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El Hijo de Dios, nacido de una virgen


NASHVILLE, Tenn. (BP)–A través de cada generación, el nacimiento virginal de Cristo ha sufrido ataques dentro y fuera de la iglesia. A inicios del siglo XIX (1799), Friedrich Schleiermacher, con la intención de hacer el cristianismo atractivo “a los que lo rechazaban culturalmente” afirmó que uno no necesita creer en el nacimiento virginal o en la resurrección para seguir teniendo “fe”. Un siglo después, en 1892, el pastor luterano de origen alemán Christopher Schrempf no quiso usar el credo de los apóstoles durante el bautismo porque no creía en el nacimiento virginal. Cuando un grupo de pastores le pidió su opinión a Adolf Harnack, Harnack estuvo de acuerdo con Schrempf diciendo que el credo de los apóstoles no tenía validez histórica.

Un siglo después, el siglo XX concluyó con John Shelby Spong, un obispo episcopal, desacreditando el nacimiento virginal en su pequeño libro, “Nacido de una mujer.” Entre estas posturas también se incluyen las “búsquedas” por el Jesús histórico, la “desmitificación” radical los evangelios por Bultmann, la teología en proceso, el teísmo abierto y el proyecto de Jesús. Cada postura, a su manera, ha buscado minimizar el significado e importancia del nacimiento virginal de Cristo. A manera de una respuesta, propongo cinco razones por la cuales podemos creer en el nacimiento virginal; cinco razones por las cuales podemos creer en la Palabra de Dios en este asunto. Estos argumentos no son míos exclusivamente sino que son verdades entretejidas en cualquier teología evangélica que esté basada en la Biblia.

— El nacimiento virginal considerado…de manera práctica

Conocer y creer en el nacimiento virginal no es esencial para que una persona experimente una conversión genuina. Muchas personas, habiendo escuchado el mensaje poderoso de la cruz, se han arrepentido y han creído para salvación aún sin nunca haber leído los relatos de los evangelios sobre la concepción sobrenatural de Jesús. Sin embargo, una vez que un creyente aprende sobre el nacimiento virginal, todo lo demás tiene sentido. Si nuestro Dios salvador pudo imputar nuestros pecados a Jesús en la cruz, resucitar a Jesús entre los muertos e imputar Su justicia en aquellos que tienen fe, es entonces algo minúsculo para Él escoger a una campesina en Palestina y obrar en ella una concepción milagrosa. No creer en este milagro, puede indicar una cosmovisión básica contraria a una milagrosa, en general. Si no creemos en un nacimiento sobrenatural, ¿no estaríamos muy lejos de no creer en un sacrificio sobrenatural, en una resurrección sobrenatural y una conversión sobrenatural? La historia del pensamiento cristiano demuestra de hecho esto es como una resbaladilla.

— El nacimiento virginal considerado… psicológicamente.

La reacción de María y José fue una de asombro y sorpresa. La suya no fue la reacción de culpabilidad por haber sido descubiertos. Ambos sabían que habían mantenido un estilo de vida de pureza moral y sexual. Mateo y Lucas indican la absoluta incredulidad de María y José expresada al saber que María estaba embarazada. Sus reacciones a esta noticia apuntan hacia la naturaleza factual de la narrativa y de la enseñanza.

— El nacimiento virginal considerado… lógicamente.

Cuando el ángel dijo a María “porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37), el ángel reflejó una cosmovisión bíblica contraria al naturalismo de la era moderna.

