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Las prostitutas de China merecen ser alcanzadas


CHINA (BP)–Una joven mujer china sale de un cuarto trasero a la suave luz rosada de un pequeño prostíbulo. Se ajusta el corto vestido y los calcetines negros. Un hombre chino de mediana edad la sigue unos pocos pasos atrás. Bajo el ojo vigilante del dueño del establecimiento, el cliente le pasa a ella un fajo de billetes — como $60.

Ella asiente con la cabeza y acepta el dinero y muestra el centelleante tatuaje de una fresa en la mano izquierda, a menudo señal de rebelión en esta antigua cultura. Transacciones como esta se llevan a cabo cada día en burdeles a lo largo de toda China, dice Belinda Baker,* obrera que comparte el evangelio entre las mujeres comercialmente explotadas en la ciudad donde ella vive.

La mujer de 40 años oriunda de New Orleans tiene mucho cuidado de no decir “prostituta,” una palabra que implica que las mujeres escogen ese estilo de vida. Ninguna niña dice: “Quiero crecer y vender mi cuerpo,” dice Baker.

En vez de eso, la pobreza, la falta de educación y la falta de oportunidad llevan a las mujeres a la prostitución como medio para proveer para sus familias. Baker espera liberar a las aproximadas 35.000 mujeres explotadas física y espiritualmente en su ciudad — primero compartiendo el evangelio, luego ofreciéndoles un lugar seguro para vivir y alternativas de habilidades de trabajo.

CINCO HERMANAS

Las Weis* son un ejemplo de las mujeres que Baker espera alcanzar. Entre los 18 y los 30 años, las cinco hermanas — Chen,* Jinjing,* Dongmei,* Liling* y Mingzhu* — se trasladaron de una provincia rural china a la ciudad para comenzar una sala de masaje en un vecindario de clase trabajadora; su meta es mandarle dinero a su familia.

Baker, chica fiestera de New Orleans y energética pelirroja, se hizo cristiana en sus tardíos veintes después de que su hermana le habló de Cristo. Debido a su conocimiento de primera mano de la diferencia que hace Jesús, Baker es apasionada por compartirles el evangelio a las mujeres atrapadas por la explotación y la adicción.

Dos de las hermanas Weis, Chen y Dongmei, son cristianas. Jinjing es budista, ya que su esposo y sus suegros siguen estrictamente las tradiciones budistas.

Al compartir parte de la historia de su vida, Baker le dice a Jinjing que ella puede ser la primera en la familia de su esposo en seguir a Jesucristo. “Mi hermana fue la primera en mi familia en seguir a Jesús,” le dice Baker a Jinjing. “Ahora todos lo seguimos.”

Jinjing sonríe y reconoce que su esposo disfruta leyendo los materiales del evangelio que Baker compartió en su última visita. “Él me dijo que eran muy buenos,” dijo la mujer de 27 años quien es madre de dos niños. “Él me dijo que yo también debía leerlos.”

Aunque su esposo parece más abierto al cristianismo de lo que parecía en el pasado, Jinjing dice que hay otras razones por las que no puede hacerse cristiana. “En mi trabajo no puedo evitar a hombres que quieren sexo,” dijo la joven mujer. “No puedo seguir a Jesús completamente y dar estos servicios especiales.”

Pero Jinjing nunca admite que provea sexo a los clientes. “Cuando los hombres preguntan, les digo que no,” continúa. “Nunca pensamos en hacer eso; queremos ganar dinero a través de la energía y el conocimiento.”

Chen, su hermana mayor quien tiene 30 años y es cristiana, pinta un cuadro ligeramente diferente. “El negocio anda lento,” dice Chen. “Si yo pudiera contratar a una chica para que proveyera sexo, expandiría nuestro negocio para ofrecer más trabajo sexual.”

Aunque los cristianos occidentales podrían horrorizarse ante tal admisión de una cristiana china, negocio lento puede hacer la diferencia entre alimentar a los hijos o forzarlos a pasar hambre — especialmente en un país donde algunos analistas financieros estiman que el salario diario por trabajo no profesional es de menos de $3.50.

Estas realidades económicas, junto con la demanda de los clientes, presiona a Chen y a sus hermanas a considerar proveer sexo para la venta. Al contratar a otra chica para que provea los servicios de sexo, explica Chen, el establecimiento podría recibir más dinero y las hermanas no comprometerían su fe. Sin más ingresos, las hermanas van a tener que cerrar el negocio y regresar a la provincia donde el salario diario es aún menor.

