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Un fatal accidente no destruyó su llamado

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MADRID, España (BP)–Al escuchar la historia de Jan Johnsonius algunos quizá se preguntaran por qué decidió regresar.

Pareciera que ella ya le había dado todo a las misiones — incluso a su esposo.

“Pero una vez que has decidido servir al Señor en el campo misionero,” Johnsonius mencionó, “el deseo no se va.”

Ella y su esposo no habían pasado mucho tiempo en la Argentina como misioneros de la Junta de Misiones Mundiales (IMB por sus siglas en inglés) cuando tuvieron un accidente automovilístico muy fuerte. Jim murió en el acto y Jan sufrió heridas graves. Esto sucedió el 1 de agosto de 1993.

Y exactamente nueve años después — el 1 de agosto del 2002 — ella fue comisionada nuevamente para servir en esta ocasión en España. “Sería demasiada coincidencia que el Señor no estuviera redimiendo esa fecha tan difícil para darle un nuevo significado,” comentó Johnsonius.

Era otra oportunidad para seguir el llamado que ella y su esposo compartían y para usar el idioma que ambos habían estudiado juntos.

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“Las personas que me conocían sabían que no era una cuestión de ‘si’ iba a regresar sino de ‘cuándo’ iba a hacerlo,” afirmó recordando que ella se había comprometido con el Señor para servirle en las misiones aún antes que junto con su esposo fueran al campo misionero. “No quería únicamente estar siguiendo a mi esposo,” comentó. “Quería que fuera un llamado personal.”

Y así fue.

En la actualidad Johnsonius trabaja entre los jóvenes profesionistas de Madrid sirviendo como mentora de vida para ayudar a que las personas alcancen sus metas. “La tasa de desempleo en España es del 22 por ciento,” resaltó, “por lo que existen muchas oportunidades para servir a la gente y para establecer relaciones como mentora de vida.”

En cuanto tiene la oportunidad de hacerlo, Johnsonius dirige a sus clientes a la sabiduría y paz que fluyen de la Palabra de Dios. Una mujer a la que ayudaba como su mentora continúa reuniéndose con ella para estudiar la Biblia a pesar de haber concluido su necesidad de mentoría.

“Las puertas se abren así—se trata de ser sensible a la obra que el Espíritu Santo ya está hacienda,” comentó Johnsonius.

Además dijo que se regocija al ver cómo se abren puertas. En una vibrante ciudad de 6 millones de personas, la gente no necesariamente se detiene a conversar con nadie. Están abiertos a relacionarse, pero raramente inician una amistad.

Sin embargo, Johnsonius no acepta la percepción común acerca de “intentar sembrar en el concreto” como una excusa para reprimirse para compartir el evangelio.

“Solía ser mas renuente,” afirmó, “pero antes de regresar a España decidí ser más abierta para conversar con la gente y esperar a que Dios se encargará del resto.”

Un día eso sucedió a través de una discusión acerca de una película entre profesionistas de la ciudad. Los creyentes invitan a no creyentes para ver una película que tenga varios temas de conversación y después el grupo charla sobre ellos.

“Es una manera de ayudar a que los creyentes locales puedan compartir su f,” afirmó.

Además de pedir oración por su ministerio, Johnsonius solicita oración por lo siguiente:

— que los corazones de los españoles estén abiertos al evangelio.

— que los creyentes españoles se apasionen para alcanzar a sus amigos que no conocen a Cristo.

— que los jovenes profesionistas en la ciudad de Madrid puedan conocer la paz y salvación que Cristo ofrece.
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Ava Thomas es una escritora residente en Europa para la Junta de Misiones Mundiales