Una de las sorprendentes rarezas de los últimos 200 años del pensamiento cristiano es la amplia prevalencia de escritores que claman afirmar algún tipo de “fe” incluso cuando niegan la habilidad sobrenatural de Dios para hacer lo inexplicable y lo inesperado. Un sencillo ejercicio de lógica puede ser enunciado de la manera siguiente: ya sea que Dios puede hacer lo que sería inobservable y no experimentable (una cosmovisión bíblica) o Dios se ha limitado a Sí mismo para hacer sólo lo que los humanos han observado uniformemente a través de la historia (una cosmovisión naturalista). Si aceptamos las verdades consecuentes de que Dios existe y que Dios puede hacer lo que Él decide hacer, ¿no es más difícil creer en la primera premisa enunciada anteriormente que creer en la segunda? ¿Puede Dios hacer un milagro de nacimiento virginal? Si es Dios, sí puede. ¿Realizó Dios el milagro del nacimiento virginal? Dejemos que las Escrituras respondan:

Mientras que hay dos pasajes que explícitamente enseñan la doctrina del nacimiento virginal (Mateo 1:16-25 y Lucas 1:26-38), numerosos pasajes de la Escritura afirman su significancia y veracidad.

En Isaías 7:14, el profeta predijo una señal sobrenatural para el incrédulo Acaz. Acaz, un descendiente de David, fue rey de Judá. Fue un rey malvado, uno que no caminó en las sendas de David. Cuando Judá fue sitiado por dos poderosos enemigos, Rezin de Siria y Pekah de Israel, Acaz estaba a punto de buscar una alianza con Asiria para que vinieran a defenderlo. El profeta Isaías lo confrontó, llamándolo a que pusiera su confianza en el Señor de la liberación. Acaz se negó a reconocer al Señor. De hecho, cerró las puertas del templo, hizo altares a sí mismo en cada esquina de cada calle en Jerusalén y sistemáticamente demostró su máximo rechazo por el Señor.

Isaías pronunció una señal para Acaz. El señor seguiría siendo fiel a Su pacto con David a pesar de la reacción rebelde de Acaz ante Él. En la visión profética, Isaías vio tres realidades futuras. La primera, un “almah” (palabra hebrea traducida como “virgen”) daría a luz a un hijo que sería Dios “con nosotros”. Este niño sería el cumplimiento de la promesa mesiánica de Dios a David. Por lo tanto, la idea de Acaz era una tontería al imaginar que sus enemigos prevalecerían en contra del pueblo ungido de Dios a través del cual vendría el Mesías prometido. Segundo, Isaías, viendo el nacimiento futuro como si fuera una realidad presente, predijo que antes que este hijo alcanzara la edad de distinguir lo bueno y lo malo (como a los trece años), los dos reyes en cuestión concluirían sin éxito su invasión y habrían regresado a casa. Tercero, el profeta vio que los mismos que Acaz buscaba como apoyo – los asirios—se convertirían en un agente de acoso en contra del pueblo de Dios para generaciones venideras.

Los comentaristas difieren acerca del hijo que ha de nacer, ya sea en referencia al hijo de Isaías, un hijo de la línea de David, o un hijo mesiánico futuro. También difieren en que si el término ‘almah era una predicción de una virgen dando a luz en el futuro distante o una mujer joven viviendo en el tiempo presente quien concibió un hijo que serviría como un recordatorio visible de la promesa de Dios para Acaz. Sea cual sea, es interesante que la palabra ‘almah era el término usado en el texto inspirado. Mientras que la palabra ‘bethula,’ relacionada con ‘almah, era “un término más preciso relativo a la virginidad” que ‘almah, fue ésta última el término postrero usado en la profecía de Isaías.

La palabra ‘almah sólo aparece siete veces en el Antiguo Testamento. Alan Macrae en “Theological Wordbook of the Old Testament” observa que, aunque el término ‘almah “no es una palabra técnica para ‘virgen,’ en sus contextos (Génesis 24:3; Éxodo 2:8; Salmo 68:25, 26; Cantar de los Cantares 1:3 y Proverbios 30:19; e Isaías 7:14) representa a una mujer joven, una que tiene entre sus características la virginidad”. Está claro que el uso de ‘almah en Isaías 7:14 era una palabra designada por Dios. Permitía el cumplimiento de la señal dentro de la vida de Acaz que una mujer joven que aún no se había casado daría a luz a un hijo, a la vez que permitía un cumplimiento mesiánico futuro cuando una virgen concebiría y daría a luz a un hijo.

