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Vive el llamado … ¿en inglés, español o los dos?


BIRMINGHAM, Ala. (BP)–¿En qué idioma debe adorar mi iglesia? Depende del propósito de la iglesia …

Una de las cosas que hace una iglesia saludable es el modo de comunicarse o relacionarse con la comunidad que la rodea. Lo más lógico es que la iglesia alcance a las personas que están alrededor del lugar donde se reúne, ya sea un edificio propio, rentado o prestado. Su primer impacto debe ser en la comunidad.

¿Cómo logra la iglesia impactar a su comunidad? ¿Se ha preguntado alguna vez qué efecto ha causado su iglesia en su comunidad? ¿La conocen los vecinos? ¿Son sus miembros personas que viven en esa comunidad o vienen desde lejos? ¿A qué tipo de comunidad estamos tratando de alcanzar? ¿Conocemos las características de las personas que nos rodean? ¿Sabemos de dónde vienen? ¿Qué costumbres tienen? ¿Qué idioma hablan?

Una pregunta que toda iglesia debiera hacerse es: “Si nos mudamos de lugar, ¿lo notará nuestra comunidad?” Si no lo notan es que no ha hecho impacto alguno. ¿Qué diferencia ha hecho su iglesia en el comportamiento social de los que les rodean?

Hay varias cosas que debemos considerar al mirar a nuestra iglesia. ¿Qué es la iglesia?

1. La iglesia es el reflejo de Cristo.

El Señor Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12), y en Mateo 5:14 dijo: “Vosotros sois la luz del mundo.” La iglesia, cada cristiano, es un reflejo de Cristo; por lo tanto, los demás nos deben ver como personas semejantes a nuestro Maestro.

2. La iglesia es el cuerpo de Cristo.

Romanos 12:5 dice: “Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo.” En Colosenses 1:18 encontramos: “Él [Cristo] es la cabeza del cuerpo que es la iglesia.” La Palabra del Señor dice que somos “muchos,” y que no somos iguales. Eso quiere decir que las diferencias que pudieran separarnos son superadas por el amor de Cristo que nos une.

3. La iglesia es la familia de Dios.

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19). Nadie que es ganado para Cristo es forastero en la familia de Dios; de cualquier país, de cualquier raza, de cualquier idioma, todos somos hijos de Dios, redimidos y unidos por la sangre de Cristo.

Ahora bien, si consideramos solamente estos tres aspectos de la iglesia, nos damos cuenta que nuestra labor aquí en la tierra, como hijos de Dios, es exaltar el nombre de Dios y glorificar a Cristo, pareciéndonos cada vez más a Él en nuestros sentimientos, pensamientos y acciones.

Vivimos en una sociedad multiétnica y multirracial. Hay pocos lugares en esta nación que se puedan considerar exclusivamente de una raza, de un país o de un idioma. Los inmigrantes de todas partes del mundo están influyendo en las grandes ciudades de los Estados Unidos. Los hispanos somos la minoría más numerosa. Entre los retos que confrontamos hoy día está el de alcanzar a una comunidad en que impera la diversidad. ¡Y eso es bueno! Nunca sabremos hasta dónde puede llegar nuestro testimonio como hijos de Dios cuando logramos llevar a los pies de Cristo a personas que son diferentes a nosotros.

Otro reto que confrontamos los hispanos es alcanzar a nuestros hijos y nietos nacidos en este país. Tristemente vemos que los jóvenes de segunda y tercera generación de hispanos se “escapan” de muchas congregaciones hispanas, buscando un lugar de adoración diferente. Lo más triste es que muchos de ellos se identifican con el idioma, pero no se identifican con la cultura y viceversa. Esto los confunde, y esta confusión los lleva, en ocasiones, a apartarse del Señor.

¿Qué deben hacer nuestras iglesias hispanas para alcanzar a los que se sienten más cómodos adorando en inglés?

Respetamos las decisiones de las congregaciones, pero queremos dejarles algunas sugerencias para lograr que su iglesia sea un reflejo de Cristo, como su cuerpo y la familia, diversa y única, de Dios. Veamos primero las ventajas y desventajas de los diferentes tipos de iglesias.

— La iglesia hispana que sólo adora en español.

