iglesia Bautista New Hope de Fayetteville, Georgia, rápidamente rompe el hielo con grandes sonrisas y exagerados ademanes de saludo. Una japonesa de 86 años les devuelve el saludo y les tira un beso. Cuando el estadounidense de cabeza roja simula que lo atrapa y tropieza con la desviada fuerza del imaginario beso, la multitud rompe a reír. Los georgianos toman con calma el inusual estallido de los estoicos japoneses. Después de todo, eso es lo que hacen los payasos — brindar risas y gozo.

Para algunos en esta vivienda temporal, es la primera risa desde el 11 de marzo cuando el terremoto y el tsunami arrasaron su pequeño pueblo de pescadores. A medida que la risa aumenta, “Deano T. Payaso” sobreactúa aun más. Él sabe que es una parte importante del proceso de sanación para aquellos que padecieron tanto dolor físico y emocional.

“La risa es uno de esos lenguajes universales,” explica el veterano payaso. “Es terapéutica. Nuestra esperanza es que al menos por un momento, los sobrevivientes puedan olvidar el asunto de vida que enfrentan ahora mismo y solamente rían.”

Han pasado seis meses desde que las olas arrasaron la ciudad de Ofunato. No quedó nada en esta comunidad construida junto al puerto, solamente fundamentos vacíos y pilas de escombros que esperan ser reciclados.

Las viviendas temporales del gobierno — pequeñas casas prefabricadas de aluminio — se apretujan en cualquier espacio abierto y plano en lo alto del camino de la montaña, tienen vista a la eliminada ciudad y traen a la mente los recuerdos que la mayoría preferiría olvidar. El espectáculo de Deano T. Payaso y “la señora Uppington” que caminan pesadamente a través de su complejo habitacional calzando zapatos enormes es una enorme distracción que ayuda en esta tarea. La mayoría nunca había visto un payaso en persona.

Las cortinas se separan y las caras se asoman para ver el improvisado desfile. El brillante maquillaje y la ropa de los payasos contrastan fuertemente con los incoloros alrededores de estas viviendas. Las puertas se abren y los residentes emocionados se precipitan al pequeño salón comunal. Inclusive los trabajadores de construcción hacen a un lado sus herramientas y se unen al desfile.

“Este es el mayor grupo de personas que yo haya visto afuera de sus viviendas,” dice el director social, mientras sonríe ante el inmediato impacto de este ministerio de payasos.

Es difícil en muchos casos tener sobrevivientes que salgan de sus viviendas debido a la depresión. Seguir adelante con la vida ha sido un proceso lento y difícil. Más de 20.000 personas murieron y más de 100.000 perdieron sus casas. Un estimado de 158.000 personas de esta región de Tohoku perdieron sus empleos debido a la destrucción causada por el tsunami — la industria pesquera fue prácticamente destruida, las fábricas fueron demolidas y la mayoría de las tiendas no ha reabierto.

Los misioneros de la IMB, Tak y Lana Oue dicen que “el cuidado del corazón,” como este, es una de las prioridades en esta etapa de la ayuda en desastres. Cuando los líderes de la comunidad les dijeron que era tiempo de seguir adelante con su vida — reír y ser animados, ellos supieron que era el momento de llevar el ministerio de payasos de Georgia.

ENVÍEN LOS PAYASOS

El salón comunal está a reventar, difícilmente hay espacio para que los payasos hagan su acto o para que los SOCs (ayudantes de payasos) ofrezcan café y té. Los observadores entornan los ojos a través de las ventanas y se agolpan en la puerta.

Las tontas monerías de los payasos provocan sonrisas, aplausos y risas. Deano T. Payaso les echa el guante a voluntarios de la audiencia y les enseña cómo hacer girar platos en un palo. La señora Uppington desafía Deano T. Payaso a competir y a competir — cada vez todo termina en algún desastre gracioso.

Las sonrisas de todas las edades son amplias — o más bien, todos están sonriendo excepto la señora Uppington.