El evangelio de Marcos presenta tres líneas de evidencia en el primer capítulo que apuntan hacia el nacimiento virginal de Jesús. La primera, en la manera que Mateo concluye su resumen genealógico de Jesús, hizo una distinción gramatical significante. En las tres primeras referencias a mujeres en la genealogía, las Escrituras afirman que el hombre literalmente dio a luz a su hijo “a través de” su esposa—Salmón engrandó a Booz de Rahab; Booz engendró a Obed de Rut; David engendró a Salomón de una mujer que había sido de Urías; Sin embargo, cuando Mateo mencionó el nacimiento de Jesús, nombrando a la cuarta mujer en la genealogía, él usó una expresión gramatical diferente. El texto de la traducción Reina Valera dice: “Jacob engendró a José, marido de María, de la cual (el griego “hes” es femenino) “nació Jesús, el llamado Cristo”. Jesús no está enlistado como hijo de José, sino de María.

La segunda, no se puede pasar por alto la sorpresa de José al enterarse sobre la concepción de María. Después de escuchar que María estaba embarazada, la primera reacción que José tuvo fue sentirse traicionado. Él sabía que ese hijo no era suyo. Su sorpresa revela el punto central de su relación: la pureza.

La tercera, cuando Mateo tradujo la referencia profética de Isaías 7:14 (Mateo 1:23), él usó el término “parthenos” (virgen), una palabra muy específica para traducir la palabra más general ‘almah. Mateo no fue el único en usar este término en su traducción. Los traductores de la Septuaginta, la versión griega de las escrituras hebreas que se tradujo en etapas durante los siglos anteriores al nacimiento de Jesucristo, también usaron parthenos para traducir ‘almah en este pasaje. Era muy alta la expectativa mesiánica de todos los judíos en esta época, tanto la de los helenísticos como la de los jasídicos. En vista de la opresión del imperio romano, ellos esperaban con ansías la liberación por el ungido de Dios. Esta traducción de la profecía de Isaías revela qué tan profunda era la esperanza por la venida del Mesías por parte de los judíos ínter testamentarios.

Lucas también añadió más evidencias para el nacimiento virginal. Él también usó el término específico parthenos cuando identificó a María (Lucas 1:27). Mientras que uno puede entender la sorpresa de José ya que él sabía que no era el padre, Lucas enfatizó la sorpresa de María. Su perplejidad era real y cargada de emociones. Cuando ella supo que iba a tener un hijo, ella exclamó “¿cómo será esto? Pues no conozco varón” (Lucas 1:34). El ángel le informó que el Espíritu Santo vendría sobre ella y que el poder del Altísimo la cubriría. Cuando María aún estaba tratando de entender todo esto, el ángel usó todo nacimiento milagroso para confirmar a María. Todos los adultos judíos conocían la historia de su nación como el nacimiento milagroso de Isaac cuando Sara ya había pasado la edad para tener hijos. El ángel le dijo a María que su prima Elizabeth estaba embarazada aunque también había pasado la edad para tener hijos. Estas palabras angelicales también habían sido escuchadas por ella, “porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37).

Sólo podemos imaginarnos cómo entendió María estas cosas para que la orillaran a aceptar estas noticias. Tampoco podemos conocer qué emociones se entretejían en su alma mientras ella se imaginaba la vergüenza que sentiría cuando las nuevas de su embarazo se propagaran entre sus seres queridos. Sin embrago, conocemos su gran expresión de fe en el versículo 38, “he aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”.

F. F. Bruce afirmó en un pequeño ensayo titulado “La persona de Cristo: su encarnación y su nacimiento virginal”, “Ya sea que los demás escritores del nuevo testamento hayan sabido algo sobre el nacimiento virginal de Cristo o no, ninguno de ellos dijeron nada para contradecirlo. De hecho, en uno o dos lugares algunos de ellos parecen mostrar que tenían conocimiento de ello”. Aunque el resto del Nuevo Testamento calla en cuanto al nacimiento de Cristo, existen varios indicios de que los apóstoles construyeron su fe sobre esta tradición común de la fe.

