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EDITORIAL: Noticias para la mejor noticia

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NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a
http://www.bpnews.net/espanol [2]

SAN ANTONIO, Texas (BP) — No hay una semana que no está llena de noticias. Últimamente hemos oído del fracaso financiero de los Ciprios, el amenazo militar del Corea del Norte, y seguimos escuchando de los supuestos efectos del secuestro financiero sobre los servicios del gobierno Estadounidense. Esta lista es corta; podríamos agregar mucho más. Parece que tan pronto como oímos de la muerte de Hugo Chávez, también viene la noticia del nuevo papa y de la novia que tuvo años antes en su juventud en Argentina. El ferrocarril noticiero no tiene cabús; nos puede dejar pasmados, con el suspiro en el corazón y la boca abierta.

No tengo base para decir definitivamente que hoy suceden más cosas dignas de ser llamadas “noticias legítimas.” Pero no cabe duda que los medios de comunicación han tenido un efecto dramático. En tiempos anteriores teníamos que esperar el periódico o el noticiero de la tarde para saber lo que pasaba en el mundo. Hoy la noticia esta a la mano 24/7; nos espera a nosotros. El punto es que hay tanta, y viene con tanta rapidez, nos puede robar la habilidad de pensar concienzudamente sobre lo que está pasando. Temo que no nos permite el tiempo suficiente para reflexionar con más profundidad. Esto importa, pues Dios espera algo más de nosotros que ser simplemente influenciados por los eventos del día.

Debemos reflexionar por varias razones. En primer lugar, es cierto que a medidas que el tiempo pasa nuestro mundo se vuelve más y más pequeño. En tiempos pasados, ¿quién pensaría que la bancarrota de bancos en Chipre afectaría los Estados Unidos? Esta isla en el mediterráneo ya no es simplemente una isla. Ligada al Euro, forma parte de la unión económica europea y eso nos puede afectar bastante, lo cual me lleva al segundo punto.

Las noticias, cualquiera que sean nos dicen algo de nosotros mismos. En veces el hombre es la causa principal de lo que pasa. Pero aun cuando no lo es, vemos que la reacción al suceso puede ser lo que capta nuestra atención. Todavía no hemos decidido si el presidente Bush hiso todo lo que podría haber hecho tras el huracán Catrina, o si Obama ha hecho todo lo posible después del huracán Sandy.

Pero más importante que todo esto, es la preparación necesaria si verdaderamente queremos cumplir el mandato de evangelizar el mundo. En este esfuerzo, las noticias nos pueden ser de gran ventaja, pero solo si nos enseñan su lección. Cuando Jesús le pregunta a sus discípulos, “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” (Mateo 16:13), esperaba que sus discípulos conocieran algo más que el ambiente a cual estaban acostumbrados. Sabemos que fue así pues no hizo la pregunta en lugares familiares como Judea o Galilea. Al contrario, llevo sus seguidores a Cesárea de Filipo, una área que en tiempo anterior había pertenecido a la tribu de Dan (Jueces 18:29-30), pero que en años postreros había cambiado. A través de las generaciones los sirios, la cultura Helenista y el Imperio Romano habían dominado la región tornando la cultura del distrito completamente hacia el paganismo, muy diferente al mundo que sus discípulos conocían. El lugar estaba lleno del remanente de la idolatría antigua, la filosofía Griega y evidencias del Imperio Romano. Las condiciones, aparentemente más extranjeras a la vida de los discípulos, tenían que ser tomadas en cuenta pues eran importantes para el mundo que tenían que alcanzar con el evangelio.

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Las noticias no mienten; cada día el mundo se aparta más de la cosmovisión cristiana y vemos la evidencia en el derrocamiento de la familia tradicional. Pregunta: ¿Estamos dejando que la corriente constante de este mundo nos deje atónitos, o hemos sido transformados por la renovación de nuestra mente para ver lo que verdaderamente está pasando? La apariencia de este mundo es pasajera (1 Corintios 7:31; cf. 1 Juan 2:17). Las noticias de hoy se olvidan para el atardecer, pero no antes de dejar su marca cumulativa.

En la que muchos consideran ser su última epístola, el apóstol Pablo le escribe a Timoteo y revela algo de gran importancia para nosotros hoy. Llegando al fin de su ministerio personal no deja de pensar en el ministerio, en el avance del reino aun después de su partida. Por eso habla de algunos como Demas que lo desilusionó, y Alejandro el que lo traicionó. Pero también menciona hombres como Lucas y Marcos, Crescente, Tito, y Tíquico, siervos que siguen fiel en la obra (2 Timoteo 4:10-15). Al fin, algo sobresale sobre todo lo demás:

Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, para que por mí fuera cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyeran. (2 Timoteo 4:17)

Una cosa se apoderaba de este gran apóstol cumplir su ministerio para que todos los gentiles oyeran las buenas nuevas. Ese es nuestro llamado, nada más, nada menos. Pero para ser fiel en este gran esfuerzo tendremos que responder a las incertidumbres que el noticiero descubre. Veamos las noticias por lo que son, una oportunidad más para demostrar lo pasajero de la vida y el amor constante de nuestro Padre celestial en Cristo Jesús, nuestro Salvador y Señor.
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.