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EDITORIAL: El jardinero

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SPRINGFIELD, Tenn. (BP) — A veces no reconocemos a Dios en medio de nosotros. Cuando pasamos por lugares desolados, descubrimos quiénes somos y cuán grande es nuestra necesidad de Dios. Vamos de un lugar a otro, vivimos experiencia tras experiencia y en medio de ellas muchas veces no nos percatamos de que Dios está con nosotros y nos ama como nadie nos amará jamás.

Aún en medio del desierto se nos revela. Y es que los desiertos de la vida no son opcionales. Son parte integral de la vida. Todos caminamos a través de tragedias y pruebas. Todos pasamos por circunstancias dolorosas.

Juan 20: 11-16 nos recuerda un incidente en que Jesús es confundido con un jardinero después de su resurrección. Aquella mañana temprano, María Magdalena llegó a la tumba y pensó que habían sacado de la tumba el cuerpo del Señor. Lloraba sin consolación cuando se agachó y miró adentro. Vio a dos ángeles quienes le preguntaron por qué lloraba. Conoces la historia. Lo hacía porque, según ella, se habían llevado a su Señor y no sabía donde lo habían puesto. Dio la vuelta para irse y vio a alguien que estaba de pie allí. Era Jesús, pero no le reconoció. Pensó que era el jardinero y le dijo: “Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo puso, y yo iré a buscarlo” (15b).

Probablemente has leído este pasaje docenas, quizás cientos de veces. Si eres como yo, es probable que hayas pensado en el hecho de que María confundió a Jesús como “el jardinero” como un detalle extraño e insignificante. Sin embargo, ninguna palabra de la Escritura se coloca allí por accidente. Este detalle no es una excepción. Pareciera que Juan nos señala algo realmente notable.

Génesis nos recuerda como Dios creó a Adán y Eva y los puso en el Jardín del Edén. Los colocó allí para trabajar y “llenar la tierra”. El pecado aún no existía, pero el trabajo sí. Dios hizo de su trabajo de jardinería un acto de adoración en su sentido más puro. Pero, recuerdas lo que pasó. Solo unos pocos versículos después, el pecado entró al mundo. El trabajo siguió siendo un acto de adoración, pero ahora también es arduo y pesado. Siglos más tarde, Dios se haría hombre y se daría en sacrificio por nuestros pecados.

Pero, la resurrección lo cambió todo. En su primera aparición, Jesús se revela a María como un jardinero. Con ello reafirmaba la bondad y el amor de Dios hacia nosotros, su creación. Al aparecer como jardinero, nos recuerda deliberadamente a Adán y Eva, los primeros jardineros y trabajadores del mundo. Pero también nos señala nuestro trabajo actual como ciudadanos de su Reino venidero. Estamos aquí con un propósito eterno. Nos alienta a ver que es hora de volver a cultivar un huerto. Es tiempo de labrar la tierra, para llenarla con obras y señales del Reino venidero. No desperdicies tu tiempo. El Gran Jardinero nos llama a recuperar la esperanza de esa primera mañana de Pascua.

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Tal vez, te sientes frustrado en estos días con esta pandemia. Has perdido tu trabajo y has estado muy enfermo. Tal vez, como yo, planeaste tu vida para estos meses, pero no ha funcionado como querías. Tal vez, has perdido a un ser querido o te sientes obstinado de estar encerrado. Tal vez la promoción que creías que venía nunca llegó o la has visto desaparecer en medio de esta incertidumbre. Quizás el sueño que tenías para estos meses se ha desvanecido. Tal vez hubo una recaída en lugar de remisión. Tal vez ha habido un divorcio en lugar de la reconciliación. Tal vez quieras formar una familia, y aunque llevas años intentando, tus brazos todavía están vacíos. Tal vez desees profundamente casarte, y aunque hayas tenido una cita tras otra, todavía estás soltero(a).

Tal vez estabas disfrutando de una vida estable y tranquila antes de la pandemia, pero ahora estás sentado en medio de una temporada de depresión que es oscura, fea, aterradora y debilitante. Y tal vez por primera vez, estás luchando con pensamientos suicidas que nunca pensaste que tendrías. ¿A dónde se ha ido Dios?

Todos pasamos por desiertos, pero estos no tienen que arruinar nuestras vidas. No pierdas de vista a Dios. No dejes que las circunstancias no te dejen verlo. Mírale. El Gran Jardinero quiere cultivar tu vida incluso en medio de los lugares más áridos y vacíos de este mundo. Te ama más que cualquier otro ser y más de lo que puedes imaginarte. Hónrale en tu huerto y deja que adiestre tus manos para el trabajo que tienes por delante. Como María, búscale. Para Él, eres precioso, valioso y amado.