- Baptist Press - https://www.baptistpress.com -

Una constelación de ciudades perdidas en China

[1]

NOTA DEL EDITOR: La Ofrenda de Navidad Lottie Moon suplementa el Programa Cooperativo proveyendo apoyo a más de 5,600 misioneros bautistas del sur que comparten el Evangelio en el extranjero. Este año, la meta de la ofrenda es recaudar $175 millones. El tema de la ofrenda Lottie Moon en este año es “¿Quién falta? ¿Quién irá?” Se enfoca en vencer las barreras para que escuchen y acepten el Evangelio en varias partes del mundo y en la misión que la Gran Comisión da a todos los cristianos para “ir y hacer discípulos a todas las naciones.” La Semana de Oración por las Misiones Internacionales 2009 será del 29 de noviembre al 6 de diciembre. Para obtener recursos en español acerca de la ofrenda visite http://hispanos.imb.org/lottie/.

BEIJING (BP)–En los últimos 20 años, el centro de China ha estado viendo crecer ciudades a una velocidad récord: 223 poblados y aldeas ya han alcanzado una población de más de un millón en cada una, y unas 250 más ya llegaron a los 400,000.

Para la gente rural, quienes se están mudando hacia las áreas urbanas en números sin precedentes, el crecimiento les presenta nuevas oportunidades.

“Los salarios son mucho más altos en las ciudades, así que estas poblaciones están experimentando un gran influjo de gente,” dijo Naomi*, una obrera cristiana. “Puede ser que una ciudad tenga una población de cerca de un millón, pero puede ser que en unos pocos años alcance los 6 millones.”

Aún así, en esta constelación de ciudades perdidas en el centro de China, los cristianos conforman menos del 0.01 por ciento de la población.

“Además de las ciudades, intentamos trabajar con las aldeas porque muchas de [estas personas] irán a la ciudad,” explicó Naomi. “Si podemos alcanzar a la familia, entonces ellos enviarán la influencia del creyente a la ciudad.”

[2]

El progreso que ocurre hoy en día fue construido en el pasado. Cuando China cerró sus fronteras en la década de 1940, las oraciones por los creyentes no cesaron. Tampoco el Espíritu de Dios. Cuando los obreros regresaron a las áreas rurales décadas después, encontraron más creyentes que cuando se cerraron las fronteras.

“Encontramos a jóvenes que decían que creyeron porque sus abuelos les contaron de Jesús,” dijo Naomi. “Incluso cuando las condiciones eran muy difíciles, sus familias encontraron la manera de explicar su fe.”

La obra bautista del sur continuó en la década de 1990 entre las casas-culto. En una chispa de reavivamiento en el 2000, cerca de 1,500 personas hicieron decisiones por Cristo en una población. “Su influencia,” señaló Naomi, “se ha esparcido por otras áreas.”

Los Wong* y los Cho* son dos parejas que encontraron la fe durante un reavivamiento y se mudaron a uno de los centros de población para trabajar.

Mei Ling Wong* dice que era un caso difícil. Su hermana mayor se había mudado a la ciudad anteriormente, pero cada año regresaba a su ciudad natal para testificar a su familia.

“Le llevó 10 años,” dijo Mei Ling. “Al principio le dije que quemar incienso y alabar a nuestros dioses había sido parte de nuestra cultura por miles de años. Yo no iba a creer en un dios extranjero. Luego ella dijo que las ofrendas que dimos a nuestros ancestros, a nuestros dioses, no hubieran podido ser recibidas por los dioses. Esos dioses no tienen manos, no tienen brazos, así que no pueden recibir ofrendas. Nunca había pensado en eso.”

Tradicionalmente, ella dice, los chinos son budistas, pero también alaban a sus ancestros y a los dioses en la naturaleza. La mayoría de las aldeas tienen una higuera de bengala, y todos adoran a ese árbol.

“Yo le pregunté a mi hermana el nombre de ese dios extranjero, y mi hermana me dijo que Él es el Dios celestial de todas las cosas, Jesús. Entonces me dí cuenta de que yo debería creer en Él.”

Samuel*, el esposo de Mei Ling, se tardó un poco más en aceptar a Cristo como su Señor y Salvador.