Algunos la ven como una ventaja que ayuda a preservar la cultura, y a veces hasta las tradiciones, del país o los países de donde procedemos. La desventaja es que se pueden perder las generaciones futuras porque cada vez son más absorbidas por el idioma que predomina en los centros de educación y los trabajos.

— La iglesia hispana que sólo adora en inglés.

Muchos ven la ventaja de tener una iglesia hispana adorando en inglés como un modo de identificarse con la cultura que están asumiendo. La desventaja es que no hay mucho espacio para un recién llegado de otro país que no comprende aún el idioma inglés.

— La iglesia hispana que adora en inglés y español.

Algunas iglesias adoptan el sistema de tener sus servicios bilingües, y es una ventaja para alcanzar a las personas que hablan cualquiera de los dos idiomas. La desventaja es que los que hablan los dos idiomas muchas veces se aburren de escuchar la traducción de lo que ya oyeron y entendieron. Escuchar dos veces el mismo mensaje se hace más largo y tedioso. Usar equipos de traducción es mejor, pero a veces resultan incómodos y son costosos.

— ¿Qué pasos debemos dar para lograr un balance saludable?

La iglesia debe estudiar y conocer la comunidad que le rodea. Un asunto fundamental en la vida de la iglesia es reconocer si ha alcanzado o no a su comunidad. Si los miembros de su iglesia vienen desde lejos, esto quiere que para subsistir tiene que “importar” personas de otras comunidades. ¿Y qué sucede con los que les rodean?

Cada iglesia debe ser el reflejo de su comunidad. ¿Es una comunidad de ancianos? ¿De recién llegados? ¿De profesionales? ¿De trabajadores agrícolas? ¿De adultos jóvenes? ¿Qué idiomas hablan?

Personalmente, estoy convencida de que la iglesia no es para enseñar idioma, culturas, costumbres o tradiciones, sino que es para enseñar la Biblia en el idioma que las personas entiendan. No debemos imponer un idioma porque sea nuestro favorito, sino que debemos cumplir el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios … y a tu prójimo como ti mismo” (Mateo 22:37–39) y la Gran Comisión: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:18–20).

Entonces, ¿cuál sería la solución en cuanto a los idiomas? Alcanzar a las generaciones futuras y a la comunidad en el idioma que ellos entiendan.

Cualquier congregación, grande o pequeña, puede tener dos servicios: uno en inglés y otro en español. La enseñanza, el discipulado y otras reuniones se deben adaptar al grupo a quien es dirigida. Los maestros bilingües son ideales para los estudios bíblicos, porque pueden hacerse entender en los dos idiomas. De ese modo nadie queda excluido.

También nuestros ancianos y los recién llegados de otros países merecen nuestro respeto y cuidado. No creo que el español debe “borrarse del mapa” de nuestra comunidad hispana, pero también creo que debemos reconocer que vivimos en un país donde el idioma principal es el inglés.

Un fenómeno que está sucediendo actualmente en el condado de Miami-Dade, Florida, donde más de la mitad de los habitantes son de origen hispano, es que las iglesias hispanas están iniciando ministerios en inglés. Los que nos precedieron tuvieron la bendición de haber sido recibidos por congregaciones que hablaban sólo inglés, congregaciones de norteamericanos que abrieron sus corazones y las puertas de sus templos para iniciar misiones hispanas. Hoy, este proceso se ha revertido: los hispanos están dando un paso al frente, mostrando su gratitud teniendo cuidado de una población envejeciente que ha menguado en número, y a la vez, tienen la visión de preservar a las generaciones futuras, ofreciéndoles la opción de adorar a Dios en el idioma que dominan sin perder el contacto con sus raíces.

Si su iglesia está en una etapa de transición, comience a orar para que Dios les dirija en el camino correcto. Dios compensará abundantemente a los que están dispuestos a adaptarse a los cambios, con el motivo de comunicar eficazmente el mensaje inalterable de la Palabra de Dios. Comience a pensar qué impacto puede hacer su iglesia en su comunidad si le comunica el mensaje de Dios en el idioma que ellos entienden. Se quedarán tan maravillados como los que estaban en el día de Pentecostés, en Hechos 2:7–11, y dirán: “les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.”
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De Nuestra Tarea, mayo/junio 2007. Para pedir una suscripción: www.wmustore.com o 1-800-968-7301.

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  • Por Mirián P. López