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EDITORIAL: Sin discipulado no hay legado


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a
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NASHVILLE, Tenn. (BP)–Basta que una sola generación no trasmita los valores de la generación anterior para que estos se pierdan. Inviértase en un grupo de hombres fieles e idóneos y deje una huella. El ejemplo de Jesús con los doce discípulos cambió la historia del mundo. Hoy somos prueba de ello. Un líder visionario es capaz de ver mas allá del estado actual de las personas que están a su alrededor e invertir su vida para que estos lleguen a ser todo lo que Dios quiere que sean.

Jesús es nuestro modelo por excelencia. Vio más allá de Simón, el pescador y lo retó a ser un pescador de hombres. Hacer discípulos es el proceso de ayudar a los creyentes a ser como Cristo. Transmitir esto con su vida es dejar un legado. Pero esto no sucede a la deriva, sin propósito o intención. La santificación implica perfeccionamiento, trabajo, sudor y lágrimas. Discipular es un compromiso de caminar junto a otros, instruirles, capacitarles hasta transmitir la misma vida de Cristo que vivimos nosotros mismos.

Sin discipulado, vivimos para nosotros mismos, enfocados en nuestros problemas y en nuestros planes. Al discipular, nos enfocamos en Dios, Su agenda y en otros. El verdadero discipulado está en vivir para Cristo, no tanto en morir por Él. Ningún legado es tan rico como el evangelio y la vida cristiana.

El legado de los que viven comprometidos con el evangelio es la repartición de aquello que hemos recibido por gracia, la fe. Pablo dijo que somos deudores. Comprendió la necesidad de una entrega y rendición completa a Aquel que lo llamó para dejar un legado. El mejor legado que podemos dejar es entregar con intencionalidad, laridad y permanencia la fe que hemos descubierto y experimentado. Dios asume responsabilidad completa y total por una vida consagrada a Su misión, el hacer discípulos.

Esto nos habla de tres elementos clave:

Intencionalidad. Jesús fue intencional. Si queremos impactar a aquellos que están con nosotros y que vienen detrás nuestro, necesitamos discipular intencionalmente. La tarea del discipulado en la iglesia no puede dejarse a la deriva y mucho menos delegarse a una o dos personas. Requiere de intencionalidad por parte del liderazgo. Requiere intencionalidad en el desarrollo de un plan y requiere intencionalidad en involucrar a la mayor cantidad de creyentes en el proceso de hacer discípulos.

Si verdaderamente queremos a ayudar a las personas a conocer a Cristo y buscar Su reino, necesitamos modelar con nuestra conducta aquello que es importante y prioritario para el Maestro. Nos beneficia preguntarnos, ¿Con qué grado de intencionalidad estamos formando discípulos? , ¿Cómo estamos discipulando a los creyentes en la congregación? , ¿Qué procesos tenemos en marcha que están enfocados en producir líderes espirituales? Oigo a muchos hablar de que no tienen líderes en sus congregaciones. ¿Dónde están los líderes que la iglesia necesita hoy? La respuesta a esta pregunta yace en el corazón nuestro.

Intencionalidad también implica la claridad de invitar, desafiar, entrenar y comisionar a aquellos a quienes discipulamos. Es decir, debemos proveer procesos claros y específicos para llamar a nuestra gente a comprometerse con su desarrollo espiritual.

Dirección. Muchos creyentes en nuestras congregaciones no saben cuál es su próximo paso en su crecimiento espiritual. Carecen de una dirección clara y específica de cuál es el camino para su crecimiento. Algunos piensan que asistiendo meramente a los cultos dominicales estarán cumpliendo con todo el plan que Dios tiene para sus vidas. Esto tiene que ver mucho con las expectativas que hemos creado para su crecimiento y desarrollo espiritual.

Dirección nos habla que el discipulado es mucho más que las clases doctrinales que damos a los recién convertidos o a los niños espirituales. Es un proceso mucho más profundo e intenso que embarca toda la vida. Se convierte en un estilo de vida. Todo creyente comprometido en dejar un legado se hace dos preguntas: 1) ¿Dónde está mi Pablo? El creyente debe reconocer la necesidad que tenemos de aprender de alguien continuamente. Si dejamos de aprender entonces dejamos de crecer. En consecuencia, dejamos de liderar 2) ¿Dónde está mi Timoteo? ¿Quién es la persona a quien estoy ayudando a ser más como Cristo? En otras palabras, ¿quién es la persona a quien estoy discipulando?

Esta dirección se produce cuando ofrecemos oportunidades a los creyentes de aprender a estudiar la Biblia, ejercitar la oración, aprender a compartir el evangelio y servir en la comunidad. En otras palabras, debemos preguntarnos si estamos ofreciendo oportunidades en nuestras congregaciones para que esto suceda. Algunos hablan de que no encuentran en sus congregaciones suficientes oportunidades para discipular o ser discipulado. Dirección implica que hay un plan y que hay un rumbo. Jesús dijo: “Un discípulo no está por encima de su maestro; mas todo discípulo, después que se ha preparado bien, será como su maestro.” Lucas 6:40. Prepararse bien implica no solo intencionalidad, pero una dirección clara.

Movimiento. Si queremos trasmitir lo que hemos recibido de otros, nos embarcamos en un proceso de movimiento continuo. Es decir, a donde quiera que Dios nos lleve o en donde Dios quiera ponernos, estamos haciendo discípulos. El verdadero discipulado no solo se hace en los templos. Se hace en las casas, en los salones de clase, en los restaurantes, cafeterías y en los lugares de trabajo. Implica que puedo ayudar a otros a crecer cuando encuentro oportunidades en las citas divinas que Dios nos permite tener con aquellos que pone en nuestro círculo de influencia.

Si queremos dejar un legado bíblico, necesitamos ir mas allá de nuestras paredes físicas, étnicas y culturales. Necesitamos desprendernos de nuestras propias agendas y actuar como ciudadanos del Reino. Movimiento implica enfocarnos en lo que es importante para Dios y restarle importancia a lo que es importante para el hombre. Movimiento es vivir en libertad y no sujetarnos a ningún yugo de esclavitud. Es vivir conscientes que Su venida se acerca, que no hay tiempo que perder y que la victoria está asegurada. La verdadera riqueza en la vida y el éxito de nuestro ministerio está en el legado de los discípulos que dejamos.

Porque Él vive,
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Luis R. López es el Director de LifeWay Español de LifeWay Church Resources en Nashville, Tenn. http://www.LifeWay.com/espanol

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