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Un corazón indeciso

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Una canción del grupo Enigma Norteño dice en una de sus estrofas, “que difícil situación la que yo tengo, Ay más difícil para mí es partirme en dos, A veces quisiera salir corriendo, Dividido tengo ahora el corazón”.

Algunas veces intentamos hacer algo y fracasamos porque tenemos un corazón dividido o indeciso. No resolvemos hacer algo de veras. Navegamos en la arena movediza de la indecisión, sin determinar nada. Después de haber decidido algo, nos preguntamos, ¿Debo yo?  ¿O no debería ir adelante? ¿O más bien, debería retroceder un poco o no hacer nada?  

La vida requiere el balance emocional de un corazón comprometido y resuelto. No podemos andar como un velero sin rumbo llevados por el soplar del viento. Santiago 1:6 nos recuerda, “Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento”(NVI).

Cuando te enfrentes a un desafío, el corazón decidido busca en oración una solución en Dios. Si ya él te la ha dado, entonces avanza. El corazón dividido (indeciso) busca un escape o una salida.

¿Alguna vez has vencido la tentación por tener un corazón dividido? ¿Qué nos ayuda a obtener el balance emocional de un corazón comprometido? En mi humilde experiencia, encuentro que renovar nuestro compromiso con Dios es algo que nos fortalece y debemos hacer frecuentemente.

A través de la Biblia encontramos a hombres y mujeres de Dios quienes hicieron pactos mediante los cuales se comprometieron a buscar de todo corazón y con toda el alma al Señor. Lo hicieron una primera vez y luego lo repetían con el tiempo. Esta renovación refresca el alma y la memoria. Nos ayuda a mantenernos alertos y a permanecer en la fe. 

Un corazón decidido no espera por las condiciones perfectas. ¿Por qué?  Porque las condiciones correctas nunca llegan. La indecisión limita al Todopoderoso y debilita nuestra fe en su capacidad de hacer milagros en nuestra vida. ¡Si Él ha puesto la visión en tí – adelante! ¿Qué estás esperando? Esperar, dudar, divagar y el ser un indeciso es desobedecer a Dios.

El tiempo correcto es ahora. No podemos hacer nada con el pasado y el futuro es esperanza. ¿Qué debes hacer para prepararte y estar más cerca de donde quieres llegar? Renueva tu compromiso con él y resuelve no navegar entre dos aguas, dejarte llevar por las circunstancias o vivir buscando la aprobación de otros.

La crítica, el que te juzguen y el quejarse son criaturas del viento. Estas van y vienen en el aliento desgastado de las cosas menos importantes de la vida. Estas no deben tener poder sobre nosotros. Deja que Cristo agarre el timón de tu barca y confía tu rumbo al que calma la tempestad con una palabra. Pídele que te dé un corazón decidido. 

Imagínate que eres un concursante en el programa de TV “Let’s Make a Deal” y el anfitrión del programa te invita a escoger entre dos premios cubiertos por cortinas. Detrás de una cortina, está la palabra “Compromiso”. Detrás de la otra cortina está la palabra “Salida”. ¿Cuál de las dos estás listo para escoger hoy?

¿Dónde está tu pasión por Dios? ¿Te ha preguntado alguien qué pasó con los sueños que tenías antes? ¿Has dejado que estos sueños tomen un asiento trasero en tu vida? Pídele a Dios que encienda tu pasión de nuevo. Ruégale que renueve el fuego de tu llamado.

Cuando se trata de tomar decisiones, ¿cómo te describes en este momento y por qué?  ¿Te describes como listo, pensando, apunto, preparado, casi listo o indeciso?

Ten un corazón decidido para Dios.

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  • Por Luis R. López