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Voluntarios ayudan a construir un oasis para el evangelio en Perú


LIMA, Perú (BP)–Se tropezó con un oasis por accidente. Pero el misionero Kevin Shearer no cree en ellos.

Mientras buscaba un pobre asentamiento irregular, Kevin descubrió una área llamada Oasis en las afueras de Lima, Perú, donde las chozas comparten paredes hechas con tapetes y los niños juegan en el campo terregoso parcialmente cubierto en las orillas del poblado.

Mientras Kevin comenzaba a compartir su fe con una de las mujeres que estaba ahí, un oficial de estas viviendas comunitarias lo notó.

“¿Quién es usted?” le preguntó bruscamente el oficial llamado Martín. “¿Qué hace aquí?” Kevin le explicó que era un misionero y quería compartir el evangelio con la comunidad de Martín y orar por ellos. También le pidió permiso para pasar por el laberinto de pasillos de la pequeña comunidad.

En lugar de echa fuera a Kevin de inmediato, la cara del oficial se suavizó con una sonrisa. Él mismo guió a Kevin a través de un angosto pasillo, zigzaguearon por las torcidas calles de Oasis, hasta que Martín se detuvo en frente de un edificio que medía 12 por 16 pies.

“¿Ve este centro comunitario?” preguntó Martín. “Aquí le damos la bienvenida” — con una condición: que comience una iglesia ahí.

Unas semanas después, llegó un equipo misionero a corto plazo compuesto por adultos mayores provenientes de la Iglesia Bautista de Germantown, Tennesse. En vez de renovarlo, construyeron un centro comunitario nuevo.

Cuando llegaba la hora de tener el primer servicio de alabanza en el nuevo edificio, Martín anunció a través del sistema de altavoz hechizo, “La iglesia bautista se reúne en el centro comunitario, y esperamos su asistencia.” Cada cinco minutos durante la próxima media hora se repitió el mismo mensaje por toda la comunidad.

Más de 50 hombres, mujeres y niños asistieron a la primera reunión y escucharon el evangelio. Ese día, 22 adultos aceptaron a Cristo — incluyendo a Martín. Él le dijo a la gente, “Hay un Salvador. Su nombre es Jesucristo. Y usted necesita creer en Él.”

Hoy en día, hay más de 50 creyentes en la comunidad de 3,000 personas que viven en este asentamiento irregular. Algunos de ellos fueron bautizados este año. En promedio, unas 100 personas asisten a los servicios de alabanza en Oasis semanalmente.
Los residentes han reorganizado sus casas siguiendo calles más rectas con la esperanza de convertirse en un poblado reconocido por el gobierno. Mientras Kevin y su esposa Pam oran por un obrero peruano permanente para pastorear la iglesia en Oasis, también continúan animando a los creyentes y llevando voluntarios para evangelizar esa área para Cristo.

“Así fue que Dios nos abrió esa puerta,” dice Kevin. “Él está contestando nuestras oraciones. Y está usando a estos equipos de voluntarios para ayudarnos a comenzar iglesias en áreas en las que no hubiéramos podido penetrar de otra manera.”
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Dea Davidson cubrió esta historia como una corresponsal de la Junta de Misiones Internacionales en el extranjero.

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  • Por Dea Davidson