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Fueron comisionados 83 nuevos misioneros internacionales


JONESBORO, Georgia. (BP)–Monos, sogas y cocodrilos fueron parte de la vida de Adam Huser cuando crecía como hijo de misioneros en las selvas del Perú.

Adam sintió hace muchos años que ser misionero era también su llamado. Eso fue afirmado la primera vez que él y su padre hicieron la ardua jornada de tres días a un pueblo remoto de las montañas de los Andes. “Nadie nunca había visto antes a una persona blanca,” recordó él.

Los lugareños estaban desesperados por la verdad. “Mi papá bautizó a toda la población en un riachuelo de aguas heladas en las montañas porque ellos estaban hambrientos de conocer a Dios. Esa imagen se quedó grabada en mi mente durante toda mi vida.”

Adam y su esposa Jessica estaban entre los 83 nuevos misioneros de la Junta de Misiones Internacionales comisionados el 10 de septiembre en la Primera Iglesia Bautista de Jonesboro, Georgia. Ellos se unen a los más de 5.300 misioneros que sirven alrededor del mundo.

Adam dijo que la experiencia en Perú lo preparó para servir de una manera extrema. Su esposa tuvo también la oportunidad de experimentar la vida en condiciones extremas mientras servía en Asia. Ratas, carritos jalados por un hombre y embotellamientos de tráfico fueron experiencias comunes para Jessica durante sus dos años en Asia.

“El amor de Adam por Perú y las necesidades urgentes de la vasta cantidad de perdidos allí han sido contagiosos,” dijo Jessica. La pareja pronto se unirá al Xtreme Team de la JMI para compartir las Buenas Nuevas en los más remotos lugares de las selvas peruanas.

Andy y Michelle Milam puede que no hayan tenido condiciones extremas de vida como los Huser, pero comparten su llamado a las misiones.

Andy, músico graduado de la Universidad Union en Jackson, Tennessee, recuerda cuando era muchacho y leía los cumpleaños de los misioneros en el devocional Open Windows y oraba por cada uno por nombre.

Luego que la pareja se casó en 1991, Andy dijo que ellos habían tenido el privilegio de ser vecinos de Ramona Mercer, primera misionera en residencia de la Unión. Una vez él le preguntó cómo reconocería él su llamado al campo misionero. “Dios te lo mostrará,” le dijo ella.

Diez años después, en la Iglesia Bautista Alpha en Morristown, Tennessee, Andy comenzó a sentir que Dios lo estaba guiando a dar su vida completamente a las misiones. “En mis tiempos a solas con Dios, yo estaba en busca de su perfecta voluntad,” dijo. “Comencé a verter mi corazón a Dios, y le pedí que me mostrara su dirección para mi vida.”

Fue en ese momento que divisó una copia de Open Windows. Habían pasado años desde la última vez que el volteó las páginas del devocional. Inmediatamente buscó la página de los cumpleaños de los misioneros. Cerca de las fechas se encontró un nombre familiar — Ramona Mercer.

“La pregunta que yo le había hecho a ella en mis tiempos universitarios llegó directamente a mi mente… ¿Era esto coincidencia? No. [Dios] me mostró claramente cuál era su voluntad para mí.”

Andy y su familia llevarán el evangelio a Portugal.

VAYAN Y CUENTEN

Tom Elliff, vicepresidente principal de nutrición espiritual en JMI, retó a la congregación a ir y contar la historia del evangelio.

Hay tres tipos de creyentes, dijo Elliff – los calienta bancas, los que buscan para sí y los que van y cuentan.

Hablando de 2 Reyes 7, él comparó los tipos de creyentes con la historia de los cuatro leprosos que se sentaban a la puerta de la ciudad de Samaria. El calienta bancas es una persona que es conciente de la necesidad del evangelio que tiene el mundo pero no hace mucho al respecto, dijo Elliff, añadiendo que en esta categoría se encuentran la mayoría de los creyentes.

La segunda categoría de creyentes – los que buscan para sí – son calienta bancas con sentido común, dijo. Los leprosos de 2 Reyes 7 estaban en esta categoría. “¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados esperando la muerte?” se preguntaron los unos a los otros en los versículos 3 y 4. “Allí (el campamento de los sirios) nos moriremos de hambre con todos los demás, pero si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo.”

“Usted no puede ser muy duro con los que buscan para sí,” dijo Elliff. “Ellos son personas que dicen: ‘Ha de haber más y yo lo quiero.’

“En una sociedad en la que se celebra la codicia… muchos creyentes se han vuelto muy codiciosos espiritualmente,” dijo Elliff. “Hay un problema cuando tenemos apetito por las cosas de Dios, pero sin actividad por las cosas de Dios.”

Elliff desafió a la multitud a ser como los misioneros comisionados esa noche – a ir y contar. “Con tantos lugares a donde ir, a la gente se le olvida contar la historia del evangelio. La Gran Comisión es… ir y contar.”
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Emilee Brandon es escritora para la Junta de Misiones Internacionales.

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  • Por Emilee Brandon