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EDITORIAL: Sufrir con Dios

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NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol [2]

FORT WORTH, Texas (BP) — Sólo aquellos que están en conexión con Dios pueden sentir el sufrimiento que él siente por un mundo que cada vez se degrada más.

Sufrimos con Dios al ver cuánto ser humano muere a manos de otros. Sufrimos con Dios al ver a tantos deseosos de quitarle la vida a otro porque no comparte su fe, su ideología o su religión. Sufrimos con Dios cuando vemos tantos enroscados en el poder, pretendiendo hacer bien y logrando hacerlo sólo para ellos mismos.

Sufrimos con el político mentiroso y corrupto, pero también sufrimos con el ciudadano ingenuo y ladino. Sufrimos con los que no ayudan a los demás. Sufrimos con los que odian porque no se les ayuda. Sufrimos con los que no ven los derechos de los otros.

Sufrimos por aquellos para quienes sus derechos es lo único que importa. Sufrimos con Dios cuando la sexualidad produce más daños que placer y más muertos que vivos. Sufrimos con Dios cuando el niño no logra ver la luz porque su madre le quitó su derecho.

Sufrimos con aquellos que lo defienden para luego abandonarlo a una sociedad de miseria. Sufrimos con Dios cuando el sacerdote y el pastor abusan brutalmente de un indefenso. Sufrimos con el religioso que vive de la adulación y del dinero de los demás.

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Sufrimos con los demás que quieren adular y favorecer así a que los sinvergüenzas se reproduzcan. Sufrimos también con aquel ingrato que muy pocas veces dirá un gracias sincero. Sufrimos con aquel que vive desgraciado si otros no se lo agradecen.

Sufrimos con los que cambian de género. Sufrimos también con aquellos congéneres que abusan, propician, empujan, y manipulan la sociedad para que esto se dé. Sufrimos con aquellos que ciegamente hacen lo mismo en la dirección opuesta.

Sufrimos por aquel que denuncia a los demás y él mismo es preso convicto en su alma. Sufrimos por aquellos que parecen buenos, pero no hacen lo que Dios considera bueno. Sufrimos con aquellos que canonizan a algunos para demonizar a otros.

Sufrimos con los demonizados y sufrimos con los que pretenden exorcizarlos, solo para darse cuenta que su apellido es Belsebú.