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Misionera encuentra la paz de Dios tras una tragedia


RICHMOND, Va. (BP)–La tristeza y el dolor de hace más de una década aun los lleva a flor de piel. Gloria Sloan no olvida la oscuridad espiritual que la embargó aquel funesto día.

“Recuerdo haber sentido que la maldad me rodeaba” — comenta la misionera hispana de la Junta de Misiones Internacionales. “Por un momento experimenté una fuerte influencia maligna.”

Durante su tiempo de licencia en Houston, Texas, Gloria nos relata la trágica pérdida de su esposo e hija el 18 de junio de 1999. Su esposo, Gary, de 37 años, y su hija, Carla, de 11 años, se ahogaron mientras nadaban en una playa de la costa del Pacífico en México. Dos misioneros voluntarios estadounidenses, Joy Murphy y John Weems, trataron de rescatar a Carla de la fuerte corriente, pero también murieron ahogados.

Seis meses antes de la tragedia, la familia Sloan se había mudado a México como misioneros.

Gloria, señalando aquel mar, le dijo a Satanás: “¡No recibirás ninguna gloria por lo que pasó hoy aquí!”

Aunque ese día cambió su vida, ella se negó a dejar el llamado de Dios a las misiones.

“Mi llamado no terminó en esa playa con la muerte de Gary y Carla,” dijo en una entrevista en el 2001. “Gary cumplió la obra que Dios le había encomendado, yo aún no.”

“Es en esos momentos de profunda oscuridad cuando reconocemos bajo qué luz moramos,” afirmó recientemente.

Después de tomar seis meses para llorar su pérdida junto a sus familiares en Texas, Gloria decidió regresar a México. Ella y sus hijos, Alyssia, Rissa y Alan, se mudaron a Toluca, a unos 600 kilómetros de Chiapas, donde ellos habían servido antes de la tragedia. Ella continuó su ministerio de plantación de iglesias.

Durante los seis años que estuvo en Toluca, Gloria capacitó a los creyentes locales en el evangelismo, el discipulado, el bautismo de nuevos creyentes y cómo sostener la obra. En septiembre del 2005, ella y su familia se mudaron a la Ciudad de México para seguir plantando iglesias.

Antes de mudarse, Margarito, un pastor de Toluca, le dijo a Gloria algo que nunca olvidará:

“Perdóneme por lo que voy a decirle, pero si su esposo no hubiese muerto, mi familia nunca habría escuchado el evangelio.”

Al principio, ella no sabía cómo responder.

“¿Cómo se atreve a decirme eso?” recuerda haber pensado. “Si Dios me hubiese dado a escoger, habría preferido a mi familia antes que a la suya.”

“Pero luego pensé en cuán maravilloso, amoroso y soberano es nuestro Dios que mientras yo perdía a mi familia en aquella playa, Él pensaba en salvar a la familia de Margarito.”

Después de mudarse a la Ciudad de México, Gloria volvió a ver vidas transformadas por Cristo. Los creyentes locales han tomado las riendas del ministerio y han continuado la obra. Ese éxito le hace pensar que su trabajo allí ha concluido.

Al terminar su tiempo de licencia en los Estados Unidos en el verano del 2011, Gloria regresará a la Ciudad de México para empacar sus cosas y transferirse a Honduras. Esta vez serán solo ella y su hijo, Alan, de 15 años.

“Es el tiempo propicio,” afirmó, indicando que su hija Alyssia, de 21 años, estudia en la Universidad Bautista de Dallas. Su otra hija, Rissa, de 17 años, se graduará de la escuela secundaria en el 2011 e ingresará a la universidad ese otoño.

Gloria, oriunda de El Salvador, espera ansiosa su nuevo destino de servicio. En su nueva posición, ayudará a movilizar el trabajo misionero en Honduras, Nicaragua y El Salvador.

En estos momentos está agradecida de que Dios la tenga en Texas para que sus hijos, Alan y Rissa, puedan asistir a la misma escuela secundaria en la que estudió su esposo, Gary. Alan también juega en el mismo equipo de fútbol americano en el que jugó su padre y del cual más tarde fue entrenador.

Antes de comenzar un nuevo capítulo en su vida, en el 2009, Gloria regresó a Playa Linda, el lugar donde se ahogaron su esposo e hija.

“Lloré muchísimo en ese viaje,” reconoce. “Pero fue un buen llanto, fue un tiempo de victoria. Fue un tiempo para contar bendiciones, contar lo que Dios ha hecho en las vidas de muchas personas y lo lejos que Él nos ha llevado.”

“Y ahora hay una iglesia cerca de ese lugar.”

Ella sigue determinada en que Dios será glorificado en los próximos capítulos de su vida.

“No quiero que el enemigo se gloríe por nada de lo que ocurrió aquel día. Eso me motiva a seguir adelante,” afirma. “Mientras Dios me conceda su gracia….”
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Alan James es un escritor para la Junta de Misiones Internacionales. Las contribuciones al Programa Cooperativo y la Ofrenda de Navidad Lottie Moon sostienen a misioneros como Gloria Sloan y sus ministerios. Para mayor información, por favor visite hispanos.imb.org.

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  • Por Alan James