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EDITORIAL: El obituario


SPRINGFIELD, Minn. (BP) — El 5 de junio de este año, el periódico Redwood Falls Gazette en Redwood publicó el obituario de Kathleen Dehmlow quién murió a los 80 años en Springfield, Minn. El comienzo del anuncio de su muerte parece bastante común. Indica cuando nació, quiénes fueron sus padres y el nombre de su esposo e hijos.

Sin embargo, después de los detalles iniciales, el obituario toma un giro incómodo y triste. Dice así: “Abandonó a sus hijos, Gina y Jay, quienes fueron criados por sus padres en Clements, el Sr. y la Sra. Joseph Schunk”. Las últimas líneas son devastadoras. “Falleció el 31 de mayo de 2018 en Springfield y ahora enfrentará el Juicio”. El obituario termina diciendo “No será extrañada por Gina y Jay, quienes entienden que este mundo es un mejor lugar sin ella”.

No pretendo justificar ni entender las razones por las que esta mujer abandonó a sus dos hijos. Mucho menos entiendo la manera cómo estos hijos se sintieron al ser abandonados por su madre. Esto debe ser algo muy difícil de experimentar. Lo que quiero es destacar la manera en que manejamos nuestras pérdidas y cómo a veces nos resulta difícil perdonar a aquellos que nos hieren con sus acciones. Perder algo que apreciamos duele y perder a alguien a quién apreciamos duele aún más.

Cuando perdemos una relación que apreciamos, podemos intentar agarrarnos de nuestros sentimientos de dolor, culpa y rencor y amargarnos. No obstante, podemos entregar estas pérdidas a Dios y dejar que Él las use como el quiera en nuestra vida. Perdonar y entregar una pérdida a Dios es liberar a alguien de hacernos más daño. Es una iniciativa que solo nosotros podemos tomar. Es para nuestro propio beneficio. En vez de dejar que raíces de amargura se aniden en nuestro corazón, necesitamos reconocer la pérdida y el dolor y liberar a la persona perdonándole.

Otorgar perdón a otros es un acto voluntario e intencional. La Biblia nos exhorta a perdonar a los que nos ofenden. Ya sea que estos te pidan perdón o no, podemos liberar a esa persona de buscar retaliación o venganza. Reconocemos que nos duele y que resulta imposible pasar por alto la herida. Independientemente si sus hechos o acciones fueron justificados o no. Colosenses 3:13 nos exhorta “Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.”

Recientemente leí que el tema que más divide a las personas en las redes sociales hoy es la falta de perdón. Tener un corazón perdonador no es fácil. Necesitamos la ayuda de Dios. ¿Te has sentido últimamente estresado o cargado por los sentimientos de rencor y odio que otros expresan?

A veces luchamos con ofrecer o recibir perdón. Pensamos que lo que necesitamos es olvidarnos de algunas cosas y los sentimientos negativos desaparecerán. La verdad es que no logramos sanar. Olvidamos que cuando presentamos una ofrenda de adoración en el altar de Dios y recordamos que alguien tiene algo contra nosotros, tenemos que hacer algo. La Palabra nos anima a dejar allí nuestra ofrenda en el altar. Ir y buscar la reconciliación debe ser nuestra respuesta. Si no puedes hablar o contactar a la otra persona, dilo a alguien de confianza o escribe una carta.

¿Cuándo fue la última vez que alguien te culpó por algo que no habías hecho? ¿Te han ofendido o herido recientemente? Da el perdón. Otórgalo. Ofrécelo y recibirás del Altísimo. Entrega a Dios tus heridas y déjale obrar. Regresa a adorar con tu ofrenda. Él la recibirá con los brazos abiertos. Vivirás en libertad.

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  • Luis R. López

    Luis R. López es Director Asociado de Misiones y Trabajo Étnico de la Asociación Bautista del Condado de Robertson en Tennessee.

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