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EDITORIAL: Nos libró, nos libra y nos librará

Julio Arriola


Fue en marzo de este mismo año cuando empezamos a escuchar más y más acerca del Coronavirus alrededor del mundo y como estaba llegando a Norteamérica. La manera en que yo reaccioné en ese tiempo a la información referente a esta enfermedad fue bromeando y minimizando el impacto que podría tener en nuestra sociedad. Yo pensaba, “Por qué alarmarse si esto es solo otra gripe, un resfriado fuerte, de seguro es una exageración por parte de las autoridades para que apoyemos un partido político u otro”. Conforme pasaron las semanas y meses. Empezamos a observar el impacto en personas conocidas y aún familiares y seres queridos sin importar grupo étnico, estatus social y mucho menos preferencia política.

Exactamente hace un mes empecé a experimentar los síntomas de lo que un par de días más tarde me diagnosticaron como Covid-19. Dolores de cabeza, dolor de cuerpo, fiebre, tos, malestar estomacal, cansancio, escalofríos, congestión nasal y pérdida del sentido del olfato. Nunca había sentido todo eso al mismo tiempo. Por causa de mi malestar y la cuarentena que tuve que cumplir, todo lo que había planificado para ese tiempo se pospuso o se canceló.

Nunca me sentí en peligro de muerte, pero sí entendí que la enfermedad era seria–todavía no tenemos vacuna, no existe un medicamento para destruir el virus en este momento–así que tenía que confiar en Dios y no en lo que yo pudiera hacer. Esto me recordó un pasaje de la escritura en 2 Corintios 1:9-10 cuando Pablo escribe, Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte”.

¡Que pasaje tan poderoso! Como creyentes en Cristo, no somos exentos de circunstancias adversas, de dolor y tribulaciones. Y cuando estas aparecen, tienen como propósito redirigir nuestra mirada, confianza y fe hacia aquel que resucita a los muertos, Dios. Cuando removemos el enfoque de nosotros mismos para colocarlo en Dios, nuestra fe crece y trae a la memoria la fidelidad de Dios.

La Biblia dice que “Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la prueba les dará la salida, para que puedan sobrellevarla”. No hemos recibido una circunstancia adversa para ser destruidos, sino que abrazados de Jesús podemos enfrentar esto y cualquier cosa. Como leímos anteriormente Dios nos libró, nos libra y nos librará.

Nos libró

Cuando estemos en el medio del fuego de la prueba, recordemos la fidelidad de Dios en el pasado, comenzando con el sacrificio de Jesús en la cruz. El cargó nuestros pecados y nos libró de la muerte eterna. Pero también podemos observar en nuestra jornada por este mundo que Dios ya nos ha librado de situaciones difíciles anteriormente, por lo tanto, no nos olvidemos de la fidelidad de Dios en el pasado. No nos olvidemos que Dios ha sido bueno con nosotros.

Nos libra

Traer a la memoria la fidelidad de Dios en el pasado nos da la certeza de que también Dios obrará en el presente. Si aún tenemos vida, es que Dios no ha terminado con nosotros en este mundo. Su propósito se va a cumplir, Dios no ha terminado contigo. En Filipenses 1:6 la Palabra de Dios nos anima de esta forma, Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva”. Dios está obrando. No te desalientes, no te rindas; continúa creyendo, sigue adelante.

Nos librará

Pablo tenía la esperanza, la confianza de que al final de todo sería liberado “de tan grande muerte”. Tenemos una victoria segura por delante porque el verdadero cristiano está destinado a una vida eterna al lado de su Señor. Las dificultades de este mundo son pasajeras, temporales. El conocimiento de nuestro destino eterno nos debe impulsar hacia adelante con una actitud de vencedores, porque ya lo somos en Cristo.

El futuro de nuestra familia, pueblo o nación no depende de una vacuna, o de que cierto candidato político gane las elecciones. Depende de aquel que nos libró, nos libra y nos librará…nuestro Señor Jesucristo.

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