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Tratamiento ‘real’ ayuda a una familia a compartir sobre el Rey Verdadero


[SLIDESHOW=40332,40333]REGIÓN DEL AMAZONAS (BP) — La mayoría de las niñas sueñan en convertirse en princesas, pero pocas tienen la oportunidad de hacer ese sueño realidad. En el caso de Naomi y Hannah Jansen,* las hijas adolescentes de los misioneros entre las tribus no alcanzadas en Sudamérica, no se trató de un cuento de hadas donde vestían vestidos de gala centellantes y vivían en amplios castillos.

Su piel y cabello, no sus vestidos, fueron decorados cuando fueron presentadas en la ceremonia de la tribu para ser las reinas de la aldea, embajadoras de la paz tribal quienes desplegarían puestos de honor y reflejarían un alto nivel de respeto hacia sus padres.

La señal más notable de que una niña ha sido considerada para ser una reina de la aldea es que supuestamente los locales no deben pelear en su presencia, o esto traería vergüenza a sus familias. Naomi y Hannah no han tenido la oportunidad de dar sus servicios todavía, pero saben muy bien que su papel es silenciar un argumento, en caso que uno emerja entre los aldeanos.

“La razón principal por la cual ellos querían que mi hermana y yo lo hiciéramos fue porque respetan a mi padre,” dijo Naomi. “El hecho que la hija de alguien sea una reina, es un enorme honor para los padres.”

Eso no quiere decir que su padre, Jacob,* no tuvo que pensarlo muy bien antes de que sus hijas aceptaran el honor. Antes de otorgar su consentimiento, él pasó varias horas inquiriendo con uno de los miembros de la tribu sobre todas las responsabilidades que esto implicaba.

Parte de la familia

Aparte del estatus honorario de Naomi y Hannah, cada miembro de la familia misionera ha sido adoptado por una familia dentro de la tribu.

“Cuando alguien viene a esta aldea, les gusta adoptarte para aceptarte como a uno de ellos… para saber quién eres, y dónde encajas,” explicó Naomi.

Como parte de la presentación ante esta sociedad basada en familias, los aldeanos preguntan: ¿Quién es tu familia aquí? ¿Quién es tu madre aquí?

“Hasta que sepan quién es tu madre, ellos realmente no sabrían dónde encajas tú,” dijo Jacob. “Cada uno de nosotros fue adoptado para tener una madre y una familia en donde encajáramos, y así todos saben la relación que tenemos. Así saben si nos deben tratar como a un tío, un sobrino o un hermano” o como a un miembro de otra familia.

‘Rural’ vs. ‘remota’

La familia misionera pensaba que sabía muy poco sobre la vida en un área rural. Pero hay una diferencia entre lo rural y lo remoto.

“Yo pensaba que vivíamos en un lugar remoto cuando nos mudamos de Texas a Tennessee y vivíamos a 20 minutos de un Wal-Mart,” bromea Jacob.

Ahora, están a unas cuatro horas del lugar donde pueden comprar sus provisiones. De cierto modo, la familia de siete miembros ha aprendido a ser autosuficiente. Jacob, con un poco de conocimiento sobre construcción, construyó la pequeña morada de su familia con una sala común y recámaras con literas. Su esposa Jessica,* educa en casa a los cuatro hijos que aún viven con ellos; uno de sus hijos ya va a la universidad. Pero la vida entre la tribu no es individualista; es una vida colectiva donde todos dependen el uno del otro.

Por ejemplo, si una familia necesita un ingrediente para completar una comida, se lo piden a otro en la aldea.

Jacob aprendió este método de dar y recibir mientras construía su morada.

“Yo me quedé con mi familia adoptiva. … Ellos me preparaban la comida,” dijo. Cuando recogió su ropa sucia para ir a lavarla al arroyo, su madre adoptiva le preguntó qué hacía. Luego le dijo que se supone que eso es algo que ella haría por su hijo.

Princesa sólo en nombre

A pesar de sus títulos honorarios como reinas en la aldea, Naomi y Hannah ayudan a su madre con la preparación de alimentos y otros quehaceres — no se permite tener el complejo de princesa por estos rumbos. El hijo, la hija menor y el mismo Jacob echan la mano con los deberes del hogar, al igual que entre los aldeanos, la mayoría de las cosas son un esfuerzo cooperativo.

No hay máquinas lavaplatos, sólo manos, dijo Naomi. No hay restaurantes o teléfonos, así que es fácil pasar tiempo en familia, es difícil evitarlo.

La parte central de su morada cuenta con energía eléctrica, así que pueden ver DVDs, pero no tienen luz en sus camas, así que a menudo esto implica que deben irse a dormir temprano, dijo Jessica.

Ella va al arroyo a lavar la ropa y después regresa a casa, donde utiliza una tabla para tallar dentro de una tina para terminar de lavar la ropa a mano.