“Cuando estas mujeres abrieron el establecimiento, pensé que sus intenciones eran puras,” dice Baker. “Ahora están en un punto crucial. Tal vez Dios nos envió a ellas por esa razón.”

LO VALE

No todos los puestos de masaje en China son cuevas de prostitución, explica Baker. Los masajes terapéuticos, las pedicuras y los masajes de los pies son una parte ritual de la vida diaria de los chinos. Sin embargo, la prostitución alcanza cada segmento de la sociedad y abarca la gama que va desde los burdeles hasta los puestos de masaje, desde los bares de karaoke hasta los hoteles cinco estrellas.

“Hemos identificado siete niveles de prostitución en China,” dice Baker. “El sexo está a la venta en cada calle y en cada nivel de la sociedad.”

En una ruta de buses, Baker cuenta 18 burdeles, pequeñas fachadas de propiedades pintadas de color chicle y algodón de azúcar. El símbolo chino para “masajes de pies” combinado con una notable falta de sillones reclinables identifican al negocio como un burdel.

Debido a que la prostitución es impulsada principalmente por la economía, Baker entiende la necesidad de proveer entrenamiento legítimo y oportunidades de sustento a las mujeres en la industria sexual. Por esta razón abrió una casa de seguridad en las afueras de la ciudad y está en el proceso de registro para abrir una panadería.

“Si usted tuviera otro trabajo, ¿dejaría este negocio?” le preguntó Ling Tao, compañera de ministerio de Baker, a Jinjing.

Jinjing se encoge de hombros y parece escéptica. “Tal vez,” dice.

Baker espera que muchas mujeres dejen la prostitución una vez que la casa de seguridad y la panadería estén levantadas y funcionando.

“Una de las dueñas de los establecimientos ya ha preguntado si yo contrataría a su hija de 15 años para que trabaje en la panadería,” dice Baker. “Ella pasa ratos en el burdel durante los feriados de la escuela, pero su madre no quiere que ella se involucre en el trabajo del sexo.”

Baker explica que su trabajo no es únicamente proveer oficios para trabajar. Ella desea que “cada chica” escuche y reciba el evangelio porque ellas “lo valen.”

En referencia a su pasado, Baker dice: “Mi hermana pensó que yo lo valía. Ella pudo haberme descartado, pero no lo hizo sino que compartió el evangelio conmigo.”

Sin embargo, alcanzar a 35.000 mujeres sin la ayuda de nadie es más que solamente un reto. Sin ayuda, es imposible. “Nuestra mayor necesidad es mensajeros,” dice Baker.

Por lo tanto, Baker enlista a estudiantes de China y a líderes de iglesias casa para trabajar junto con ella. También usa a obreros de corto tiempo de EE. UU. para realizar caminatas de oración, distribuir bolsas de regalos y compartir el evangelio.

ESTABLECIMIENTOS CERRADOS, PUERTAS ENTABLADAS

Aunque la mayor necesidad de Baker es mensajeros, su mejor estrategia es la oración — no solamente por aquellas que ella espera alcanzar sino también por cristianos con la misma pasión de ver que las mujeres comercializadas lleguen a Cristo.

“Una de mis oraciones es que los cristianos sientan la misma desesperación por esas chicas que la que sienten por sus propias hijas,” dice Baker. “Veo a las madres en EE. UU. que pondrían literalmente sus cuerpos sobre sus hijas para protegerlas… y deseo que ellas sientan de la misma manera por estas chicas.”

Baker y Tao continúan las caminatas de oración por la ciudad y comparten el evangelio en burdeles y en establecimientos de masajes. Aunque han conocido algunas pocas mujeres dispuestas a alejarse, un número de establecimientos han cerrado luego de que algunos dueños y empleadas oraron para recibir a Cristo.

Al prepararse para la caminata de oración en una particularmente notoria calle, Baker explica: “Esta es una sección sórdida. La calle literalmente rebosa rosado.”

Sin embargo, encuentra muchos establecimientos cerrados y puertas entabladas desde que estuvo allí hace nueve meses; le asombra que solamente tres burdeles permanezcan abiertos.

El equipo de Baker llevó a cabo caminatas de oración por lo menos dos años, y la calle es una ruta consistente de oración de otra persona del ministerio. El equipo también usó fotos del área para animar la oración de los intercesores en EE. UU.

“Ahora no veo ninguna luz rosada,” dice Baker. “Ni siquiera veo chicas allí.”

“Eso es bueno,” añade. “No hay desilusión aquí.”
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*Los nombres han sido cambiados. Tess Rivers escribe para la Junta de Misiones Internacionales con base en Asia.

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  • Por Tess Rivers