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LAS LOTERÍAS: El Club de los Millonarios de Monopolio


WASHINGTON (BP) — Veintitrés estados y el Distrito de Columbia han desarrollado una nueva estrategia para desplumar a sus residentes: se llama el Club de los Millonarios de Monopolio.

Cuando pensamos en un club, normalmente pensamos en algún tipo de reunión donde la gente logra algún fin en común. Este club, sin embargo, no lo es en lo absoluto. Es la más reciente y engañosa campaña de mercadotecnia para persuadir a la gente a que dé algo de su dinero a cambio de una promesa vacía de riquezas fáciles.

Este reciente esfuerzo pluriestatal se une a otros, como Powerball y Mega Millones, que ya están siendo promovidos activamente por todo el país con una sola meta: llevarse el más dinero posible de manos de gente desesperada con el objetivo de financiar el barril sin fondo que es el gasto del gobierno.

En total, 44 estados, más el Distrito de Columbia, ya tienen sus propias loterías. Encima de esto, estos estados participan en varias loterías multiestatales. Los estados las promueven como un medio para colectar dinero para varias necesidades, incluyendo los costos de la educación pública, las becas para la universidad y varias necesidades de infraestructura. Estas son causas nobles, pero de los casi $70 billones que se gastan en billetes de lotería anualmente, el monto de los premios y los costos administrativos consumen más de $45 billones de los recibos de la lotería.

La redistribución de la riqueza

Cuando llegaron las loterías a los estados en 1964, estaban limitadas a los estados individuales que las comenzaban. Esta errónea empresa inicial del gobierno como patrocinador de apuestas ha producido lo que ahora es un sistema masivo de redistribución de la riqueza, principalmente de los pobres hacia la clase media. Es un hecho establecido que los pobres gastan un porcentaje mayor de su ingreso en las loterías comparado con el de otros grupos y que las ganancias estatales de las loterías tienden a beneficiar a los grupos con ingresos mayores. Solamente piense en los estados que proveen becas universitarias a través de sus loterías nacionales. Mientras que los pobres gastan un porcentaje mayor de su ingreso en las loterías, más jóvenes de clase media reciben becas financiadas por la lotería ya que ellos son quienes más van a la universidad.

Y ahora los estados tienen un club de “millonarios” de la lotería. Por lo menos los creadores de esta muy reciente forma de apuestas patrocinadas por la irresponsabilidad del gobierno ha sido honesta en cuanto a su mensaje de mercadotecnia para atraer a sus “clientes”. Esta lotería no se está enmascarando como un poco de entretenimiento, tampoco se está vistiendo con un hábito de bienestar público, como el financiamiento de la educación, o ninguna de esas causas nobles. Es atractiva para la codicia de ganancias materiales y para escapar de la desesperación.

El nombre del juego lo dice todo. Promete convertir al jugador en un millonario instantáneo. Él puede unirse al “club” de los ricos. Para algunos, el juego ofrece la oportunidad de tener todo lo que han querido si sólo compran un billete o, aún mejor, muchos billetes para así aumentar sus oportunidades de ganar. Para otros, el atractivo es la oportunidad de escapar de la desesperación causada por la pobreza.

El bien común

Nuestros gobiernos estatales están perdiendo de vista su objetivo, establecido por la Biblia, de servir al bien público (Romans 13:1-7). El mandato divino es recompensar el bien y castigar el mal. ¿Cómo es posible que sea algo bueno involucrarse en una estrategia masiva para beneficiarse de la desesperación y de la codicia y que en el proceso lastima a los más pobres de todos? Difícilmente suena como algo que Dios tenía en mente para el gobierno cuando le nombró como Su instrumento en la tierra para ayudar a la humanidad a cumplir su propósito.

Al patrocinar las apuestas, nuestros gobiernos estatales han formado parte del problema que deben enfrentar sus ciudadanos, en vez de ser un compañero que les ayuda a florecer. Ya que los gobiernos han elegido este sendero para obtener ganancias fácilmente, sus ciudadanos están más empobrecidos. Después de todo, el juego está diseñado para que la mayoría de ellos pierdan. Es la única manera en que los estados, las tiendas y los operadores sacan su tajada. A fin de cuentas, el pobre, que se aferra a su billete como un boleto para salir de la pobreza, se siente más desesperado, mientras que el ambicioso, que imagina todo lo que va a comprar, se siente más resentido.

Las apuestas patrocinadas por los gobiernos son una vergüenza nacional. Es una desgracia que tanta gente que elegimos al votar recurra a la naturaleza regresiva de las apuestas en vez de al arduo trabajo de promover y fortalecer el bienestar público a través de un gobierno responsable. Necesitamos que los líderes electos demuestren valentía, no astucia, para resolver los problemas.

Es mi oración que pronto veamos por todo el país una oleada de ciudadanos responsables que se deshagan de este comportamiento depredador presente en nuestros gobiernos. Los ciudadanos se levantaron hace casi dos siglos para poner fin a la desgracia de las loterías. Al inicio del siglo XIX, muchos estaban tan disgustados por los malos manejos, la corrupción y el costo social que prohibieron las loterías en sus constituciones estatales. Esto puede suceder de nuevo. Que Dios nos ayude a que nuestros gobiernos regresen a Su diseño para el gobierno como servidores del bien.

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  • Por Barrett Duke