Jessica estaba familiarizada con las recetas caseras, pero ahora tiene ingredientes limitados y los viajes mensuales a la ciudad absorben casi todo un día, así que la preparación de alimentos exige tiempo y planificación — listas precisas de ingredientes necesarios para preparar el menú de entre cuatro y seis semanas a la vez.

“Siempre me gustado hacer listas, pero ahora he aprendido como nunca antes a hacerlas bien,” dijo Jessica.

No siempre puede estar segura que habrá pan en la ciudad, así que ella tiene que hornear el suyo. La familia ha plantado una pequeña hortaliza ya que es difícil encontrar vegetales empaquetados.

Transportar cosas ha sido más fácil desde que compraron un vehículo 4×4, gracias a las donaciones de los bautistas del sur a través del Programa Cooperativo y la Ofrenda de Navidad Lottie Moon. Anteriormente, la familia rentaba una camioneta con plataforma trasera para hacer los viajes a la ciudad.

“Queremos darles las gracias por sus donaciones a la Ofrenda de Navidad Lottie Moon porque sin ustedes, no podríamos estar aquí… haciendo nuestra parte compartiendo el Evangelio,” dijo Jacob. “Nuestra gente…necesita escuchar la Palabra de Dios. Tienen tantas influencias de la gente a su alrededor.”

Compartiendo sobre el Rey Verdadero

En el grupo tribal con quien trabaja esta familia, menos del 2 por ciento de su población es cristiana evangélica. La religión étnica está profundamente enraizada en la identidad del pueblo, y convertirse al cristianismo puede ser equivalente a sentirse separado de su propia cultura. Aprender el idioma es otro obstáculo para los Jansen, ya que los aldeanos hablan un lenguaje tribal diferente al que se usa principalmente en la región.

Cuando Jacob cuenta las historias bíblicas en la aldea, un miembro de su familia adoptiva que habla el idioma regional traduce la historia al idioma tribal. Este proceso le permite a los locales que hablan ambos idiomas escuchar la historia dos veces. Jacob cuenta las historias cronológicamente yendo del Antiguo al Nuevo Testamento para darle a la gente un entendimiento más completo de la Palabra de Dios, ya que la mayoría no sabe leer.

Jacob y Jessica trabajan con tutores de idiomas, luego Jacob pasa tiempo practicando en la aldea lo que ha aprendido ese día, mientras que Jessica educa en casa a sus hijos. Jessica practica el idioma después cuando interactúa con las mujeres de la aldea.

Mientras Jacob conversa con los locales, “la gente se ríe de mí, me corrige la pronunciación, así que parte de la vida diaria es que se rían de mí mientras aprendo el idioma….

“La única manera en que realmente pueden abrir sus corazones de una buena manera es escuchando las historias de Dios en su propio idioma,” dijo Jacob. “Así que estamos motivados, impulsados, no por nuestro deseo de aprender otro idioma, si no por nuestro deseo de comunicar claramente el Evangelio.”

Hasta ahora, seis creyentes en la aldea han sido bautizados y se reúnen con ellos semanalmente. “Podemos ver que entienden quién es Dios y lo que Él puede hacer por ellos y cómo pueden amarlo,” dijo Jacob.

La meta es que con el tiempo uno de ellos pueda ser el líder de los servicios, dijo Jacob. Otros miembros de la aldea están interesados en escuchar la Palabra de Dios y están comenzando a asistir.

Los domingos por la mañana, los misioneros reúnen entre 60 y 80 niños de la aldea para jugar juegos asociados con una historia bíblica que escucharán después. Jacob hace visitas de seguimiento en las casas para contarles a los padres las historias que sus hijos están aprendiendo.

Los viernes y sábados son noches de jóvenes y familias, incluyendo un tipo de juego de hockey usando palos.

Naomi comenzó un estudio bíblico semanal para niñas, tejiendo y haciendo manualidades mientras van conociéndose mejor y conversan sobre las historias bíblicas.

Están donde Dios los quiere

Jessica sintió el llamado misionero, cuando era adolescente, en un campamento de la iglesia. En el caso de Jacob, sucedió como adulto en un viaje misionero. Había sentido el llamado y estudió para el ministerio, pero no fue si no hasta uno de sus viajes misioneros a Sudamérica que se dio cuenta que la ubicación de ese ministerio iba a ser en el sur y no en Norteamérica.

La familia no terminó donde ellos pensaban, pero mirando hacia atrás, Dios les estaba guiando a este lugar, dijo Jacob. Durante una escala entre los vuelos del viaje misionero a esta región, Jacob y su mentor oraron, “Dios, ¿Pudieras enviar a uno de nosotros dos a alcanzar a este pueblo?”

Años después, el mentor le dijo a Jacob que había estado orando específicamente que Dios lo enviara a él a predicar el Evangelio en esta área donde actualmente vive la familia Jansen.

*Seudónimos.

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  • Por Kate Gregory