Mei Ling es mi segunda esposa,” dijo Samuel. “Mi primer matrimonio terminó en un divorcio antes de que yo me convirtiera en un creyente. Si alguno de nosotros hubiera sido creyente entonces, hubiéramos sabido mucho más acerca de cómo hacer que nuestro matrimonio funcionara.”

Samuel señaló que, incluso entre creyentes, muchas parejas tienen problemas maritales. A menudo los esposos que van a otra ciudad a trabajar ponen allá una segunda casa con una amante. Sintiendo la importancia de trabajar con esas parejas, Samuel y Mei Ling comenzaron a aconsejarlos acerca de cómo construir un matrimonio cristiano.

“Aconsejamos a algunos en privado, y también tenemos seminarios de enriquecimiento matrimonial,” dice Samuel. “Yo escribo para el periódico cada semana para ofrecer consejos para los creyentes que quieren mejorar sus matrimonios.”

El periódico local se interesó en el ministerio de los Wong después de que imprimieron folletos y los distribuyeron en la comunidad. El periódico les pidió que comenzaran a escribir una columna, en la cual él incluye las Escrituras y una perspectiva cristiana.

“Necesitamos más entrenamiento,” dijo Samuel. “China no ofrece este tipo de entrenamiento.”

Los Cho están de acuerdo en que el entrenamiento también es esencial para lo que ellos hacen. Sin embargo, su enfoque está en los niños.

“Para nosotros, es importante aconsejar a las familias acerca de sus hijos,” dijo Dae Ling Cho*. “Cuando las parejas se hacen creyentes, no saben cómo criar a sus hijos. Si no hacen nada, los niños no van a estudiar, y no van a tener éxito en la vida. Tratamos de darles principios espirituales para ayudarlos.”

El sendero que tomó Dae Ling para convertirse al cristianismo la llevó un poco lejos de casa. Se mudó a Europa para estudiar durante seis años. Una amiga comenzó a compartirle su fe, animando a Dae Ling para que orara la oración del pecador.

“Mi amiga se convirtió en una creyente porque alguien le testificó y le dio una Biblia. Ella comenzó al inicio y sólo leía una frase por día. Luego de 14 días, ella se dio cuenta de que no tenía porqué tener miedo de la oscuridad porque Dios estaba ahí. Le entregó su vida a Dios. Ella me dio una Biblia y un libro para que los leyera. Yo me convertí en el 2002.”

Después de que regresó a China, unos amigos le presentaron a Daniel*. Ella le compartió de su fe y él también se convirtió en un creyente. Se hicieron novios y luego se casaron. Hoy ambos ministran a las familias.

“El trabajo que hacemos nos da maneras de comentar sobre nuestra fe,” dice Dae Ling, “pero también nos da oportunidades para compartir con aquellos que aún no han creído.”

Ambas parejas, los Wong y los Cho, a menudo regresan a su aldea rural de origen para ayudar a la casa-culto de ahí. Además, ayudan a coordinar los esfuerzos cuando vienen grupos de voluntarios al área para trabajar con los niños y compartir sus testimonios. El seguimiento lo hacen los obreros chinos.

“Ellos son muy buenos para el seguimiento,” dijo Naomi. “Hemos aprendido que es más efectivo entrenar a los chinos y dejarlos que tomen el liderazgo. Ellos tienen ideas y se mueven en direcciones que nosotros nunca hubiéramos pensado.”

Ideas como el ministrar a través de la música.

Por ejemplo, los obreros chinos usaron su propio dinero para compilar más de 300 himnos e imprimir 1,000 copias para ser distribuidas.

“Todos los himnos fueron escritos por chinos,” explica Naomi. “Son nativos de este país—no nos los pidieron prestados.

“Los chinos aman la música,” continua. “Muchas veces, estos creyentes entran en las aldeas cantando, y eso atrae a la gente a que venga a verlos. Les abre una puerta para compartir a Jesús.

Nadie sabe exactamente la cantidad de creyentes que hay en China. Los cálculos oficiales dicen que son unos 70 millones, pero algunos creyentes todavía no hacen pública su fe.

“Todavía hay tanto por hacer,” dijo Naomi. “Los grupos de voluntarios que han venido han ayudado, pero necesitamos más. Necesitamos que otros vengan y vean las necesidades.”
–30–
*Los nombres se han cambiado. Kathie Chute cubrió esta historia para la Junta de Misiones Internacionales.