CIUDAD DE MÉXICO (BP)–Un niño está parado en la Plaza de la Constitución con los brazos extendidos y la mano abierta mientras un hombre vestido con una vestimenta indígena da vueltas a su alrededor, lanzando bocanadas de humo a través de la ropa y cabello del niño. Como muchos turistas y locales, el niño deposita unos pesos en la canasta para así recibir una bendición tribal.
A menos de 100 yardas de esta escena, los feligreses se inclinan ante las imágenes religiosas dentro de la famosa Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
A pesar de tener la reputación de ser un centro histórico de actividad religiosa, todavía cuenta con menos del 2 por ciento de evangélicos.
K.C. Crino, un misionero de la Junta de Misiones Internacionales, describe a la Ciudad de México y a la mayoría de los centros urbanos de México como los históricos “cuarteles generales de adoración pagana.”
“Por eso la gente vino aquí,” dice Crino. “Por eso las ciudades son como son—porque algo espiritual estaba pasando.”
En la periferia de la ciudad, en un distrito llamado Xochimilco, Crino y su esposa Gail — quienes anteriormente fueran sembradores de iglesias en Illinois — se enfocan en cultivar relaciones para compartir sobre Cristo con aquellos que han estado inundados por el ritual religioso.
“Predicamos el Evangelio; no predicamos una religión,” dice Crino. “Predicamos una relación con Jesús. Es difícil para la gente entender la diferencia.”
Al enfocarse en las colonias perdidas (áreas donde no existe testimonio evangélico), Crino trabaja con un equipo de misioneros de la JMI para alcanzar a la clase popular (familias de bajos ingresos).
Mientras camina entre la multitud, en las calles plagadas de puestos al aire libre, Crino se detiene para hablar con los dueños de los negocios locales una tarde de domingo.
“Simplemente hay que estar ahí presente, cultivando relaciones, amando a la gente, mostrándoles compasión y orando por los enfermos,” dice Crino. “Así lo hizo Jesús; así lo tenemos que hacer nosotros.”
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Kristen Hiller es una fotoreportera de la Junta de Misiones Internacionales de los Bautistas del Sur.
