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La legalización de la marihuana en Colorado pasa factura


PUEBLO, Colorado (BP) — Una “iglesia” en Colorado está presionando para que su pueblo de montaña de 1.500 se convierta en el primer “santuario” para los “consumidores terapéuticos y espirituales de cannabis.”

Llamándose a sí misma “más cerca del corazón del ministerio,” la así llamada iglesia en Nederland, Colorado, celebra la cannabis — la planta que produce la marihuana — como “el árbol de la vida” del género humano.”

Los pastores bautistas en Colorado, sin embargo, no ven un refugio para el estrago de la marihuana recreacional desde su legalización el 1º de enero de 2014.

Charlie Jones, pastor de Fellowship of the Rockies en Pueblo, dijo que la legalización ha generado una elevada demanda de servicios sociales en el sur de Colorado, incluyendo una elevación del 81 por ciento de los despachadores de respuestas de emergencia en 2014.

“La gente se ha trasladado a Colorado debido a la legalización de la marihuana, y luego han atosigado las alacenas y los refugios para los desamparados y cosas como esas,” dijo Jones.

Veinticuatro tiendas minoristas abrieron el primer día de la marihuana recreacional legal en Colorado en 2014; hoy, el estado es el domicilio de más de 330 de estas tiendas.

El condado Pueblo, con una población de poco más de 162.000, ha expedido 41 licencias de minoristas de marihuana, con tiendas de distribución que reciben más de $44.600 diarios, de acuerdo al Pueblo Chieftain.

La adopción de Colorado de la marihuana recreacional llega cuando la ciencia continúa produciendo información acerca de sus efectos dañinos. Además de las características a corto plazo de cambio de humor, los efectos a largo plazo incluyen desarrollo atrofiado del cerebro.

Con la potencia de la marihuana mucho más alta que en los 1960s, el uso prolongado que comienza en la adolescencia resulta en una caída de ocho puntos en el CI promedio a finales de los 30s de una persona, de acuerdo al Instituto Nacional del Abuso de las Drogas.

La accesibilidad a la marihuana en Colorado ha creado desafíos que frecuentemente terminan en las gradas de la entrada de las iglesias y los centros ministeriales locales. La mayoría de esos desafíos resultan de consecuencias subestimadas que comienzan con los déficits fiscales.

Durante el primer año fiscal de la legalización, Colorado estimó que recibiría $118 millones en ingresos fiscales de los detallistas. Las recaudaciones estuvieron cerca a los $36.2 millones.

Los impuestos a la marihuana legal hace alto el precio al consumidor, lo cual ha promovido las ventas del mercado negro. Los proponentes habían predicho que el mercado negro se reduciría. El Pueblo Chieftain reportó en series reciente sobre las implicaciones de la legalización que los carteles están ahora operando en Colorado.

Aunque la posesión de una onza o menos de marihuana es ahora legal en Colorado, la Corte Suprema del estado recientemente determinó que los empleadores deben establecer estipulaciones relacionadas al uso de la droga. La mayoría tiene tolerancia cero, lo que significa que cualquier indicio de marihuana, que puede durar hasta casi 70 días dependiendo del consumo, puede descalificar a una persona para un trabajo; las personas desempleadas frecuentemente terminan sin casa.

Otras numerosas preguntas han emergido incluyendo si los cupones para alimentos cubren los comestibles a base de marihuana (las tiendas vendieron más de 4.8 millones de unidades para el uso recreacional en 2014) y cómo mantenerlos lejos de los niños y los jóvenes.

“En la iglesia estamos viendo más que somos extraños, exiliados y extranjeros,” dijo Michael Morgan, de 37 años, pastor de Wellspring Community Church en Aurora, un suburbio de Denver.

“Hemos visto cómo ha pasado de ser un entretenimiento para la gente a algo que hacen todo el día. Empieza a infiltrarse en toda su vida. Se vuelve más adictiva; nunca he visto a alguien dejarla,” dijo Morgan.

Con la legalización de la marihuana que implica legitimidad moral de usarla, las iglesias que tienen grupos pequeños que se reúnen en las casas ahora deben explicar las expectativas.

“Si las iglesias tienen grupos de vida en las casas tienen que decir que no quieren que se sirva licor o marihuana,” dijo Jones, de 55 años. “Las iglesias tienen que cubrir eso con los hogares anfitriones; aunque es legal, eso no es aceptable para nosotros.”

Jones ha animado a los miembros de la iglesia a ser responsables en su toma de decisiones acerca de la marihuana recreacional.

“Las Escrituras hablan de la diferencia entre una decisión buena y una decisión mejor,” dijo Jones. “Hay diferencia entre una decisión permisible y una decisión responsable.”

Algunas personas han irresponsablemente venido a la iglesia bajo el efecto de la marihuana. Fellowship of the Rockies enfrentó un asunto de seguridad cuando alguien que visitaba la iglesia por primera vez llegó a la iglesia drogado.

La actitud permisiva en Colorado hacia la marihuana también ha cambiado las prácticas de contratación de personal en las iglesias.

“Cuando contratamos a alguien, tenemos que tener todas esas conversaciones,” dijo Jones. “Preguntamos sobre su postura en relación al licor y la marihuana, cómo aconsejaría [a la gente]. Ha complicado todo.”

Sin embargo, las complicaciones de la marihuana recreacional pueden también agitar un nuevo enfoque dentro de la iglesia.

“No somos la mayoría moral, pero somos la minoría misional,” dijo Morgan. “La misión nunca ha sido la hierba o detener ninguna inmoralidad.

“La misión es exaltar y glorificar a Jesús y ayudar a otros a tener una relación con Jesús y ser transformado por el poder del evangelio,” dijo.

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  • Por Jim Burton