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EDITORIAL: El impacto del apóstol Pablo al impartir el agradecimiento

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Alguien dijo una vez, “En cada tipo de sociedad o cultura, la gratitud es la más rara de todas las virtudes”,  y desafortunadamente, esto incluye la cultura cristiana. El quejarse por no haber adquirido lo deseado, la falta de gozo, y el tomar por alto la gracia y misericordia de Dios, está oscureciendo la gratitud genuina hacia Dios por parte de algunos creyentes. El agradecimiento hacia Dios nace del amor, la fe, obediencia y confianza que en Él tiene el creyente.

En la Biblia se puede encontrar muchos ejemplos del agradecimiento y entre los agradecidos se encuentra el Señor Jesús (Juan 6:11; Mat 15: 36; Mar 8:6; Juan 11:41; Mat 11:25; He 27:35); el rey David (2 Sam 1:51), el profeta Daniel (Daniel 2:23), María (Luc 1:46-55), Elizabeth (Luc 1:24-25); Ana (1 Sam), Salomón (1 Rey 8:14-21), etc. A esta lista también se puede añadir al apóstol Pablo quien grandemente ha impactado e impartido al cristianismo la importancia del agradecimiento. Usando el ejemplo de Pablo, veamos el impacto que puede tener el agradecimiento en la vida de un creyente:

Se puede imitar al apóstol Pablo en su forma de agradar a Dios porque él dijo, “Sean ustedes imitadores de mí; así como yo lo soy de Cristo” 1 Cor 11:1, pero también es bueno recordar que el agradecimiento puede ser espontaneo (Lucas 2:38), sin horario (Salmo 119:62) y continuo porque no es un evento que solo se observa una vez al año.

El agradecimiento a Dios trae compromiso, pero es fácil de implementar cuando el creyente reconoce que Dios es su dueño amoroso, comprado por amor con la sangre de Cristo. Pablo reconoció esta verdad porque dijo: “Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20).