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En el interior de Brasil, los voluntarios dan una mano


RECIFE, Brasil (BP)–Seis meses después de haber llegado a la costera ciudad de Recife, Brasil, el misionero de la Junta de Misiones Keith Jefferson se sintió guiado a trabajar en medio del pueblo quilombola del interior del Brasil. Dos docenas de misioneros estaban trabajando en Recife pero ninguno a 724 kilómetros de distancia.

Cuando primero puso pie en un quilombo (pueblo), Jefferson se sintió impresionado por su aislamiento.

Establecidos por un esclavo africano fugitivo en los 1600s, los remotos pueblos originalmente servían como refugio.

Aunque Keith y su esposa Deborah son el único personal de la JMI que trabaja entre los quilombolas, equipos de voluntarios ayudan a la pareja procedente de la First Baptist Church de Houston a llevar el evangelio a los pueblos.

Durante los anteriores cuatro años, voluntarios de la Hyland Heights Baptist Church de Lynchburg, Virginia, han realizado viajes anuales a los pueblos ofreciendo clínicas dentales y para los ojos junto con Escuelas Bíblicas de Vacaciones.

“Es emocionante,” dice Rick Magee, pastor administrativo de Hyland Heights. “Comienzas a ver a la misma gente vez tras vez.”

Después de regresar al mismo pueblo durante los últimos tres años, Magee entiende la meta de hacer discípulos que lleven a su propia gente a Cristo.

“La gente que va a tener mayor credibilidad es la nacional, no un extranjero con una idea extranjera,” dice Magee. “Así que es crítico que los nacionales [discípulos] se multipliquen.”

Para los Jeffersons, el tiempo de alcanzar con el evangelio a los quilombolas es ahora.

“Mi esposa y yo estamos sobrecogidos de gozo porque de alguna manera sabemos que Dios nos ha dado esta tremenda tarea,” dice Keith, “y que en este momento somos las personas escogidas por él para hablarle al pueblo quilombola.”
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Kristen Heller es una antigua corresponsal extranjera de la Junta de Misiones Internacionales.

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  • Por Kristen Hiller