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La última semana del Ramadán motiva reflexiones desde Estanbul


NOTA DEL EDITOR: Ahora que el Ramadán, el mes islámico anual de ayuno, ha llegado a su final, la escritora de IMB Madeline Arthington comparte su esperanza de que amigos musulmanes un día celebren con ella delante de Cristo, el Cordero de Dios.

ESTANBUL (BP) — “Esto me recuerda la fusión del Cuatro de Julio en Washington, D.C., y un carnaval,” pensaba mientras prestaba atención a las miles de familias y grupos de amigos que extendían sus manteles de picnic en el césped y desempacaban cuidadosamente la comida. Otros reclamaban posesivamente una limitada existencia de mesas de picnic.

Sin tener en cuenta si la gente realmente había ayunado ese día, la presión de ser visto en público conformaba a todos en una paciente multitud — que esperaba para comer hasta que sonara el llamado vespertino a orar.

Acompañé a dos amigos hasta el histórico distrito del Hipódromo de Constantinopla en Estambul durante iftar, la cena cuando los musulmanes en todo el mundo rompen el ayuno de Ramadán. Normalmente colmado de turistas de cada parte del mundo occidental, ese anochecer el distrito del Hipódromo de Constantinopla estaba recibiendo a los suyos — una multitud casi enteramente musulmana.

Pasamos entre los asistentes al picnic hasta las calles traseras y encontramos nuestro destino — una terraza en el techo de un restaurante que tiene vista al Estrecho del Bósforo, Santa Sofía y la Mezquita Azul.

Una joven pareja turca estaba sentada en la mesa junto a la nuestra. Los camareros rápidamente pusieron los ya preparados aperitivos del Ramadán enfrente de ellos — quesos, aceitunas, humus y otras delicias mediterráneas. Los restaurantes de toda la ciudad pasan la tarde y el anochecer preparándose para que miles de personas coman exactamente al mismo tiempo. Es un arte exacto, y los camareros se movían con habilidad y precisión.

Cuando el sol desapareció, los camareros aparecieron en perfecta secuencia con soperas de humeante sopa de lentejas y la sirvieron con un cucharón en tazones justo cuando sonó el llamado a la oración. Eran las 8:37 p.m., y el ayuno terminó. Cuando el persistente llamado a la oración comenzó a desvanecerse, la joven pareja junto a nosotros esperó unos momentos, levantaron los vasos y sorbieron el agua. Debajo de nosotros, los asistentes al picnic comenzaron a comer su banquete.

La fiesta comenzó.

Pagamos la cuenta y dejamos la terraza para unirnos a la festividad. Los vendedores de palomitas de maíz, algodón de azúcar, castañas asadas y melón deambulaban entre la multitud. Dos niñitas vestidas de rosado danzaban en una nube de burbujas de jabón que salían de una máquina de burbujas que un hombre vendía. Baratos helicópteros azules de juguete explotaban en el aire como fuegos artificiales.

“Esto me recuerda el parque Dollywood,” mi amiga rió mientras deambulamos por los puestos de arte y artesanías. Nos detuvimos a mirar a un soplador de vidrio que creaba un diminuto y delicado caballo. Seguimos adelante y vimos un grupito de personas reunidas alrededor de una exhibición de pintura (ebru), donde por una pequeña cantidad uno puede crear arte usando la clásica forma de arte otomana que usa papel veteado.

La mujer que estaba detrás de la mesa cuidadosamente guiaba la mano del joven mientras él formaba un tulipán con la pintura. Ella levantó la hoja de papel y la colocó detrás de ella para que se secara. “Tendremos abierto hasta las 2 a.m.,” le dijo ella.

En medio de las festividades, era difícil recordar que toda la noche la estábamos pasando con gente que celebraba un ejercicio espiritual sin sentido que niega la obra salvadora de Cristo. Recordé a mis muchos amigos musulmanes que me han dicho que se sienten cerca de Dios durante el Ramadán. Me entristece recordar que se engañan a sí mismos y caminan en la oscuridad.

Nuestra noche en el Hipódromo de Constantinopla fue festiva y divertida, pero también fue aleccionadora. Oro para que mis amigos musulmanes un día participen en un festival eterno que celebre al Cordero de Dios.

Peticiones de oración

El fin del Ramadán se celebrará con un feriado oficial que durará tres días (8-10 de agosto). Cuando muchos musulmanes celebran visitando a sus familiares y amigos, oren para que Dios lleve a cabo un quebrantamiento en muchos corazones y entiendan que su ayuno no los reconcilió con Dios.

Oren por los obreros cristianos para que hablen osadamente de la obra de reconciliación de Cristo y busquen nuevas y creativas maneras de expresar su amor hacia los amigos y vecinos musulmanes durante los días finales de Ramadán y el resultante feriado.

El testimonio de muchos creyentes de trasfondo musulmán frecuentemente comienza con un sueño sobre Jesús. Oren para que los musulmanes que están teniendo sueños espirituales encuentren creyentes que confiadamente respondan con el mensaje de Dios — el evangelio de Jesucristo.

Oren para que los cristianos alrededor del mundo, inclusive en Europa y EE.UU., muestren un amor intencional y cristiano a sus vecinos y conocidos musulmanes durante este período, y que como resultado, Dios ocasione muchas conversaciones espirituales.
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Madeline Arthington es escritora de IMB con base en Asia Central.

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  • Por Madeline Arthington