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EDITORIAL: El amor verdadero

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“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deut 6:5—RVC). Pero, Dios no solamente espera que el individuo lo ame a él primero con todo su ser pero que también lege o transmita ese amor a las futuras generaciones (Deut 6:6-8). El versículo previo requiere que aquel que verdaderamente ame a Dios se rinda totalmente a los de deseos de Dios y aborrezca el egoísmo. Cuando Dios se convierte en el centro de la vida del cristiano, el amar a Dios con todo el corazón, alma y fuerzas se convierte en algo natural y el que ama a Dios lo ama sin tomar en cuentas las consecuencias o la persecución sean buenas o malas. Por esta clase de amor existen misioneros dispuestos a dar su vida para que otros puedan experimentar el amor divino que Dios le ofrece a través de su hijo Jesús. Dios pide amor, pero no podemos olvidar que él nos amó primero y tomó la iniciativa de demostrarlo (Juan 3:16). El cristiano tiene la oportunidad de demostrar su amor hacia Dios a través de su conducta y su dedicación. El cristiano es un embajador que representa al altísimo Dios y puede demostrar ese amor a Dios cuando:

El verdadero amor tiene aroma celestial, tiene buena actitud, se dedica a escuchar a Dios, y a demostrar su amor. El Señor Jesús nos dijo, “El que tiene mis mandamientos, y los obedece, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21-RVC).