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EDITORIAL: Navegando las olas y manteniéndose a flote durante este virus

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Leí una cita acerca del coronavirus que dice, “Debemos navegar las olas sin hundirnos”, y eso es exactamente lo que debemos hacer como seguidores de Cristo. La necesidad de tener fe, orar por la gracia de Dios y navegar las olas de la incertidumbre e inseguridad a medida que aumentan cada día, se puede considerar como una emergencia espiritual. Es hora de enfocarnos en Dios y no en las circunstancias que nos rodean. Las olas de incertidumbre, desesperanza, egocentrismo y desesperación pueden surgir y crear un gran desánimo y una enorme cantidad de ansiedad.

Debido a este virus, muchas personas han perdido sus trabajos y por obedecer la ley y mantener las personas fuera de peligro, las iglesias también tienen limitaciones. Hay mucho miedo de: enfermarse y morir, no poder proteger a los seres queridos y el quizás no poder enterrar los difuntos familiares y amistades. Algunos incluso tienen miedo de quedarse sin papel higiénico. Es difícil seguir simplemente nadando y alejarse de las olas. Quedarse en casa para evitar que el virus se propague puede hacer que una persona se sienta como si hubiera perdido la libertad de poder hacer lo que se ha hecho por costumbre. Algunos pueden desanimarse porque no están capacitados para enseñar a sus hijos en casa, y algunos pueden sufrir el síndrome de que no son importante para nadie. En momentos como este, debemos de decir: “navegaremos en las olas y nos mantendremos a flote aferrándonos de nuestras convicciones espirituales:

Mientras navegas sobre las olas de este virus, la palabra de Dios trae aliento, esperanza y fuerza: “El Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece. Los jóvenes se fatigan y se cansan; los más fuertes flaquean y caen; pero los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan” (Isaías 40:29-31).