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Una manera de alabar, Quietud


NASHVILLE, Tenn. (BP) — La Biblia y los himnos cristianos nos invitan a reflexionar sobre la grandeza de Dios. Uno de los himnos que cantamos con más fervor es “Mi corazón entona la canción ¡Cuán grande es Él!” LifeWay publicó un libro excelente, sobre este tema, titulado Cautivados por la grandeza de Dios.

Siempre debemos empezar con Dios y pensando en su grandeza. Por eso le invito para que empiece el día cantando “¡Cuán grande es Él!” y se centre en cuán admirable y maravilloso es Dios. Pensar en su grandeza, santidad, sabiduría, amor, fidelidad, misericordia, justicia y poder nos ayuda mucho a ver los retos y situaciones de la vida con otra perspectiva. Yo sé que a veces nos levantamos con el tiempo justo para echar a correr para llegar a tiempo al trabajo. Pero si se da cuenta que no tiene otro momento u oportunidad para hacerlo, le sugiero que lo haga al salir de la cama. Empiece el día pensando en Dios, en su grandeza, en cómo es Él. Todo lo demás en la vida adquiere una perspectiva mucho más proporcionada cuando lo ponemos a la luz de la grandeza de Dios que ha prometido estar con nosotros y no dejarnos ni desampararnos.

Después sigamos pensando en cuán grandes y maravillosas son sus obras. Su obra en la creación, su obra en la redención de la humanidad por medio del sacrificio de Cristo en la cruz, y también su obra en usted y en mí. Como nos enseñan Isaías y Jeremías: “Él es el alfarero y nosotros barro en sus manos.” No solo somos, como seres humanos, obra de Dios, sino que Él está haciendo una obra interior en todos aquellos que se han entregado a Cristo y le permiten cincelar en ellos la semejanza a Cristo que Él quiere ver en todos nosotros.

Gócese mi hermano en cuán grande es nuestro Dios y en cuán admirables son sus obras, especialmente la obra que Él está haciendo en usted. Él nunca se cansa, ni jamás abandona ninguno de sus proyectos, y usted es un proyecto en sus manos. Una vasija preciosa de barro que Él quiere usar para su honra y gloria.
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Este escrito fue publicado originalmente por la revista Quietud® en el número correspondiente al otoño de 2012.

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  • Por José Luis Martínez