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EDITORIAL: Demos gracias a Dios por su Don inefable


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol

SALT LAKE CITY (BP) — Estamos en pleno en la temporada de dar gracias, es por eso que es el tiempo de mostrarse agradecidos. Comencemos agradeciendo a Dios que en este país se celebre el Día de Dar Gracias. La historia increíblemente hermosa pero totalmente verídica del origen de esta celebración como parte única de esta nación es una clara muestra de la providencia de Dios para Sus hijos. Al escuchar esa historia, es evidente que Dios intervino milagrosamente en la vida de los Peregrinos con eventos que culminaron con el Primer Día de Dar Gracias. Siendo así y debido al origen de esta festividad, debemos entender entonces que el motivo de la gratitud debe estar dirigido y enfocado primeramente a Dios.
Debemos hacer una pausa y meditar en los incontables motivos de gratitud que Dios nos ha dado, como nuestros seres queridos cercanos y lejanos, que nos aman, nos toleran, nos aceptan y nos ofrecen su apoyo incondicional para los momentos buenos y los momentos difíciles de esta vida. Sin ellos la vida no sería lo hermosa que es.

Debemos agradecer a Dios también por las bendiciones recibidas este año. ¡Eben-ezer, ciertamente hasta aquí Dios nos ha ayudado! (1 Sa. 7:12); por la provisión diaria a nuestras necesidades físicas y el regalo de la vida.

Pero hay sin duda algo de lo cual Dios quiere que estemos agradecidos y que nunca perdamos de vista, aunque pasen los años, así como el Apóstol Pedro nos advierte que no olvidemos la purificación de nuestros antiguos pecados (2 Pe. 1:9b). Y es que una conversación reciente que sostuve con una persona en cuya vida Dios está evidentemente trabajando me hizo reflexionar en ello. Al estar platicando con esa persona y escuchar lo que Dios estaba haciendo en su vida me hizo recordar lo que Dios había hecho también en la mía. Pude ver lo maravillosa que es la gracia de Dios para con todos y para con nosotros. Al observar la emoción con que la persona hablaba y las lágrimas que corrían por su rostro pude percibir el gozo que sentía al entender que Dios le estaba buscando, que Dios anhelaba su adoración, que Dios la estaba llevando a un punto de decisión y que a su vez, ella debía escoger y buscar lo que era mejor para su vida.

En la Segunda Epístola de Corintios en los capítulos 8 y 9 y en el contexto de “dar”, el Apóstol Pablo irrumpe con gratitud a Dios que nos ha dado ¡Su don inefable! (2 Co. 9:15). Pablo no encuentra palabras humanas que puedan describir la grandeza del regalo que Dios dio; Don que desde luego se refiere a la Persona y la obra de Jesucristo. Y es que debido precisamente a ese regalo divino es que nosotros podemos disfrutar de la nueva vida que solo Dios nos puede dar y nosotros recibir por fe agradecidos, ya que “… a todos los que le recibieron (a Cristo), a los que creen en su nombre (de Cristo), (Cristo) les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12). Nuestro amoroso Dios sabe que lo que Él nos está dando en Cristo es lo más importante, valioso y maravilloso que podemos recibir en este mundo.

Verdaderamente es algo único ver cómo Dios actúa en la vida de las personas y las lleva a tomar decisiones que Le glorifican a Él. Nuestro Dios sabe que Su regalo en Cristo transforma las vidas; cumpliendo así esa hermosa Escritura que dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Co. 5:17 y siguientes); cambia eternamente los destinos (Jud. 23); y da vida plena en Cristo (Jn. 10:10). El regalo de Dios en Cristo nos da propósito para vivir, quita nuestros temores y contesta nuestras peticiones. Por si fuera poco, Dios es infinitamente paciente con todos nosotros ya que “el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento “(2 Pe. 3:9).
Por ello, pareciera innecesario una palabra como esta, pero, en este Día de Dar Gracias recordemos que es “más bienaventurado dar que recibir” (Hch. 20:35) y detengámonos para agradecer a Dios por Sus bendiciones, ya que: “toda buena dadiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces” (Stg. 1:17).

¡Feliz Día de Dar Gracias…a Dios, por Su Don inefable!

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  • Rafael Gutierrez