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Dos mineros chilenos aceptan a Cristo estando atrapados bajo tierra


SANTIAGO, Chile (BP) –José Henríquez dirige un pequeño grupo de hombres que todas las noches se reúnen a orar — a 700 metros bajo tierra.

Durante más de dos meses, 33 mineros chilenos estuvieron atrapados bajo el suelo del desierto en una cámara del tamaño de una sala. Un derrumbe parcial obstaculizó la salida de la mina el pasado 5 de agosto.

El Ministro de Minería, Laurence Golborne, confirmó el 11 de octubre que el recorrido de prueba de una cápsula de rescate había sido exitoso. El rescate de los mineros comenzó el 12 de octubre a la media noche.

Al momento del derrumbe, tres de los mineros atrapados –- incluyendo Henríquez — ya eran creyentes. Desde entonces, otros dos han profesado su fe en Jesucristo.

“José fue quien pidió que un ministro evangélico viniera a ministrar a los mineros y a sus familias” — comenta Bryan Wolf, un misionero de la Junta de Misiones Internacionales (IMB), quien se encuentra sirviendo en Vallenar, Chile.

Un ingeniero de rescate, Igor Bravo, miembro de la Primera Iglesia Bautista de Santiago, fue uno de los primeros que escuchó de la petición que había hecho Henríquez de un pastor, así que contactó a la Unión Bautista Chilena.

Bernardino Morales, Director de la Red de Testimonio Social de la Unión Bautista Chilena, buscó a un pastor que viviese cerca de la mina en Copiapó, pero no encontró a nadie. Así que contactó a Marcelo Leiva, pastor de la Iglesia Bautista de Vallenar, en Vallenar, Chile, que se encuentra a dos horas del lugar.

“Pastor,” le dijo Morales a Leiva, “es usted o nadie.”

Leiva le respondió con un “Amén”.

Los mineros habían estado en el corazón del pastor aun antes de la llamada de Morales. Él indicó que el contacto de Bravo con la Unión Bautista Chilena fue el “canal de bendición” que lo trajo al campamento Esperanza, donde se encontraban las familias de los mineros.

Cuando Leiva llegó al campamento, no conocía a nadie. Sin embargo, la familia de Henríquez lo conectó con las otras familias.

“Esa [conexión] permitió que muchas personas escucharan la Palabra,” relata Leiva, “y que supieran que en medio de la catástrofe, Dios está en control, y que es el Señor quien ha mantenido a los miembros de su familia con vida.”

La esposa de uno de los mineros que aceptó a Cristo estando atrapado en la mina se reunió con Leiva durante las pasadas dos semanas y también hizo profesión de fe.

Los familiares de los mineros se estuvieron alojando en el campamento Esperanza por muchas semanas, en lo que Leiva describe como condiciones rudimentarias. Recibían tres comidas al día y dormían en colchonetas dentro de las carpas militares provistas por el gobierno. A pesar de la sencillez del alojamiento, el hecho de estar cerca de sus seres queridos les daba consuelo.

Al decaer el frenesí de las actividades del día, Leiva sentía que las familias estaban más dispuestas a hablar con él en las horas de la tarde. Él también pudo notar la diferencia entre las familias que conocen a Cristo y las que no.

“Esto ha sido un testimonio de lo que el Señor puede hacer en la vida de una persona,” resalta Leiva.

“Los que son hijos del Señor han sido los que han demostrado, aun en el medio de la tormenta, un testimonio de paz, tranquilidad y confianza en el Señor.”

A petición de Henríquez, Leiva tuvo la oportunidad de hablar con los mineros por 10 minutos, haciendo uso del teléfono que utilizaba el equipo de rescate para comunicarse con ellos.

Henríquez le envió una carta a Leiva de parte de los mineros atrapados, donde le expresaban la bendición que él representaba para ellos y le agradecían por haber estado junto a sus familias. Leiva también ha estado enviando cartas de ánimo para los mineros atrapados.

Leiva y un pastor pentecostal son los únicos predicadores evangélicos a quienes se les ha permitido estar en el campamento. Ambos han estado trabajando juntos cuando han podido y han formado un “buen equipo” -afirma Leiva.

Leiva ha tenido la oportunidad de compartir el evangelio con los miembros de las familias, oficiales de la policía chilenos y la prensa extranjera — incluyendo a un reportero japonés — dijo Wolfe. Leiva también apuntó algunos pasajes de los Salmos y se los dio al Ministro de Minería, Laurence Golborne.

Mientras se aproximaba el rescate, la inquietud invadía a las familias del campamento Esperanza. Leiva aprovechó esta gran oportunidad para compartir el evangelio.

“Hagamos nuestro trabajo y llevemos a cabo el propósito para el cual Dios nos trajo aquí” — reconocía Leiva.

“No es solo para tener un rol protagónico sin compartir el evangelio. Porque este campamento estará cerrado en unos pocos días y la gente volverá a casa.”

“Oren para que nosotros, los hijos de Dios, hagamos nuestro trabajo” –puntualizó Leiva.
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  • Por Tristan Taylor