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EDITORIAL: La cara es el espejo del alma


Frank Moreno

El célebre político, filósofo y escritor romano Marco Tudio Cicerón, afirmó, “La cara es el espejo del alma”.  Un alto porcentaje de lo que comunicamos, además de las palabras, lo hacemos a través de la expresión de la cara. El rostro dice muchas cosas sobre nuestra personalidad y por eso, la gente suele leerlo con detenimiento.

Tal es así, que en culturas de la antigüedad, como la egipcia y la china, existían personas a las que les llamaban “lectores de caras”. Ejercían la profesión de descifrar aspectos importantes de la personalidad de los individuos, a través de un supuesto análisis y lectura del rostro. No debemos olvidar que en él, encontramos cuatro órganos de sentido sensorial, la vista, el olfato, el gusto y el oído. Éstos reciben los estímulos y el sistema nervioso transmite la información al cerebro que interpreta, origina y controla las expresiones del rostro.

Se dice que cuando Abraham Lincoln estaba buscando candidatos para el consejo de ministros, uno de sus asesores le sugirió el nombre de cierta persona. Lincoln lo rechazó porque no le gustaba su cara. El asesor le respondió al presidente que él era una persona de cincuenta años muy preparada y competente, que no era responsable por su cara. A lo cual le respondió Lincoln que después de los cuarenta, cada hombre es responsable de su cara. Sin aludir a la simetría facial, no importa la edad que tengamos, hay que reconocer que la cara transmite a los demás lo que hay en nuestro corazón.  Proverbios 15:13  dice, “El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del corazón el espíritu se abate”(RV60).

¿Qué podemos hacer para que nuestra cara sea el espejo del alma que refleje a Cristo?

  • Tenemos que buscar el rostro de Dios

El salmista decía: “Buscad a Dios y su poder; buscad siempre su rostro”. Salmo 105:4 (RV60). Este salmo habla del poder de Dios manifestado a favor de su pueblo. Nos recuerda que cuando buscamos al Creador, y somos consecuentes, Él hace maravillas en nuestras vidas. En ese contexto, buscar significa inquirir, averiguar, ser diligentes, en la búsqueda del rostro de Dios. Anhelar su cercanía, su proximidad, para conocer mejor su voluntad y ser fieles a nuestro compromiso cristiano. Es establecer una relación íntima con el Señor a través de la oración, y la meditación en su Palabra. Es amarlo y obedecerlo para que a través de nuestro testimonio, la sociedad sea impactada con el evangelio.

  • Tenemos que dejar a un lado las diferencias

Esaú vendió la primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas (Génesis 25:27-34). Jacob incitado por su madre Raquel,  haciéndose pasar por su hermano, obtuvo la bendición de su padre Isaac que ya era viejo y había quedado ciego (Génesis 27:1-40). La bendición era el medio legal por el cual el padre le confería tres cosas importantes al hijo primogénito: 1) El liderazgo, 2) La herencia, o patrimonio familiar, 3) El patrimonio espiritual y cultural. Cuando Saúl se enteró que su hermano lo había suplantado engañando a su padre, juró matarlo. Ayudado por su madre, Jacob huyó a Harán a casa de su tío Labán.

Después de 20 años de la separación, los dos hermanos se volvieron a encontrar, pero con una actitud totalmente distinta al antagonismo que tenían antes. El Altísimo había trabajado en sus corazones y cuando llegó el anhelado pero temido encuentro, Jacob demostró una humildad y un respeto que no había ejercitado antes hacia su hermano. Saúl no tenía sed de venganza. Después de abrazarse, besarse, llorar juntos, y de las presentaciones de ambas familias, Jacob le dijo a su hermano Esaú “…Yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido”. Génesis 33:10 (RV60).  El acto de reconciliación de Jacob y Esaú, es uno de los más tiernos y conmovedores que encontramos en la Biblia. Que hermoso sería que por nuestro testimonio cristiano nos dijeran lo mismo que le dijo  Jacob su hermano. Dejar a un lado las diferencias, puede lograr eso.

  • Tenemos que vivir sabiamente

En 1 Reyes 10:24 se nos dice, “Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón” (RV60). El joven rey de Israel, debió sentirse muy privilegiado porque Dios lo dotó de una sabiduría sin precedentes. Era una persona que reinaba y tomaba decisiones con tanta cordura y prudencia, que causaba admiración. El Todopoderoso lo prosperó y su fama se propagó, hasta el punto que la realeza de las naciones anhelaba ver su cara. Los monarcas deseaban estar en su presencia para deleitarse oyéndolo disertar. La relación que tenía Salomón con Dios en esa etapa de su vida, era evidente. Si queremos que las personas deseen vernos, o se alegren cuando nos ven, hemos de mostrar una cercanía incuestionable con el Creador.

Que este año que comenzamos, vivamos sabia y prudentemente, para que los demás vean que nuestra cara es el espejo del alma que refleja la gloria de Dios.

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  • Por Frank Moreno