
La historia de Orbe Pérez es una de redención, fe persistente y una vida profundamente impactada por la misión de Dios.
A lo largo de 33 años de matrimonio y casi tres décadas en el ministerio, él y su esposa, Lázara Sosa, han visto la fidelidad de Dios manifestarse desde su natal Cuba hasta Texas.
“Conocí a Jesús gracias a una mujer de fe: mi abuela,” dijo Pérez. “Ella me llevaba a la iglesia hasta que tenía cinco años, pero después de eso, [otras personas] me dijeron que no hablara más de Dios.”
Al crecer en Cuba, su educación fue intencionalmente atea. Ese entorno eventualmente marcó su vida.
“Tomé decisiones que me alejaron mucho de Dios,” contó, “pero mi abuela nunca dejó de recordarme que Jesús me ama.”
Quebrantado por su pecado y enfrentando una crisis que amenazaba su matrimonio, Pérez se encontró una noche sentado en su sala, mirando al techo.
“Dios,” dijo, mirando hacia arriba, “si eres real, te necesito.”
Esa noche él la recuerda que fue como un nuevo comienzo.
Poco después, su abuela invitó a Pérez y a Lázara a un evento evangelístico.
“Cuando empezaron a cantar, todas las canciones de mi infancia volvieron a mi mente—no podía dejar de llorar,” dijo.
Él fue el primero en responder al evangelio esa noche, y poco después, también lo hizo Lázara. No pasó mucho tiempo hasta que descubrieron que esperaban a su hija, Elianys Beatriz, a quien ahora llaman su primer milagro.
Con un corazón renovado, Pérez se sumergió en el ministerio. Dijo que sirvió en todo lo que podía—barriendo, acomodando sillas, y ayudando en lo que hiciera falta. Seis meses después de entregar su vida a Cristo, fue llamado a servir como diácono en su iglesia.
“Comencé a sentir un fuego por predicar,” dijo Pérez. “Estaba en el trabajo, pero en mi mente, predicaba sermones a una congregación invisible.”
Un día, su pastor se le acercó en la calle con un desafío: “Necesito a alguien que predique en una misión. ¿Puedes ir?” Esa misión se convirtió en su primer campo ministerial.
En el 1995, Pérez ingresó al seminario y se graduó en el 1998. Durante su segundo año como estudiante, fue enviado a pastorear una iglesia en un pueblo espiritualmente oscuro.
“La gente estaba sumida en la idolatría y el sufrimiento. Fue uno de los lugares más difíciles en los que hemos servido, pero Dios obró allí,” contó Pérez.
Después de tres años, Pérez y su esposa se mudaron a otra iglesia en crisis. Pasaron siete años allí, plantando cinco iglesias misioneras. Luego, en el 2006, Dios los llevó a Placetas—el lugar donde nació la convención bautista en Cuba.
“Fue una etapa de gran crecimiento para nosotros y para la iglesia,” dijo Pérez.
Nueva etapa, nueva ubicación
Después de 17 años de servicio pastoral en Cuba, Dios abrió la puerta para que los Pérez Sosa vinieran a los Estados Unidos. En el 2012, se mudaron al área de Dallas-Fort Worth, y Pérez comenzó a servir como pastor asociado del ministerio hispano en Prestonwood Baptist Church en Plano.
Al año siguiente, una creciente carga por las comunidades no alcanzadas llevó a Pérez a comenzar a evangelizar en Lewisville.
“Empezamos caminando por las calles y orando,” dijo. “Un día, alguien abrió su casa para un estudio bíblico. Allí comenzó la visión.”
A pesar de no tener un lugar permanente para reunirse, ese estudio bíblico floreció y se convirtió en un servicio de iglesia completo en el 2017. Poco después, la iglesia encontró un hogar cuando Pérez se enteró de que una iglesia en Lewisville, Northview Baptist, quería iniciar un ministerio hispano.
En el 2024, Prestonwood comisionó a Pérez para lanzar una iglesia hispana autónoma en Lewisville. En colaboración con Northview Baptist Church y con el apoyo de Send Network SBTC a través de evaluaciones y mentoría para plantadores, Iglesia Redes fue oficialmente fundada en noviembre de 2024.