“Deano, me duele el corazón,” dice la señora Uppington mientras la audiencia se inclina más para oír mejor.

Mientras ella describe como perdió su casa, amigos y parientes y lo sola que se siente, la señora Uppington rompe en pedazos un corazón de papel. Varios asienten con la cabeza en aceptación. Ellos entienden cómo se siente ella.

Desde el terremoto, el tsunami y el actual desastre nuclear, la depresión y el suicidio predominan. El país ya tenía uno de los índices más alto de suicidio en el mundo, pero las nuevas cifras muestran que el número de muertes se ha elevado un 39 por ciento desde el triple desastre. Más de 3.281 personas se suicidaron solamente en el mes de mayo. Algunas de estas muertes han ocurrido en las viviendas a las que los misioneros de IMB visitan junto con el equipo de misioneros como el de New Hope.

Deano T. Payaso toma el corazón roto y suavemente lo coloca dentro de una caja vacía llamada “vida.” Él explica que Jesús puede sanar todas las heridas, incluyendo un corazón roto. Él le pasa a la señora Uppington la caja y ella saca un corazón completo. La multitud rompe en vítores. Algunos tienen lágrimas en los ojos.

En muchas de estos complejos de viviendas, es la primera vez que se ha permitido que los equipos ministeriales compartan el evangelio tan abiertamente. Esta área de Japón es conocida por ser la más resistente, con menos de un 1 por ciento que dicen ser cristianos.

“Usamos el humor y payasear para tener acceso y dejarles saber del amor de Jesús,” explica la señora Uppington. “Algunas veces, como payasos, podemos compartir más abiertamente que si vistiéramos ropa regular.”

Después de que termina el show, los sobrevivientes tímidamente se acercan a los payasos. Quieren sacarse fotos con ellos, sin mencionar que tratan de comprender todos los trucos ilusionistas que ellos realizan. Los miembros de la tropa de payasos de SOC caminan entre la multitud ofreciendo bebidas y un oído para escucharlos. La risa continúa mucho después de que salen.

“Se siente bien reír,” dice sonriendo Kashima Saito de 86 años. “Los payasos son muy graciosos. Eventos como este son muy animadores y nos mantienen el espíritu arriba.”

Es la actitud de “nunca darse por vencido” la que impresiona más al equipo de New Hope. Después de escuchar muchas historias de supervivencia, ellos entienden las tragedias en un completo nuevo nivel — una forma que no se puede describir en una historia o show de televisión.

“La gente es fuerte. Ellos son sobrevivientes,” dice Deano T. Payaso, señalando a sus nuevos amigos Shiro y Ritoko Ogasawara como un ejemplo. “La vida nunca volverá a ser la misma aquí, pero a pesar de eso ellos siguen adelante.”

La pareja japonesa invita al equipo a su hogar temporal para que descansen un rato y se tomen una taza de té después de su actuación. Diez personas se escurren dentro del pequeño cuarto.

Shiro les agradece a los georgianos que hayan llevado risas y gozo de nuevo a su ciudad. Mientras su esposa les sirve té, ella se disculpa por el limitado espacio y por el hecho que como anfitriones no tienen mucho que ofrecer. Ella le dice al equipo ministerial que su familia está entre los afortunados. Ellos perdieron su casa y la mayoría de sus posesiones pero ninguno murió.

“Usamos ropa donada. Inclusive estas tazas de té son recicladas; las sacamos del lodo y las lavamos,” dice Ritoko. “Después de todos estos meses, estamos reconstruyendo nuestras vidas de nuevo. Debido a nuestro contacto con voluntarios como ustedes, soñamos y pensamos en el futuro.”
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Susie Rain es una escritora/editora que vive en el sudeste de Asia. Para obtener más información en cómo ofrecerse de voluntario para el Proyecto de Ayuda en Desastres de Tohoku de la Junta de Misiones Internacionales, envíe un email a [email protected].

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