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EDITORIAL: El regalo imposible

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NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol.

SPRINGFIELD, Tenn. (BP) — La Navidad es una época especial para regalos. Algunos aprovechan esta oportunidad para disfrutar de la creatividad e ingeniosidad humana al preparar regalos difíciles de abrir, tan envueltos que los hacen casi imposible disfrutar.

Queriendo hacer una broma, algunos envuelven regalos en múltiples cajas de diferentes tamaños. Los cubren con cinta pegante ultra potente y “pega loca” para dificultar su apertura. Otros los amarran con hilo o tiras elásticas resistentes. He visto algunos envueltos y sellados con bolsas plásticas negras super-resistentes. Hay muchas historias jocosas al respecto. Es probable que usted mismo haya recibido o envuelto uno de estos regalos en algún momento.

Pero el mayor regalo que el mundo ha recibido lo recibimos una Navidad. Esa navidad, Dios se hizo hombre para habitar entre nosotros. Lo recibimos en un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, fácil de abrazar y accesible a toda la humanidad. Este don inefable vino para hacer posible lo que era imposible para el hombre: alcanzar su salvación y una vida a plenitud. Llegó para habitar entre nosotros, enseñarnos a vivir y perdonar nuestros pecados. Fue herido por nuestras transgresiones y molido por nuestras iniquidades. El castigo de nuestro pecado cayó sobre El. Por sus heridas fuimos sanados y con su resurrección venció al enemigo imposible, la muerte. Y es que el Dios de la Navidad se especializa en lo imposible.

Algunos historiadores bíblicos creen que había hasta un millón de visitantes en las calles de la pequeña ciudad llamada “Belén” esa primera Navidad. ¿Puede imaginarse a un millón de visitantes invadir su ciudad hoy? ¿Cómo sería el tráfico? ¿Qué tal las colas en los centros comerciales? Piense por un momento en lo abarrotado que podrían estar los hoteles. Para Belén esa noche fue muy significativa.

Mire a los burros y camellos siendo llevados por sus calles, vendedores gritando y recaudadores de impuestos haciendo su trabajo. Gente, mucha gente, algunos comprando y otros pidiendo, circulando en las esquinas y plazas de Judea. Unos empujando a otros y haciéndose camino a través de las veredas polvorientas de la ciudad. Sienta el olor de estiércol de los animales, el sudor de personas cansadas y agobiadas surcar sus caminos. Escuche las quejas de niños fatigados por el alboroto de la temporada. Este pueblo estaba tenso y sus bolsillos vacíos. La mayoría estaba harta de un gobierno codicioso y ávido. Sus habitantes, como río perdido, no sabían dónde estaban ni cómo llegar a donde necesitaban ir. Caos y confusión eran el orden del día. Este era un pueblo en tinieblas habitando en sombra de muerte.

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Fue en ese preciso momento de desconcierto y obscuridad que Dios entró en este mundo. Lo que era imposible para el hombre, Dios lo hizo posible esa Navidad. Jesús dijo “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas.” Juan 12:46.

El milagro de la Navidad es que el Príncipe de Paz vino para estar con nosotros en medio de un mundo en tinieblas lleno aflicción. Dios sabía que éramos gente necesitada de luz, en obscuridad, frágiles y egoístas. Su luz vino a guiarnos y resplandecer sobre nosotros.

En medio de la humanidad en tinieblas y de voces sin fin nació el Salvador. Nació para ser el Dios del caos y de lo imposible. Llegó para ser la luz no sólo de una temporada pero de todos nuestros días. Descendió para levantar nuestra cabeza cuando nos sentimos vencidos y atribulados. En nuestra oscura desesperación podemos correr a El y encontrar refugio eterno.

El es nuestra visión en la ceguera, la libertad en nuestra esclavitud y en la debilidad nos otorga fortaleza. Este Salvador llegó para cambiar tu lamento y sanar todas tus heridas. Para el nada es imposible. Las estaciones pueden cambiar pero El no cambia. El es la luz del mundo.

¿Estás enfrentando algún imposible? ¿Pareciera que la esperanza se ha perdido? ¿Te encuentras estancado en medio de una situación sin salida? El Dios de la Navidad quiere resplandecer sobre ti hoy.

No te dejes envolver por los regalos temporales de la época. La gloria de la Navidad es el milagro posible de Su transformadora presencia. Este es Dios con nosotros, Emmanuel … un bebé acostado en un pesebre, un regalo listo para abrazar.

¡Feliz Navidad!