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EDITORIAL: Lo que hace el hombre feliz


SAN ANTONIO, Texas (BP)–No son pocos los economistas que dicen, “Donde hay una sociedad que produce más bienes y servicios esto resulta en una ciudadanía más feliz.” Muchos ven el volumen del producto nacional, y la oportunidad de la ciudadanía en obtener tales frutos como lo que determina el nivel de contentamiento y felicidad social. Aun mas, insisten que es el acceso a tales servicios y bienes lo que mantiene al pueblo cometido a la democracia y la filosofía del comercio libre. Pero suele preguntar, ¿esta la felicidad del hombre crudamente ligada al consumo de bienes y servicios?

Al fin del día, ¿somos felices simplemente porque podemos saciar nuestro apetito por más cosas?

En su libro, La Consecuencia Moral del Crecimiento Económico, Benjamín M. Friedman, profesor de economía en la Universidad de Harvard, ataca esta creencia común pero errónea. Friedman demuestra que gente por lo general mide su bienestar comparándose con otros, pero no como para mantener alguna clase de igualdad. Después de todo, ¿quien se contenta con tener lo que todos tienen. Quien se jacta de los mismos alcances del vecino?

La realidad es que toda persona busca por algo más, lo que lo hace sobresalir de entre los demás. Aquel no es feliz porque pesco el pez más grande. Es feliz porque haber pescado tal pez lo saca de lo mundano, donde el resto de la humanidad vive. Pero si todos buscamos por este “algo mas” dentro del mundo del consumo, la felicidad verdadera queda tan ilusiva como la ciudad mítica de El Dorado.

No hay un mejor ejemplo de la fatalidad inherente en basar nuestra felicidad de acuerdo al consumo que la de Jeffrey Skilling. Una vez el director ejecutivo de Enron, Skilling disfrutaba de un puesto y privilegios que pocos alcanzan. Pero aparentemente eso no era suficiente y conspiró con otros dirigentes para defraudar la compañía. Enron entro en bancarrota, y la fuerza laboral perdió su pensión. Skilling fue hallado culpable y sentenciado a servir 24 años en la prisión federal de Waseca Minesota. En Diciembre 13 del 2006 Skilling se entregó y el hombre que antes ganaba 40 millones de dólares al año ahora ganará de 13 – 40 centavos la hora.

Buscar la felicidad es natural, pero medir nuestra felicidad de acuerdo a nuestros alcances relativos a la resto de la humanidad es como creernos afortunados porque viajamos en crucero de primera clase, pero compramos nuestro boleto de pasaje en el Titánico. Todos estamos limitados a las mismas circunstancias que nos niegan la felicidad duradera.

Durante este tiempo de navidad—festejado por muchos en adoración al dios del consumo—la iglesia tiene la imperativa de apuntar a Jesús como la verdadera fuente de felicidad. El dios de este mundo ha entenebrecido la mente del inconverso para no reconocerlo (Efesios 4:17-18), pero Satanás mismo traiciono con sus propios labios la insuficiencia del consumo.

En la segunda tentación (o tercera; vea Mateo 4:8-9), Satanás desplegó todos los bienes del mundo a Jesús (Lucas 4:5-7). En ese momento vemos el epítome del consumo; todos los reinos, dominios y la gloria de ellos le pertenecían a él (v. 6). Nadie podría superar sus alcances y adquisiciones. Pero donde, los economistas insisten que solo tener cosas trae la felicidad, esto no era así para nuestro adversario. Aun con todo lo que tenía, le faltaba algo; ¡le faltaba Jesús!

Se dice que todo reloj roto da la hora correcta dos veces al día y Satanás, en su perversidad, demostró una verdad en su encuentro con Jesús. Él puso en la balanza de su mente el valor de todo el mundo y lo comparó con el valor del Señor. ¿Y que realizo? Reconoció que Jesús era de mas valor que todas las riquezas del mundo entero. Estaba dispuesto para soltar todo lo que poseía con tal de tener en sus garras al Hijo de Dios. Sin duda su deseo era perverso, pero la lección que nos enseña no menos valida.

No dejemos que el comercialismo y el consumo de la temporada navideña ofusque el regalo gratuito que Dios ofrece a toda persona. La navidad no solo es el recordatorio de las circunstancias y los eventos que distinguen su nacimiento. Recordemos que este hijo “nos fue dado.” (Isaías 9:6). Juan 3:16 demuestra que Dios nos ama lo suficiente para dar lo mejor que tenia, su hijo y nuestro salvador Cristo Jesús. Cuando tenemos a Jesús, hallamos la felicidad.
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.

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  • Por Rudy Gonzalez