Pablo edificó su valiosa cristología en un conociendo especial acerca de que Jesús era el singular Dios-hombre. Su declaración clásica está descrita en Gálatas 4:4-5 “pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envío a su Hijo nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. En Romanos 8:3-4, Pablo expresó lo siguiente: “porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Bruce nota lo siguiente “semejanza no quiere decir que su humanidad no era tan real sino que su naturaleza humana era como nuestra naturaleza pecaminosa pero sin pecado”. Esta afirmación concuerda completamente con la de Pablo en 2 Corintios 5:21 quien dijo que Jesús “no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”. También concuerda con el famoso himno sobre Cristo en Filipenses 2:5-11.

A pesar de que los detalles del nacimiento de Jesús no eran parte del propósito del evangelio de Juan, la existencia de Jesús antes de su encarnación lleva un papel primordial en su prólogo. La verdad fundamental del evangelio de Juan es que la Palabra eterna de Dios (Juan 1:1) se hizo carne (Juan 1:14). Juan reitera esta verdad fundamental en su breve primera epístola: “cualquiera que niegue que Jesús ha venido en carne refleja el espíritu del anticristo (1 Juan 4:2-3).

— El nacimiento virginal considerado … teológicamente

Dios ha decretado, bajo una relación moral, que cada descendiente de Adán se encuentra bajo la maldición de la caída. Si Jesús no hubiese nacido de una manera que rompiese la descendencia en la línea de Adán, no habría quedado fuera de la maldición. Pero la descendencia lineal ha sido rota. El segundo Adán ha llegado. Su concepción por el Espíritu Santo resalta su deidad—Dios con nosotros. Su nacimiento de una mujer lo identifica como uno semejante a nosotros en la carne.

La enseñanza del Antiguo Testamento enfatizaba el papel de pariente-redentor –el pariente cercano o “go´el” quien se encargaba de redimir la herencia de aquel cuya propiedad había sido perdida por la pobreza. El pariente cercano tenía que ser un pariente de sangre; tenía que tener suficiente dinero para comprar la herencia perdida; y tenía que estar dispuesto a comprar nuevamente dicha herencia (Levítico 25 y 27; el libro de Ruth). Junto con la ley del matrimonio levirato, como en el libro de Ruth, se requería también que el redentor se casara con la esposa del pariente difunto (Deuteronomio 25:5; Génesis 38).

Las demandas justas de redención, las cuales presuponen un nacimiento sobrenatural, se cumplen totalmente en Jesús, nuestro go´el, nuestro pariente-redentor. A través del nacimiento virginal Jesús se convirtió en un pariente sanguíneo de la humanidad caída. Jesús solamente tiene suficientes méritos como el hijo de Dios, sin pecado, para así pagar el rescate por los pecadores. Jesús, por su propia voluntad, dio su vida para comprar la redención de la raza humana. Jesús ha iniciado una nueva relación con aquellos de nosotros que creemos; en ella Él sirve como el novio y nosotros somos la novia de Cristo.

¿Puede una persona ser salva sin conocer el nacimiento virginal? Por supuesto. Pero una vez que uno ha sido salvo, el corazón debe palpitar más fuerte cuando uno escucha la verdad maravillosa que nos cuentan las Sagradas Escrituras, “el nacimiento de Jesucristo fue así…” (Mateo 1:18).

Aunado a esta verdad maravillosa “pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envío a su Hijo nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” cada corazón redimido debe declarar “Amén”, regocijarse con el regalo maravilloso de la salvación y postrarse humildemente en alabanza y adoración.
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Roger S. Oldham es el vicepresidente para las relaciones del Comité Ejecutivo de la Convención Bautista del Sur. .

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  • Por Roger S. Oldham