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Una iglesia de Texas aborda el ‘sube y baja’ de ministrar al inmigrante

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BROWNSVILLE, Texas (BP) — Para Carlos Navarro, pastor de la Iglesia Bautista de West Brownsville, no es nada nuevo la necesidad humana vista en las caravanas inmigrantes que llegan desde centro y Sudamérica hacia las fronteras de los Estados Unidos. Navarro, quien fuera un inmigrante ilegal, ha ministrado a los inmigrantes en el Valle del Río Grande de Texas durante un cuarto de siglo.

Este otoño pasado, el periódico Southern Baptist TEXAN entrevistó a Navarro y a Diana, su esposa por 36 años, en Brownsville, cuando la pareja celebró 25 años en su iglesia y a la vez se preparaba para la más reciente emergencia inmigrante.

Navarro dijo que sus mayores necesidades no son monetarias si no prácticas: ropa, cepillos de dientes, artículos higiénicos, y Biblias en español — de preferencia la versión de 1960 de la traducción Reina-Valera encuadernada con cubiertas negras.

“En el verano, cualquier camiseta es suficiente,” dijo Navarro, mostrando camisetas de la campaña política del 2014 como un recordatorio de que la gente que no tiene nada, lo agradece todo. Se necesitan sudaderas con capucha en el invierno, añadió.

Navarro distribuye tales donaciones en un centro local para el inmigrante y envía voluntarios con Golan Ministries, un ministerio de su iglesia West Brownsville, quienes cruzan la frontera ofreciendo ayuda humanitaria en Matamoros, México. Los equipos de Golan llevan a México mochilas llenas de artículos y ropa, con cuidado de no sobrecargarlas, no sea que les sean confiscadas.

West Brownsville también otorga ayuda financiera mensual a su plantación de iglesia en Chiapas, México, en la frontera con Guatemala, donde los inmigrantes han estado llegando en multitudes a la iglesia pidiendo ayuda.

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Golan Ministries — cuyo nombre es un recordatorio del apoyo del pastor para Israel — “a donde regresará un día mi Señor y Salvador,” enfatizó — fue formado en abril del año pasado luego que el Consulado de México en Brownsville contactó a Navarro para solicitar ayuda con la crisis fronteriza del verano del 2018.

No es una sorpresa que el consulado solicitara a Navarro que se involucrara.

Los certificados de apreciación y fotografías con dignatarios — incluyendo a Greg Abbott, el gobernador de Texas, y al presidente George W. Bush — adornan las paredes de su oficina en la iglesia, reconociendo sus años de servicio entre los necesitados en la región. El Condado Cameron recientemente reconoció el aniversario de plata de su ministerio en una ceremonia oficial.

Cuando Navarro se mudó a Brownsville en 1993, un pastor jubilado que había dado clases a los detenidos en un centro migratorio le pidió que adoptara el ministerio de voluntarios. Navarro lo hizo hasta que ese centro cerró, y luego se mudó en el 2006 al nuevo Southwest Key Casa Padre Center donde sigue predicando casi todos fines de semana. Aunque Navarro no es el único representante religioso, unos 1,500 de los aproximadamente 2,000 jóvenes y niños en ese centro deciden asistir a su estudio bíblico semanal, y calcula que entre 150-200 personas ponen su fe en Cristo cada sábado.  

Sus mensajes se conectan con los centroamericanos, donde el evangelicalismo es mucho más amplio que en México, dijo Navarro.

“Los muchachos me conocen. Los guardias me conocen. Yo soy de Guatemala. Vine a los Estados Unidos ilegalmente. Yo hablo su idioma,” dijo Navarro haciendo referencia al trasfondo que comparte con los jóvenes detenidos.

La necesidad lo trajo a los Estados Unidos, dijo.

Después de un golpe militar liderado por el General Efraín Ríos Montt en 1982, Navarro, un reservista del ejército, huyo de su país para salvar su vida.

“Tenía 18 años, sin oportunidad de quedarme en Guatemala,” recuerda. Mientras sus amigos optaron por Australia, Navarro se dirigió al santuario más cercano en la ciudad de San Francisco.

Él aceptó a Cristo el día que salió de Guatemala, llevando una Biblia de su madre, una creyente que lo envió a una escuela evangélica desde joven para obtener una educación cristiana, la cual se hizo una realidad cuando se fue de su hogar para siempre.

“Yo entendí el plan de salvación, el Camino Romano, todo eso,” dijo Navarro, admitiendo que “odiaba el tiempo de capilla” y la clase de Biblia en la escuela.

Creyendo que “toda puerta estaba cerrada” y que Dios tenía planes para él, Navarro le dijo al Señor, “Me voy de mi país. Dejo a mi familia. No quiero una vida fácil. Solamente dame una oportunidad.”

En San Francisco, comenzó a leer las Escrituras, donde encontró esta nota de su madre: “Lee la Biblia. Te vas a maravillar de los que Dios puede hacer por ti.”

