BIRMINGHAM, Ala. (BP)–En la Biblia hay muchos ejemplos de creyentes cristianos que trajeron sus regalos a Dios. El apóstol Pablo usó el ejemplo de las iglesias en Macedonia, inclusive Filipos, Tesalónica y Berea, para desafiar a los demás.
En 2 Corintios 8:1–15, Pablo animó a los creyentes de Corinto a que dieran una ofrenda de amor para la iglesia de Jerusalén. Esta iglesia era la “iglesia madre” de todas las iglesias, pero era pobre y necesitaba ayuda. Pablo quería que las demás iglesias dieran durante ese tiempo de necesidad.
Los creyentes de Macedonia eran pobres. Tenían sus propios problemas. También tenían un fuerte deseo de ayudar a sus hermanos en estado de necesidad. La ofrenda que dieron fue más que lo que Pablo esperaba.
¿Cómo fue posible que lo hicieran? Primero, se dieron a sí mismos a Dios. Segundo, estaban de acuerdo de que querían dar. Tercero, cada uno dio cuánto podía. El regalo de una sola persona hubiera sido muy pequeño para ayudar. Los regalos pequeños y unidos llegaron a ser una ofrenda mayor que lo que Pablo pensaba que pudieron dar. Cada uno dio por amor. Ninguno se vio como obligado a dar.
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Adaptado de una traducción de un artículo por Carrol Kelly. De Nuestra Tarea, septiembre/octubre/noviembre 2007.
