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EDITORIAL: Concentrándonos en las cosas que son realmente importantes…


Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis […]  Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. Lucas 12:22;31 (RVR)

Los seres humanos viven en un constante afán que los desvía de las cosas que son realmente importantes. Los cristianos, somos seres humanos, y, por lo tanto, estamos sujetos a las mismas presiones y afanes de la vida, que la mayor parte de las veces nos desvían de lo que es realmente importante y en lo cual debemos fijar toda nuestra atención.

La pandemia que todos estamos sufriendo ha tenido distintas etapas y nos ha afectado de diferente manera. Pero a pesar de la gran cantidad de inconvenientes, también hemos podido aprender algunas cosas muy positivas y nos está ofreciendo múltiples oportunidades para mostrarle al mundo que somos la iglesia de Jesucristo. Voy a referirme a algunas de las iniciativas que he visto que se han puesto en práctica, por hermanos e iglesias en diferentes partes del país.

La pandemia ha servido para iniciar muchas conversaciones evangélicas por teléfono, por medio de correos electrónicos, por blogs, Instagram, Facebook y otras plataformas digitales. Esos medios han estado allí desde hace mucho tiempo, pero tal vez, antes no apreciábamos tanto el servicio positivo que nos pueden prestar para hablar de Cristo.

Sería muy interesante analizar el impacto que ha tenido la pandemia en el alcance de nuevas personas en nuestra congregación y la manera en la que se ha fortalecido el compromiso y la entrega de muchos miembros en nuestra iglesia. Sin olvidar hacer un balance del número de nuevas conversiones, los bautismos realizados y los nuevos miembros añadidos a la iglesia durante este tiempo. Eso nos pudiera ayudar a desarrollar una nueva estrategia que nos permita ser más efectivos en el tiempo que nos quede por delante, antes de que se pueda erradicar por completo esta pandemia. Es bueno, no solo prestarle atención a los problemas y las dificultades que tenemos que enfrentar, sino también observar y analizar qué beneficios, para la obra del Señor, pudiéramos obtener de esta tragedia. Como dice el viejo refrán: si te dan limones, es tiempo de hacer limonada.

Es importante también analizar el estado financiero de la iglesia para ver cómo se han comportado las contribuciones. Debemos ver cuidadosamente, si se han cumplido los compromisos de ayuda denominacional, a otras iglesias, a las personas necesitadas en la congregación y en la comunidad y si hemos sido sensibles a las necesidades de los demás.

Todos hemos tenido experiencias dolorosas en este tiempo, muchos amigos y familiares tal vez hayan fallecido y no todos a causa del virus, pero seguramente hemos estado privados de asistir a esos servicios fúnebres ya que la asistencia ha sido restringida, pero aun en esas condiciones difíciles, hemos tenido la oportunidad de hacer llamadas telefónicas, enviar tarjetas, mensajes, poner alertas en los medios sociales, etc. Debemos evaluar con sinceridad qué nos pudiera haber faltado en esta área para llevar una palabra de aliento a los que sufren una pérdida y ponerlo en práctica de inmediato.

Sería bueno analizar si nos hemos preocupado por los ancianos en nuestra iglesia, en especial por aquellos que no tienen familiares que vivan en la ciudad. ¿Sabemos cómo han estado resolviendo el problema de las compras de comida, medicinas y otras necesidades? ¿Cómo están haciendo para consultar al médico si se sienten enfermos? ¿Cuántas llamadas les hemos hecho para interesarnos en cómo están y preguntarles si necesitan que les ayudemos en algo? ¿Le hemos dado alguna oportunidad a los jóvenes de la iglesia para ministrar a nuestros ancianos? Hay otras muchas preguntas que podemos hacernos sobre este importante asunto.