“Algo dentro de mi me dijo que necesitaba alabar a Dios y encontrar un lugar,” dijo Navarro. La primera iglesia que encontró fue la Primera Iglesia Bautista de San Francisco.

“Fue algo bueno que no fue un Salón del Reino de los Testigos de Jehová o una iglesia mormona,” bromea.

Navarro vivió en el sótano de la iglesia por nueve meses. Su solicitud de asilo político fue negada y la administración de Reagan todavía no emitía la proclamación de amnistía, así que Navarro trabajó con un abogado de migración para pedir un permiso de empleo. Su estatus cambió cuando conoció y se casó con Diana, nacida en San Francisco. Después de la proclamación de la amnistía con Reagan, Navarro pasó por el largo proceso de convertirse en un ciudadano estadounidense.

Aunque estuvo en el país ilegalmente durante años, obtuvo una tarjeta de seguro social y trabajó para una gran fábrica de caramelos y para una tienda departamental. Incluso limpió bóvedas de seguridad en un banco trabajando como afanador. Asistió al seminario Golden Gate Seminary.

Después los Navarro viajaron a El Salvador, donde completó el seminario y la pareja sirvió con la Junta de Misiones Internacionales (anteriormente Foreign Mission Board) como misioneros a inicios de la década de 1990.

“Mi madre me dijo que me iban a matar ahí,” dijo Diana, explicando que la experiencia en El Salvador le ayudó a tener empatía hacia aquellos que huían del peligro, particularmente las madres que deseaban proteger a sus hijos de ser reclutados por la famosa pandilla MS-13. Diana recuerda vivir entre el crimen rampante y donde le preguntaban si prefería que se le robara algo “con o sin dolor.”

Mientras estaban de vuelta en el EEUU temporalmente, los Navarro aceptaron el llamado de West Browsnville en 1993. Carlos se convirtió en el octavo pastor en 10 años de vida de esta iglesia con 65 personas en asistencia promedio.

Hoy en día, con 18 iglesias plantadas — 11 en el Valle y otras en México — cada semana unos 2,200 asisten a la Iglesia Bautista de West Brownsville o a una de sus iglesias afiliadas. La iglesia ofrece cinco servicios cada semana, incluyendo tres los domingos.

La mayoría de los asistentes hablan español, y provienen de trasfondos católicos. La congregación es activa en ganar almas. El calendario de la iglesia está lleno de oportunidades de ministerio. En un esfuerzo de evangelismo mensual en el mercado de antigüedades local típicamente hay más de 100 decisiones por Cristo. West Brownsville invita a los nuevos creyentes a la iglesia, pero los anima a encontrar cualquier iglesia que enseñe la Biblia.

Otros ministerios incluyen el Seminario Bíblico Bautista de Brownsville, una escuela bíblica fundada por Navarro en 1998. El seminario, con extensiones en España, ha graduado a 24 personas, 18 de ellos están en el ministerio a tiempo completo.
La iglesia apoya iglesias y misioneros en 20 países. En su edificio, sus exhibiciones subrayan el enfoque internacional de West Brownsville, el cual también muestra grandes gráficos de Israel a todo color.

Aunque un viaje a Chiapas en noviembre convenció a Navarro de que la caravana que se dirigía hacia Texas había disminuido, quedaban poblaciones significativas de inmigrantes en Matamoros, muchos de ellos de Bangladesh, Camerún y Nigeria. Su súplica es una que Navarro ya ha visto antes, comenzando con los refugiados cubanos buscando asilo en 1997.

Cuando se le preguntó cuál era su solución para la crisis actual, Navarro sacudió su cabeza.

“Este no sólo es un problema de Estados Unidos. Es un problema continental. Quizás la ONU tendrá que hacer algo,” dijo.

Mientras tanto, Navarro continúa predicando en Southwest Key y enviando grupos a Matamoros donde se pueden encontrar inmigrantes.

Los grupos están programados para ir y ayudar. Hay un grupo de profesores y estudiantes de la Universidad de San Francisco con un tráiler con un remolque lleno de ropa y agua embotellada. Un contacto que Navarro conoció cuando vivió en San Francisco organizó a este grupo.

Un subsidio de Southern Baptist of Texas Convention facilitó la compra de 1,500 Biblias en español.

El ministerio para inmigrantes es un “sube y baja,” dijo Navarro, añadiendo que Golan Ministries acaba de recibir la oportunidad de administrar un refugio de 40 camas que el gobierno municipal ya no subsidiará. El refugio alojará temporalmente a los inmigrantes mientras entran a los Estados Unidos provenientes de Matamoros, para solicitar asilo político.

“Quiero llorar cuando pienso en todo lo que ha hecho el Señor,” dijo Navarro.

Para obtener más información, visite iglesiabautistawb.com.