HOLLYWOOD, Fla. (BP) — “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” Lucas 5:32 (RVR1960).
El propósito de la primera venida del Señor, fue el llamar a los que sabían que por causa de su condición espiritual (i.e. su incapacidad de cumplir la ley de Dios a la perfección) no entrarían al reino de Dios.
El Señor Jesús no vino a llamar, a aquellos que se creían “justos” por la practica externa de su religión y obras de moralidad. El no vino a convocar a aquellos que en su orgullo espiritual creían que no necesitaban arrepentirse de nada (Lucas 15:7).
El vino a llamar a pecadores, que sabían que no tenían ninguna posibilidad de entrar en el reino de Dios, sobre la base de su impecabilidad (Romanos 3:10-12). El vino a convocar a aquellos transgresores los cuales en una humildad provocada por el Espíritu Santo, se apocarían delante de Dios, reconociendo su bancarrota espiritual dependiendo solo de la misericordia y de la gracia de Dios para dejarlos entrar en su reino de salvación (Mateo 5:3).
El Señor Jesús comunicó estas verdades en la siguiente parábola, (Lucas 18:9-14 NBLH)
9 Dijo también Jesús esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: 10 “Dos hombres subieron al templo a orar; uno era Fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11 El Fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12 Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.’ 13 Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, ten piedad de mí, pecador. 14 Les digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido.”
El recaudador de impuestos, que reconoció su pecado y su imposibilidad de salvarse a si mismo por sus obras, fue aquel al que Dios justifico. El fariseo que se jactaba de todas sus obras externas de religiosidad y de su moralidad aparente, no. El recaudador de impuestos debido a su fe arrepentida fue declarado justo por la imputación de la justicia perfecta de Dios atribuida a su cuenta (cf. Romanos 4:4-5; Filipenses 3:9).
Todavía hoy, Cristo sigue llamando al arrepentimiento y a la fe a los que saben en su interior que son pecadores, y que en su practica y fachada religiosa externa y condición actual, Dios no los dejaría entrar en su Reino (Romanos 3:23).
¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios” (1 Cor. 6:9 NBLH).
Nadie que viva continuamente de esta manera por muy “espiritual, religioso o beato” que aparente ser, entrará en el Reino de Dios (Juan 3:1-3). No obstante, algunos pecadores son persuadidos por la obra del Espíritu Santo, de su hipocresía religiosa y fraude espiritual, llegando al arrepentimiento y a la fe genuina delante de Dios (Filipenses 3:7-8).
Es a estos, como el recaudador de impuestos, quien “no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, ten piedad de mí, pecador’ a los que Dios justifica. Es a estos, de corazón contrito y humillado a los que Dios no desprecia.
El Rey David nos recuerda, “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Salmo 51:17 RVR 60).
Los fariseos creían que eso no era aplicable para ellos. Estos se creían justos y saludables en lo espiritual (cf. Mar. 2:15,17) y que no necesitaban arrepentirse de nada. Lo mismo puede decirse de personas en la actualidad que presumen de su experiencia espiritual, pero que sus vidas demuestran carnalidad y falta de arrepentimiento (Santiago 2:14). Su conducta pecaminosa habla tan alto que no nos deja oír lo que claman.
Sin embargo, los que reconocen su insuficiencia espiritual, aquellos que apelan a la misericordia de Dios en Cristo, son aquellos a los que Dios justifica por su gracia.
Es de estos que poseen una fe en el Señor Jesucristo, que incluye el componente del arrepentimiento continuo, de los que se dice:
“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1 NBLH).
¿Posees ese tipo de fe salvadora? Si no es así, te animo a que le pidas a Dios que tenga misericordia de ti y que te salve por causa de la obra imputada de nuestro Señor Jesucristo.
Busca al Señor mientras puede ser hallado (Isaías 55:6-7).