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La potencia de la marihuana y lo que las iglesias pueden hacer


NOTA DEL EDITOR: El ético bautista del sur Barrett Duke ofrece guía a las iglesias después de que el presidente Obama influenciara el debate nacional sobre la droga al decir que la marihuana no es más peligrosa que el alcohol. Baptist Press cubrió los comentarios de Obama y escrutó el empuje a la legalización de la marihuana para uso médico y recreativo.

WASHINGTON (BP) — Los recientes comentarios del presidente Obama acerca de la marihuana son muy preocupantes. Al yo mismo haber fumado marihuana durante muchos años como adolescente y joven adulto, puedo decir que la afirmación del presidente de que la marihuana es menos dañina que el alcohol es una comparación inadecuada.

Tanto el alcohol como la marihuana son peligrosos. Decir que una cosa es menos peligrosa que la otra no significa mucho si ambas cosas son extremadamente peligrosas.

Afirmar que el alcohol es más dañino que la marihuana es esencialmente una distinción sin una diferencia. La marihuana está asociada a una larga lista de problemas físicos y psicológicos.

Más aun, las propias estadísticas del Departamento de Justicia indican que la marihuana está más asociada más frecuentemente a otro comportamiento criminal que ninguna otra droga ilícita. En una encuesta de 2002 del Departamento de Justicia a presos convictos en la cárcel, 14 por ciento reportaron haber usado marihuana al momento de su delito — más que cocaína-crack en un 11 por ciento. Además, la marihuana es reconocida por millones de consumidores y múltiples estudios como la entrada a drogas inclusive más destructoras.

Contraria al alcohol, la marihuana casi no puede ser consumida en dosis moderadas; es casi inmediatamente debilitante luego del primer insumo. El alcohol deteriora al consumidor en prácticamente cualquier nivel de consumo también, pero sus efectos más fuertes requieren más altos niveles de consumo.

La marihuana es más poderosa en dosis más pequeñas. Esto es inclusive más verídico hoy en día de lo que fue antes cuando el presidente y yo la fumábamos. Los niveles más altos de potencia de la marihuana de hoy a la de los 60s y los70s están bien documentados. Pero inclusive cuando el presidente y yo fumábamos marihuana, no tomaba mucho para incapacitar completamente a una persona.

El presidente está en lo correcto al mantener la actual política administrativa hacia la marihuana como ley de prohibición de droga. Es una sustancia peligrosa que será más destructiva si el gobierno federal afloja su posición. Los últimos comentarios del presidente acerca de la naturaleza peligrosa de la marihuana son lo suficientemente perjudiciales. Sería más aconsejable que él mirara de cerca los hechos presentes acerca de la marihuana a que dependiera de su propia experiencia.

Millones de vidas están en juego en el debate sobre la marihuana. Estoy de acuerdo en que necesitamos asegurarnos de no estar encarcelando a jóvenes adultos por usar la marihuana recreativamente con criminales endurecidos. En vez de eso, necesitamos programas más efectivamente disuasivos y restaurativos. Estoy de acuerdo en que necesitamos abordar cualquier disparidad racial que exista en la aplicación de las actuales políticas de las drogas. Pero hacer la marihuana más disponible o reducir el castigo o el estigma asociado con su uso no va ayudar a aquellos que ahora la están usando. En vez de eso va a resultar en más uso y más problemas asociados.

Lo que las iglesias pueden hacer

Mientras nuestro país continúa comprometido en el debate acerca de la marihuana, debemos recordar que los jóvenes en nuestras iglesias están escuchando y observando. Debemos asegurarnos de ayudarlos a entender la importancia de la pureza personal y los peligros de la marihuana y de otras drogas. Aquí hay siete cosas que una iglesia puede hacer para mantener a su juventud alejada de la marihuana y de otras sustancias peligrosas:

1. Enseñe lo que la Biblia dice acerca del tratamiento apropiado a nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es creación de Dios, y para aquellos en Cristo, es templo del Espíritu Santo. Como tal, todos, incluyendo los jóvenes, debemos hacer lo mejor para mantenernos sanos y sobrios.

2. Enséñeles a los jóvenes su valor ante los ojos de Dios. Ellos deben ser conscientes de que su vida importa. Debe enseñárseles que Dios tiene un plan para la vida de ellos y que deben buscar ese plan.

3. Anime a los adultos de la iglesia a practicar la abstinencia de las bebidas alcohólicas. Los jóvenes tienen problemas distinguiendo la diferencia entre el uso del alcohol y la marihuana. Simplemente diciendo que uno es legal y la otra no lo es no es persuasivo para la curiosidad juvenil acerca de la marihuana. Esto ciertamente no será un elemento disuasivo ahora que algunos estados la están legalizando.

4. Tenga seminarios centrados en Cristo sobre concientización del abuso de drogas. Los padres deben estar conscientes de las señales de abuso de drogas y deben estar equipados para ministrar a un hijo que ha caído bajo su poder. Estos seminarios pueden también ayudar a los jóvenes y a los miembros de la iglesia a entender los peligros del abuso de drogas.

5. Desarrolle actividades íntegras y disfrutables y ministerios que les ofrezcan alternativas a recintos no cristianos a los jóvenes de la iglesia. Asegúrese de que también haya un fuerte énfasis en el discipulado sobre esto.

6. Promueva oportunidades de ministerio a los jóvenes de la iglesia que puedan ayudarlos a enfocarse en el servicio a Dios y a otros en vez de en sí mismos. Los adolescentes están buscando maneras de hacer que su vida cuente. Estas actividades pueden ayudarlos a desarrollar dirección y propósito en su vida.

7. Recuérdeles a los jóvenes el Señorío de Cristo. Los adolescentes cristianos deben estar conscientes de la realidad de que sus vidas no son suyas. Al haber confiado en Cristo como Salvador y Señor, deben ponerlo a él primero, sobre todo lo demás.
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Barrett Duke es vicepresidente de política pública e investigación de la Comisión de Libertad Religiosa y Ética de los Bautistas del Sur.

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  • Por Barrett Duke