Hemos visto a muchas iglesias realizando los ensayos del coro y de los grupos de adoración usando Zoom y otras plataformas digitales. También en muchos lugares se han realizado reuniones de estudio bíblico usando Zoom. Se han creado muchos grupos de oración digitales y se han puesto en marcha muchas otras formas de ministerio que antes ni siquiera se nos ocurría pensar que fuera posible realizarlas sin la presencia física de las personas. Pero debemos de seguir pensando y buscando nuevas oportunidades para enfrentar este reto. Creo que esta dura experiencia nos ha servido para darnos cuenta de que podemos usar las alternativas digitales como una extensión y no como un sustituto. En verdad, no tienen por qué competir entre sí. Hay muchas iglesias que están usando con mucho éxito esta iniciativa y debemos buscar y probar nuevas soluciones que nos ayuden a reforzar nuestra tarea de compartir el evangelio.

Hemos tenido que cambiar la manera de celebrar la Santa Cena del Señor y de recibir los diezmos y ofrendas, hemos visto en algunas ciudades a pastores que han tenido que desafiar a las autoridades civiles que han ordenado el cierre del templo, hemos visto caer de su pedestal a líderes religiosos que considerábamos ejemplos y hemos sido testigos de un gran número de cosas desagradables, pero todas esas cosas nos sirven para afirmar nuestra fe en el  Único y Suficiente que nunca nos falló, nunca nos falla y NUNCA nos va a fallar ni a defraudar, Aquel cuyo Nombre es sobre todo nombre.

Algunos estarán pensando que no es igual, y yo estoy completamente de acuerdo. Pero no estoy insinuando ni hablando de sustituir lo que estableció el Señor Jesucristo ni la manera en la que la iglesia ha funcionado por más de dos mil años. Estamos hablando de proveer medios adicionales para aliviar la situación creada con el cierre temporal de muchos templos. Tampoco podemos ignorar el riesgo que puede implicar para algunas personas, con ciertas condiciones de salud, asistir a un lugar cerrado en el que haya una concentración de personas. En verdad, nadie sabe con certeza cuándo pudiéramos llegar a alcanzar un nivel de normalidad total, y considero que debemos ser proactivos y prepararnos para enfrentar el reto en los meses que tenemos por delante. El verano parece que va a darnos una tregua, pero repito, en realidad nadie sabe con certeza cómo va a ser el futuro. Además, pienso que hemos logrado alcanzar a muchas personas, incluso fuera de nuestro país, y que tal vez es bueno considerar mantener los canales digitales funcionando para el beneficio de los que viven en otros países, ciudades y estados.

En muchas iglesias se han incrementado las reservas de las despensas de comida para ayudar a las personas necesitadas. Hay muchos cientos de personas en nuestra comunidad que han perdido sus empleos, y en esas condiciones, cuando se extiende una mano generosa para ayudar, eso nos abre una puerta para iniciar una conversación evangelística. Estamos llamados a ser como el “buen samaritano” y mostrar el amor de Cristo a los que se encuentran desesperados y sin esperanzas, con acciones que les ayuden a enfrentar las dificultades.

Hay muchas personas que han adoptado la costumbre de enviar todos los días un versículo o un pensamiento con un mensaje bíblico, por medio de mensajes electrónicos, mensajes de texto, FB, Messenger, etcétera y he hablado con varias de esas personas que sienten que ese es un ministerio que Dios les ha dado en este tiempo, y en verdad, nadie puede dudar del poder de la Palabra, llegue de la manera que llegue a las personas.

Nuestra experiencia personal ha sido que a pesar de estar en una nueva iglesia a la cual nos unimos un par de semanas antes de iniciarse la locura del COVID-19, y de haber limitado nuestra participación casi a las actividades en línea, sin embargo, hemos logrado desarrollar buenas relaciones con varios hermanos y ministerios. Nuestra primera visita “en vivo” fue como una especie de fiesta, no por la alegría que experimentamos nosotros al poder volver a congregarnos personalmente con los hermanos, sino por las expresiones de amistad y cariño en las caras de muchos hermanos que apenas nos conocen y que nosotros no conocemos, y es que solo saber que somos hermanos en Cristo es como un lazo que nos ata y vincula de manera singular y nos permite juntos convertir esta catástrofe en nuevas oportunidades de ayuda a los necesitados y para evangelizar a los perdidos en nuestra comunidad.