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Imaginando iglesias para sordos por todo Uruguay


MONTEVIDEO, Uruguay (BP)–Mientras el autobús avanza y se aleja de Montevideo, la capital de Uruguay, el panorama [que se ve] a través de la ventana cambia de la costa a campos verdes con ovejas.

Es un traslado de casi cuatro horas para llegar a la comunidad de Treinta y Tres, pero Mary Swanner, misionera de la Junta de Misiones Internacionales, ya está acostumbrada al viaje.

Oriunda de Carolina del Norte, Mary vive en Montevideo con su esposo Charles pero se aventura por todo el país — del tamaño del estado de Iowa — para trabajar con los sordos. Ella ha estado involucrada en ministerios relacionados con los sordos desde que fue asignada por la Junta de Misiones Internaciones en julio de 1984.

Sentada junto a Mary está Lorena, una uruguaya de 20 años oriunda de Treinta y Tres. Lorena recientemente se mudó a Montevideo para asistir a la escuela para misioneros donde Mary da clases.

La escuela ofrece una variedad de clases, incluyendo un curso de lenguaje de señas que dura dos años, el cual es enseñado por Mary. Cada estudiante debe tener por lo menos un amigo sordo y se les invita a hacer más amigos con esta característica.

“Aprendes más cuando tienes a alguien con quien practicar,” dijo Mary.

Lorena asiste a la clase de lenguaje de señas que enseña Mary pero comenzó a tomar lecciones antes de mudarse a la capital. Lo dominó en sólo seis meses. Ella y Mary están de acuerdo en que su rápido aprendizaje es un don de Dios.

De hecho, Lorena fue un instrumento para comenzar la primera iglesia para sordos en Treinta y Tres cuando era una adolescente. El grupo primero se reunía en hogares y después se mudaron a su propio edificio.

Y para las 20 personas que asisten a esa iglesia bautista, ésta se ha convertido en una parte integral de sus vidas. La mayoría de los uruguayos sordos no están familiarizados con Jesús o con la Biblia. Han crecido en una sociedad sin influencia cristiana.

Esta congregación está intentando cambiar esa tendencia al estrechar su mano hacia una comunidad que no sabe nada acerca del amor de Dios. El mensaje en la puerta de entrada a la iglesia dice: No hay ninguna persona en la tierra a quien Dios no ame.

Para lograr esta meta, Mary organizó un equipo cooperativo de obreros — algunos pueden oír, algunos son sordos. El grupo que puede oír se llama Manos Inspiradas en el Apoyo al Sordo, MIAS. El otro grupo está formado por líderes sordos provenientes de iglesias ya existentes. A los miembros se les asignan áreas del país donde plantan iglesias para sordos similares a la que hay en Treinta y Tres.

Los obreros que pueden escuchar tienen “una visión clara de que su papel es sólo de apoyo, y la meta es capacitar a los sordos para que alcancen a otros sordos, sordos que dirijan a otros sordos, permitiendo que el sordo sea un participante pleno en el cuerpo de Cristo y no sólo un espectador,” dijo Mary.

En el 2002, Mary y su equipo comenzaron a plantar iglesias completamente dirigidas por sordos. “Comenzamos con una iglesia — hoy hay [muchas]. Otras tienen cristianos sordos que… quieren ser bautizados para formar una iglesia.

“Estamos capacitando a otros para que alcancen a los sordos y planten iglesias,” dijo Mary. Pero es un reto cuesta arriba en un país donde el ocho de las 19 provincias no tienen una iglesia para sordos.

“Es mi oración que el Señor levante valientes líderes sordos que continúen [diseminando] Su Palabra a través de Uruguay,” dijo.
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Emilee Brandon es una de las escritoras de la Junta de Misiones Internacionales.

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  • Por Emilee Brandon